WASHINGTON— Con la amenaza de un inédito impago de Estados Unidos en ciernes, una reunión entre el presidente Joe Biden y el líder de la oposición Kevin McCarthy no resolvió este lunes el enfrentamiento entre ambos, a pesar de «una discusión productiva», según el líder republicano.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dejó en claro lo que estaba en juego cuando horas antes insistió con que es «muy probable» que el gobierno de Estados Unidos se quede sin dinero después del 1 de junio.
Al recibir en la Casa Blanca al líder de la Cámara de Representantes, Biden dijo ser «optimista» sobre cerrar la reunión con un «avance».
«No tenemos un acuerdo, sino una discusión productiva en las áreas en las que tenemos diferencias de opinión», dijo McCarthy tras la reunión.
«El tono de la reunión de esta noche ha sido mejor que el de todas las veces anteriores», añadió, pero indicó: «Seguimos teniendo diferencias filosóficas».
Ambos se habían reunido dos veces en quince días con otros congresistas, pero esta vez se encontraron cara a cara.
La reunión debía dejar atrás los agrios debates de este fin de semana entre funcionarios de ambas partes, en ausencia de Biden quien se encontraba en Japón en la Cumbre del G7.
En medio de esas discusiones, Biden y McCarthy hablaron el domingo, cuando el presidente volaba de regreso de la Cumbre del G7 en Japón.
Para eliminar el riesgo de un default, el Congreso debe aprobar elevar el tope de la deuda pública. El Senado está controlado por los demócratas y los republicanos controlan la Cámara de Representantes.
Los republicanos exigen una fuerte reducción del gasto público como condición para aumentar el endeudamiento pero Biden, que hace campaña para su reelección en 2024 con promesas de justicia social, se opone.
Antes de la reunión McCarthy dijo ser bastante optimista. Aseguró en la CNN que «lo que se negocie será visto por una mayoría de republicanos como la solución correcta para ponernos en el buen camino».
Biden declaró el lunes que también está a favor de reducir el déficit y que considera necesario «examinar los espacios fiscales y asegurarse de que los ricos pagan su parte justa» de impuestos.
El llamado «techo de la deuda» de más de 31 billones de dólares -un récord mundial- se alcanzó hace varios meses, pero el gobierno federal ha gestionado hasta ahora la situación mediante maniobras contables.
De no honrar sus obligaciones, Estados Unidos ya no podría pagar a los tenedores de bonos del Tesoro, refugio de las finanzas mundiales. El gobierno tampoco podría pagar subsidios ni las pensiones de los veteranos, por ejemplo.
Las consecuencias para la economía mundial serían catastróficas, advierten economistas.
«Estados Unidos nunca ha dejado de pagar sus deudas. Y ese no será jamás el caso», afirmó Biden.
Una decisión tomada a última hora podría tener igualmente consecuencias. En 2011, existía sólo la amenaza de caer en default y esto hizo, por primera vez, que Estados Unidos perdiera su preciosa evaluación crediticia triple A; la mejor de las agencias evaluadoras.
Al igual que casi todas las grandes economías, Estados Unidos vive del crédito. Sin embargo, en Estados Unidos es prerrogativa del Congreso votar el aumento del techo de la deuda pública que la primera economía del mundo está autorizada a acumular.
Y lo que inicialmente era una formalidad se ha convertido ahora en una batalla política.
¿Qué ocurriría si EEUU no honra sus compromisos de deuda?
¿Que pasaría si el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no se pone de acuerdo con los republicanos y, por primera vez en la historia, la mayor economía del mundo no puede honrar sus deudas?
Para los estadounidenses
«Todo estadounidense que directa o indirectamente dependa de un pago del gobierno, dejará de cobrar», dijo a la AFP Gregory Daco, economista jefe de EY Parthenon.
Esto implica los salarios y pensiones de funcionarios y soldados, las prestaciones sociales relacionadas con los niños, la asistencia sanitaria, los bajos ingresos o ancianos.
El Tesoro corre el riesgo de «quedarse sin efectivo para pagar cientos de miles de millones de dólares» de facturas, afirma Nancy Vanden Houten, economista de Oxford Economics.
«Las empresas que trabajan para el gobierno tampoco cobrarán», añade Daco.
Por otra parte «si los mercados bursátiles caen, (…) los ahorros de las personas y también sus ahorros para la jubilación se verían perjudicados», declaró a la AFP Nathan Sheets, economista jefe del banco Citigroup.
Para los mercados mundiales
«Desde el punto de vista de los mercados financieros, habría una enorme tensión», dijo Daco.
En 2011, cuando Estados Unidos estuvo cerca de no honrar sus deudas, la Bolsa de Nueva York se desplomó y el S&P 500 cayó «en torno a un 13-14%», recuerda.
Lo que generaría un gran cambio es que Estados Unidos sea incapaz de pagar a los tenedores de bonos del Tesoro; refugio seguro de las finanzas mundiales.
¿Los inversores internacionales dejarán de invertir?, se preguntó Daco.
Por lo pronto, ya «los inversores se han vuelto más reticentes a mantener deuda soberana con vencimiento en junio», advirtió recientemente la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Si los títulos estadounidenses se desploman, «la situación sería catastrófica para todas las organizaciones que poseen muchos bonos públicos de Estados Unidos, como bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros o fondos de inversión colectiva», señala Eric Dor, director de la escuela de negocios IESEG.
Eso, además, implicaría riesgo de quiebras y «efectos en cadena con una nueva crisis financiera mundial». El dólar, en tanto, se depreciaría «muy fuertemente», estimó.
El sistema financiero mundial «depende de la estabilidad del dólar», dijo el 11 de mayo la organización Center for American Progress.
Como en 2011, el oro podría ser el gran ganador. «Es el refugio seguro», porque en caso de amenaza de impago, «el dólar caerá, los rendimientos de los bonos caerán y la renta variable caerá», advirtió ante AFP, Jack Ablin, de Cresset Capital.
Para la economía estadounidense
Para Estados Unidos «el impacto económico es simplemente que el gobierno dejará de gastar», dijo Gregory Daco. Eso influirá en el consumo de los hogares, pulmón de economía estadounidense.
Un menor gasto público significa «que la familia que no recibe su cheque (…) no va a poder gastar lo mismo cuando vaya a comprar, lo que (…) va a afectar a la tienda en la que compra, lo que, a su vez, va a afectar luego a sus propias decisiones de contratación», apunta Daco.
Además, como el gobierno ya no puede pagar a sus proveedores, «las empresas de las que el Estado es cliente se ven amenazadas (…) por la quiebra», añade Eric Dor.
El impacto financiero y económico acumulado costaría a la economía estadounidense el 5% del PIB, afirma Gregory Daco. «Estamos hablando de un choque mayor que la contracción del PIB durante la crisis financiera. Estamos hablando de un impacto enorme», advirtió.
Para la economía mundial
Los efectos tendrían también magnitud mundial.
Los tasas de «los bonos emitidos por Estados Unidos subirían bruscamente» y desatarían reacciones en cadena, entre ellas «una caída de la inversión de las empresas y los hogares, así como del consumo, y por tanto una fuerte recesión en Estados Unidos», que podría extenderse «a Europa y a otros lugares», anticipa Eric Dor.
«No creo que el crecimiento mundial ni el estadounidense se vean afectados significativamente este año», matizó.
Paradójicamente la situación podría beneficiar a empresas exportadoras estadounidenses, ya que una depreciación del dólar «aumentaría la demanda exterior al abaratar de hecho los productos», según una nota del Council on Foreign Relations del 2 de mayo.