Los Colombianos se han dado una segunda oportunidad para defender su democracia, que en manos del Foro de Sao Paulo se convertiría en una grosera simulación, como hemos visto hasta el hartazgo en otros países de nuestro entorno.
Toda la maquinaria continental del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, más sus aliados extra-regionales (Internacional Progresista y otros), estaban preparando el champagne y el caviar para festejar una victoria de su candidato, Gustavo Petro, en la primera vuelta colombiana celebrada el domingo pasado.
Sucede que Hernández, a quien algunos analistas se han apresurado a calificar como el “Trump colombiano”, ha logrado canalizar gran parte del descontento antisistémico de los ciudadanos, al menos el de una amplia franja que parece querer un cambio importante pero no el experimento neocomunista propulsado por el Foro de Sao Paulo.
Para la segunda vuelta, se prevé que la votación del tercer candidato, el semioficialista Fico Gutiérrez (24 %), pase a engrosar el apoyo de Hernández, lo que ya sumaría más del 50 %. Es sabido que los votos no tienen dueño, pero el electorado de Fico, en gran parte proveniente del uribismo, es lo suficientemente duro para asegurar una disciplina anti-Petro.
En varias zonas del país, las fuerzas armadas irregulares que siguen operando (“disidencias” de las FARC, ELN, Bacrim) procuraron desalentar el voto de las poblaciones que podían sufragar a otras opciones que no fuesen el petrismo, y de hecho existen varios estudios académicos colombianos que certifican el vínculo entre abstención e intimidación armada en diversas regiones. Algo curioso.
En todo caso, lo cierto es que Colombia se ha dado una segunda oportunidad para defender su democracia, que en manos del Foro de Sao Paulo se convertiría en una grosera simulación, como hemos visto hasta el hartazgo en otros países de nuestro entorno.
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Héctor Valle, Editor Senior.