miércoles, noviembre 20, 2024
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Ecuador: el retorno del correísmo y la sombra de los carteles de la droga

El informe elaborado por la Fiscalía General de Ecuador sobre la presencia del Cartel de Sinaloa en suelo ecuatoriano incluyó una evidencia contundente: varias fotografías comprometedoras, una de ellas la imagen del expresidente Rafael Correa en actitud de cordialidad, al lado de tres personajes acusados todos de traficar cocaína para el cartel mexicano.
Nadie pensó en que se trataba de una coincidencia. La fotografía en cuestión había sido extraída del teléfono Blackberry del capitán retirado del ejército ecuatoriano Telmo Castro Donoso, conocido como el Capi en los círculos de narcotraficantes de Sinaloa.
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El comprometedor teléfono le había sido decomisado a Castro tras su captura a mediados de 2013, según el reporte de la Fiscalía de Ecuador.
 
Castro había ayudado al mismísimo Chapo Guzmán a traficar más de media tonelada del polvo blanco desde Ecuador, aprovechando su posición dentro de la inteligencia militar ecuatoriana. El destino de los cargamentos: Estados Unidos.
Pero lo que no se sabía sino hasta ahora, es que la captura de Telmo se produjo como parte de una investigación de la Fiscalía del Distrito Sur de Manhattan, en Nueva York, que identificó al capitán ecuatoriano como la ficha clave del Chapo Guzmán en Ecuador.
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La indagatoria federal se había producido en parte debido a información que mostraba las ramificaciones del Cartel de Sinaloa en la región, principalmente en Suramérica y de forma especial en Ecuador, cuya costa pacífica ha sido empleada en forma creciente como punto de envío por vía marítima y aérea de cocaína producida en Colombia, y dirigida al mercado norteamericano.
 
La figura del capitán Telmo Castro no sólo era crucial para los fiscales norteamericanos por sus conexiones con el gran Capo del Cartel de Sinaloa, sino por los aparentes vínculos que había logrado dentro del entonces gobierno de Rafael Correa, incluyendo su círculo presidencial.
De hecho, la captura de Telmo y su banda era la punta del iceberg de la presencia de los carteles mexicanos en Ecuador. Durante la administración Correa (2007-2017), tal presencia no hizo sino acrecentarse, convirtiéndose en la actualidad en una de las amenazas más importantes para la estabilidad del país andino.
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Las políticas que facilitaron el narcotráfico en Ecuador

De acuerdo a informes oficiales y estudios independientes, Ecuador es ahora un formidable portaaviones para el tráfico internacional de narcóticos, en gran parte debido a las decisiones tomadas durante la administración de Rafael Correa que crearon un ambiente favorable a esa actividad criminal.
Según el informe de la fiscalía de Ecuador, Correa tomó un conjunto de “acciones pro narcotráfico” que sentaron las bases para la explosión del fenómeno en el país:

  • Condonación de las sentencias de correos humanos.
  • Eliminación de la Unidad de Investigaciones Especiales (del gobierno).
  • Terminación del acuerdo con Estados Unidos sobre la base de Manta-FOL (donde la DEA realizaba operaciones antinarcóticos de largo alcance).
  • Debilitamiento operativo y logístico de la Policía Nacional.
  • Creación de una Secretaría de Inteligencia Política (que interfirió con las operaciones antinarcóticos).
  • Protección a funcionarios públicos que se han visto relacionados con el narcotráfico.

 
El retorno del correísmo al poder en Ecuador, con el ascenso del candidato Andrés Arauz, de la Izquierda Socialista, considerado un delfín de Correa, está generando preocupaciones entre especialistas y organismos en Estados Unidos debido a los presuntos vínculos de Correa con figuras del narcotráfico internacional, y la forma en que su gobierno enfrentó el tráfico de drogas desde el país a territorio norteamericano.
 
“Las políticas domésticas de Correa (también) crearon espacio para el florecimiento del narcotráfico”, indicó un reporte reciente de la organización Insight Crime.
“Ya sea por accidente, diseño o por ambas razones, la administración Correa redujo la resistencia del Ecuador contra el narcotráfico en un momento crucial. Más de una década después de su elección (de Correa como presidente), Ecuador es ahora un paraíso para el crimen organizado y quizá el principal punto de distribución de la cocaína colombiana fuera de Colombia”, precisó el reporte, que detalló las rutas de distribución de la cocaína desde los laboratorios en la selva colombiana hasta las costas ecuatorianas y de allí a territorio norteamericano.

  • Isla Galápagos: de paraíso ecológico a portaaviones del narcotráfico

Para tener una idea del flujo del narcotráfico en Ecuador, considérense estas cifras del US National Drug Threat Assessment (Valoración Nacional de la Amenaza de las Drogas para Estados Unidos), un informe anual elaborado por la DEA: en 2017, el año en que Correa salió del poder, 17% de la cocaína con destino a Estados Unidos salía de la Isla Galápagos, en el pacífico ecuatoriano. En 2016, ese porcentaje era apenas de 4%. En 2015, era apenas 1%, lo cual indica el impulso que recibió el tráfico de cocaína durante los años de Correa.
En Ecuador, los narcotraficantes encuentran no sólo facilidades de tipo geográfico -frontera con Colombia, amplias costas en el Pacífico que pueden conectar directamente con destinos como Centroamérica y México-, sino un sistema económico dolarizado -el paraíso para el lavado de dinero-, además de apoyo político y trabajadores de escasos recursos y funcionarios públicos dispuestos a trabajar por una recompensa significativamente más alta en moneda extranjera.
“La policía y los militares no sólo movilizan cargamentos de droga a través de sus puestos de control. Incluso han provisto de seguridad a los cargamentos de drogas y sus traficantes, transportado cocaína en sus vehículos oficiales y se cree que han llevado a cabo asesinatos, de acuerdo a fuentes de inteligencia”, indicó el reporte de Insight Crime.
Aunque la corrupción siempre estuvo presente en alguna medida en Ecuador en el pasado, este fenómeno alcanzó durante la administración de Correa “proporciones epidémicas”, y quedó enraizado “en todas las ramas del Estado”.
El cambio de presidente en las elecciones de 2017 modificó por completo el panorama. El nuevo presidente Lenín Moreno no sólo reactivó la cooperación con Estados Unidos y Colombia para perseguir el narcotráfico, sino que encarceló a importantes figuras políticas acusadas de corrupción y vínculos con el tráfico de drogas.
Las protestas que tuvieron lugar en octubre de 2019, que agitaron el caos como parte aparente de un plan para desviar la atención de la lucha de la administración de Moreno contra el tráfico de cocaína, ha sido atribuido en parte a los esfuerzos de Rafael Correa por retornar al poder a toda costa.

Otros vínculos correístas con el narco

La foto en la que aparece Correa al lado de tres narcotraficantes no ha sido la única imagen que compromete a personalidades del entorno de Correa.
Su hermana Pierina Correa fue fotografiada al lado de los hermanos Ostaiza, ambos acusados por Estados Unidos de ser prominentes narcotraficantes asociados a las FARC de Colombia, y de dirigir una gigantesca organización de lavado de activos.
Por otro lado, el asesor presidencial y amigo personal de Correa, Francisco Latorre, apareció en una foto al lado de uno de los hermanos Ostaiza, de nombre Miguel. Latorre también dispensó una visita en la cárcel a Miguel Ostaiza, según la prensa ecuatoriana.
Según el periodista ecuatoriano Francisco Huerta, experto en narcotráfico, las vinculaciones del narcotráfico con la representantes de la institucionalidad del Ecuador fue extensa durante la administración Correa.
“Desde el Ecuador sí se capturó algunos vinculados con las FARC, que también estaban relacionados con el tráfico de drogas. Desgraciadamente, la mezcla incluye guerrilla, política, fuerzas armadas, intereses comerciales, lavado de dinero, involucrando mucha gente de otros niveles de la economía. La banca también está involucrada”, declaró el experto en una entrevista con el Nuevo Herald.
Notables casos de capos de la droga y carteles que se valieron de Ecuador para operar durante la administración Correa han sido identificados:

  • El narcotraficante Ramón Quintero Sanclemente, alias Señor de Buga, viculado al Cartel del Norte de Cali, fue capturado en Ecuador en 2010. Quintero, por quien Washington ofrecía 5 millones de dólares de recompensa, fue extraditado a Miami, donde confesó sus delitos.
  • El sicario del Cartel de Sinaloa César Demar Vernaza Quiñónez, alias el Empresario, fue capturado en 2012 por la policía ecuatoriana cuando transportaba cocaína para el Chapo Guzmán a través de su organización Los Templados en Ecuador.
  • En 2014, autoridades de Estados Unidos revelaron que Luis Ignacio Muñoz Orozco, un presunto asesor político de la alcaldía de Quito, entonces al mando del excandidato presidencial Mauricio Rodas, era en realidad un operador del Cartel de Sinaloa, que participó en gigantescas operaciones de lavado de dinero usando empresas en California y Sinaloa. Muñoz Orozco, que había viajado ya siete veces a Quito, desapareció del mapa cuando Estados Unidos lo acusó por sus vínculos con el narcotráfico.
  • Importante capos ya capturados como Daniel Barrera, alias el Loco, Henry de Jesús López Londoño, alias Mi Sangre, Jorge Milton Cifuentes, alias JJ, y Juan Carlos Peña Silva, tenían en su poder documentos de identidad entregados por autoridades de Ecuador. Algunos de ellos revelaron que estaban afinando trámites para radicarse en Ecuador como “inversionistas”.
  • Según dijeron fuentes de la Fiscalía de Miami al medio colombiano El Espectador, operadores de los carteles de Sinaloa y Jalisco establecidos en la zona de Palmira, llegaron a la zona desde Ecuador, para conducir negocios de transporte de cocaína.

El largo alcance del narcotráfico en Ecuador

En la actualidad, el grueso de la cocaína embarcada desde Ecuador hacia Estados Unidos (un estimado de 44% de la droga incautada en 2018) proviene de las costas de Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, y en menor medida Guayas y El Oro.
El método de transporte preferido son embarcaciones motorizadas y barcos pesqueros, aunque ha ido en incremento el uso de los llamados semisumergibles, submarinos de fabricación artesanal, aunque sofisticados, que pueden navegar con varias toneladas de cocaína a bordo a destinos ubicados a cientos de millas náuticas de distancia.
Aunque los métodos marítimos son los preferidos, el empleo de avionetas ha ido en aumento desde las costas ecuatorianas.
El destino final suele ser países como Guatemala, Costa Rica y México, donde la droga es entregada a los distribuidores finales del Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación, que transportan la cocaína por diversos puntos de acceso a territorio estadounidense.
La importancia de Ecuador para los carteles mexicanos de la droga es tan crucial, que ambas organizaciones – los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación- han llevado su extremadamente violenta lucha a muerte hasta las cárceles ecuatorianas.
Fuente: El Nacional

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