jueves, noviembre 28, 2024
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Doloroso ver morir venezolanos ante ojos xenófobos

Mueren ante indolentes en el extranjero

Egildo Luján Nava,

Jamás en la historia de Venezuela los ciudadanos del país habían tenido que huir de su Nación  por motivos de hambre y de miseria, persiguiendo una esperanza por el buen vivir. Por el contrario, esa misma  Nación  fue siempre el país «PAÑO DE LÁGRIMAS», receptor de millones de migrantes de todas partes del mundo, especialmente del Medio Oriente, de Europa, de Centro y de Sur América.

Inclusive, en ese mismo país, tales viajeros convertidos en inmigrantes siempre fueron bienvenidos, independientemente de su nacionalidad. Asimismo,  nunca fueron perseguidos ni se les  restringió su permanencia. Por el contrario, siempre gozaron de las facilidades y derechos de estadía,  al igual que cualquier ciudadano venezolano. A millones  de esos inmigrantes se les dio la nacionalidad o residencia al solicitarla, lo que para ellos se trató de condiciones  con las que luego echaron raíces en el suelo patrio, formaron familias, lograron estabilidad, éxito y, en ciertos casos, pudieron acumular cierta fortuna.

Esa gran mezcla de razas y nacionalidades que posteriormente se tradujeron en el surgimiento  de las que luego serían llamadas  las mujeres más bellas del mundo, conforman el genotipo actual de los venezolanos. Estamos hablando de ciudadanos  amables, bondadosos y amigueros, como se les conoce en el mundo,  y de esa ventaja humana que hizo posible para que nunca existiera xenofobia o discriminacion por razas o color de piel. En fin, del encuentro humano que hizo posible que todos los venezolanos fueran recibidos con los brazos abiertos.  De hecho, porque la realidad es así es por lo que Venezuela,actualmente, goza del reconocimiento  de ser el único país del mundo en el que el calificativo de «Negro» no es un insulto o motivo de un tratamiento  denigrante, sino que, por  el contrario, se usa como epíteto de cariño o de solidaridad afectiva.

Sin embargo, insólita y tristemente, para esa misma Venezuela que en el año 1956 gozaba de la referencia de disponer de una moneda oficial, «El BOLIVAR», que, orgullosamente, era el instrumento monetario  de mayor valor en el mundo, superando al Dólar estadounidense, hoy es la de menor valor internacional. De hecho,  al sistema administrativo que se desempeña monetariamente con dicho instrumento, no le ha quedado de otra que recurrir periódicamente al recurso administrativo de quitarle, hasta ahora, 14 ceros debido a la hiperinflación y a la devaluación. ¿Motivo?:  para asignarle una cifra reconocible como valor monetario.

Lo cierto es que a esa misma Venezuela próspera y  pujante, poseedora de éxitos y calificada de tierra de esperanza, la han convertido en el país más pobre del Continente, en el que todos los sectores económicos, sociales y de servicios públicos están deprimidos, arruinados o parcialmente inexistentes. Se trata, en conjunto, de la condición referencial con base en la cual es posible la cita, según la que  ya ocho millones de venezolanos han migrado a diferentes partes del mundo, conformando la diáspora más numerosa en la historia del continente americano.

Esta estampida, forzada de nacionales al exterior con mucho dolor para los venezolanos, salvo  algunas excepciones, no ha recibido la misma atención, reciprocidad o correspondencia en el trato que Venezuela siempre le dispensó a una multiplicidad de  nacionalidades. Por el contrario, la constante actual describe una verdad imborrable y dolorosa. Y se trata de que, a diario, se suceden situaciones tristes y dolorosas con hijos de Venezuela compatriotas, que,  lejos de ser bien recibidos, han tenido que sufrir la inclemencia  del trato xenófobo, de la hostilidad humillante y degradante, incluso, de la negación de posibilidades para ejercer el derecho humano al trabajo.

Hoy los venezolanos, además de tener que luchar para sobrevivir ante la difícil y trágica situación interna, en el exterior deben llorar  la muerte de  cientos de compatriotas. Y los motivos son por desidia, indolencia e indiferencia. Es una verdad dolorosa que, a diario, exhibe  en el exterior la repercusión del hambre o por inexplicables e irresponsables ¿accidentes?  ante lo que nadie responde siendo víctimas, heridos, o familiares fallecidos;  O bien, por lo que le sucede a otros, que mueren cruzando a pie la infernal selva del Darién, o en un incendio encerrados insólitamente en un «campamento» Mexicano, sin reclamo o interés o responsabilidad de nadie. Cuando no como víctimas  en escena dantesca en un arrollamiento culposo en Brounsville Texas, o en GHETTOS viviendo miserablemente.

Mientras tanto, en el orden nacional e internacional la respuesta o alternativa para los venezolanos convertidos en víctima, y siendo víctima  de lo duro y violento que traduce la descripción de lo descrito, es que se plantean elecciones para dentro de año y medio. O que, o en el Tribunal Penal Internacional, no obstante tener miles y miles de expedientes probatorios  y denuncias relacionadas con lo que traduce esta realidad, es  que  se siguen «DESOJANDO LAS MARGARITAS» con procedimientos legales y leguleyadas relacionadas con potenciales soluciones que no son tales. O que  la lista de muertos y como de trágicas situaciones humanas de venezolanos convertidos en víctimas crece día a día,

La verdad que opera como factor acusador de lo que sucede, no es otro que el mismo que se describe en Venezuela y ante lo que no hay oídos que escuchen:  ¿Cuánto más  se necesitará añadir  al dolor de cada día, porque es lo que se requiere realmente  para que se haga justicia?.-

Fuente: Reporte Católico Laico

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