Hace poco más de un año, un informe revelaba que Uruguay se había convertido en uno de los principales puertos para el tráfico mundial de cocaína, de acuerdo con el diario Financial Times. Distintas fuentes explicaban cómo los carteles de la droga amplían sus rutas a medida que también diversifican sus actividades, porque ya no se trata solo de la venta de sustancias sino de extorsión a comerciantes, secuestros, tráfico de refugiados y de metales como el oro extraído ilegalmente.
Ahora hay nuevas advertencias, ya que Uruguay no estaría siendo usado solo para el tránsito de droga, sino también para la producción, especialmente del tipo sintético, así como el aumento en el consumo de drogas a nivel local “como cocaína y las metanfetaminas”, según un informe elaborado por el consultor internacional y asesor de la Senaclaft, Alejandro Montesdeoca. Es que los “mayores controles” aplicados en la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay habrían llevado a grupos narcotraficantes a refugiarse en el pequeño país sudamericano que se ha destacado como uno de los más seguros de Latinoamérica.
La ONU advertía sobre la problemática en marzo de este año. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd) indicó que el país es clave como puerto de salida de la droga hacia África y Asia, los dos nuevos mercados. “La ruta de la cocaína que sale por Uruguay al mundo comienza en Paraguay, siendo clave para el narcotráfico la vía navegable Paraguay-Paraná. De acuerdo con la Onudd, los envíos de droga se mueven en barcazas y se pasan luego a buques, escondidos entre cargamento comercial”, reseñaba entonces el portal argentino Ámbito.
Aumento de crímenes por narcotráfico
El gobierno uruguayo dice estar haciendo esfuerzos por combatir la ola de violencia “narco” que era evidente en mayo de 2022, pero parece no dar abasto. De hecho, el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, dijo que iban “a redoblar los esfuerzos policiales”, ya que en el primer trimestre de ese año se produjeron 96 homicidios, 33 % más que en el mismo período de 2021. Quizás la escena más dantesca fue el hallazgo en abril de 2022 de restos de una misma persona en diferentes lugares de Montevideo, considerando las autoridades su vinculación con el narcotráfico.
Por su parte, el reciente informe de Montesdeoca apunta que por ahora “los circuitos de acopio y exportación de drogas se encuentran diferenciados de los dedicados a la distribución para el consumo interno y son controlados por ‘grupos pequeños’, formados por familias o vecinos de un barrio”.
En contraste, desde el Ministerio de Interior dicen que “es poco probable que grupos domésticos se conviertan en actores criminales importantes”. Esta afirmación se sustenta en las limitaciones en mano de obra, territorio e ingresos. “Los grupos criminales pueden regular el microtráfico y ocasionalmente tratar de extorsionar a los residentes, pero no tienen acceso a grandes cantidades de dinero. Esto limita su capacidad para crecer, expandirse, adquirir armas pesadas y confrontar realmente al Estado”, asevera un informe financiado por esa institución. Sin embargo, este llamado a la calma resultaría poco efectivo.
“Operación Marset”
Por estas horas circulan las imágenes de Sebastián Marset, de nacionalidad uruguaya, quien es el narcotraficante más buscado en Bolivia y solicitado además por Brasil, Paraguay y Estados Unidos. Reapareció tras haber huido del país que dirige el socialista Luis Arce y dijo que si él habla “la política de Bolivia se va a la mierda”. “Se les complica”, añadió luego de llamar “burro” al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo.
La Interpol lo busca por presuntamente transportar unas 16 toneladas de cocaína, valoradas en millones de dólares, entre Paraguay y Europa a través de Uruguay. Tales han sido sus negocios que desde Bolivia se desplegó la “Operación Marset” con allanamientos en zonas fronterizas con Brasil y Paraguay.
El caso de Sebastián Marset sería otra prueba de la crisis por tráfico y producción de droga que enfrenta Uruguay y el hipotético respaldo que gobiernos de la región podrían estar dando a las redes de narcotráfico. Sobran los análisis y los hallazgos sobre el tránsito de sustancias ilegales sin que se ataque el problema de fondo.