Moise fue asesinado por un comando el 7 de julio, sumiendo aún más en la crisis al atribulado Haití, ya desbordado por la violencia, pobreza y corrupción.
Ariel Henry, primer ministro designado por el mandatario poco antes de su muerte, asumió el cargo el martes con la promesa de restablecer el orden y convocar elecciones como exige la comunidad internacional.
Henry se impuso en un pulso interno para encabezar el gobierno haitiano, ante la presión de varios países, incluyendo Estados Unidos y Francia, así como de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ONU.
Al menos dos estadounidenses de origen haitiano fueron detenidos por la policía del país caribeño, acusados de haber participado en el asesinato de Moise, al igual que un misterioso «médico» haitiano residente en Florida.
Estados Unidos es una de las principales potencias que probablemente ejercerá influencia sobre Haití, país que ocupó militarmente entre 1915 y 1934. No obstante, el presidente Joe Biden descartó cualquier envío de tropas, a pesar de una solicitud en ese sentido del gobierno haitiano, para colaborar en mantener el orden tras el magnicidio.
Fuente: Diario las Américas