Al mismo tiempo las autoridades norteamericanas empezaron a repatriar este domingo a algunos de los miles de haitianos que están allí.
Muchos de los migrantes llevan años viviendo en Latinoamérica pero están ahora pidiendo asilo en Estados Unidos, al desaparecer las oportunidades económicas en Brasil y otras naciones. Miles de ellos han estado viviendo bajo un puente en Del Río, una ciudad en la frontera entre Texas y México.
Muchos de los migrantes han dicho que no se dejarán cohibir por las acciones estadounidenses. Otros afirman que no pueden regresar a Haití debido a la inestabilidad en el país tras el reciente sismo y el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
“En Haití no hay seguridad”, comentó Fabricio Jean, un haitiano de 38 años que llegó a Texas con su esposa y dos hijas. “El país está sumido en una crisis política”.
Una fuente oficial le indicó a The Associated Press que lo más probable es que los vuelos de repatriación comiencen el domingo, y que habrá entre cinco y ocho por día. Otra fuente indicó que habrá solo dos vuelos por día. El primer funcionario explicó que la capacidad operacional y la aprobación de los aterrizajes por parte del gobierno haitiano determinará la cantidad de vuelos. Ambos funcionarios hablaron a condición de anonimato al no estar autorizados para hablar con la prensa.
Una gran cantidad de personas fueron y vinieron cruzando el río Bravo el sábado, reingresando a México para comprar agua, alimentos y pañales en Ciudad Acuña, antes de regresar al campamento en Texas.
Junior Jean, un haitiano de 32 años, miraba cómo la gente cruzaba el río con los pertrechos a cuestas y el agua por las rodillas. Comentó que los últimos cuatro años estuvo viviendo en las calles en Santiago de Chile, hurgando entre la basura para comer.
“Todos estamos buscando una vida mejor”, comentó.
El primer ministro haitiano Ariel Henry escribió en Twitter el domingo que le preocupan las condiciones en el campamento, y que los haitianos serán bienvenidos al regresar.
Fuente: Diario las Américas