En Michigan, por ejemplo, la empresa General Motors (GM) anunció que cerrará su producción de camionetas debido a la escasez de semiconductores electrónicos, noticia que refuerza la espiral de precios en los vehículos nuevos y usados.
Se prevé que los minoristas experimenten aumentos significativos de costos durante el segundo semestre del 2021. Según cálculos, los minoristas gastarán $223.000 millones más en la segunda mitad de año, respecto al 2020. Un aumento del 62%
Al desglosar la cifra de aumentos, deberán desembolsar $12.000 millones adicionales a los proveedores, $48.000 millones en salarios adicionales y $163.000 millones en costos logísticos más altos. Todo lo anterior se traduce en una nueva ola de altos precios. Los consumidores pagan más por los mismos productos y por menos productos.
Los precios siguen en ascenso
El vicepresidente y gerente general de ventas minoristas de la plataforma digital Salesforce, Rob Garf, dijo a CNBC que los consumidores deberían esperar precios más altos. “Los minoristas asumirán parte de la carga y los consumidores otra buena parte”, indicó Garf.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC, por sus siglas en inglés) podría terminar el 2021 en un 10%, un nivel similar a la década de 1970, pero en el equivalente actual correspondería a un 15% o un 20%.
Analistas financieros como Wolf Richter afirman que la inflación temporal de Jerome Powell se está convirtiendo en una espiral inflacionaria, en medio de una notable escasez de materias primas y componentes electrónicos que lacera la respuesta a la alta demanda. Nada de esto favorece el camino para contener la inflación
La Reserva Federal ha inyectado billones de dólares en la economía junto a tres grandes paquetes de estímulo, con un alto déficit comercial y mayores inversiones en proyectos sociales; un caldo de cultivo para un exceso de liquidez persistente que resta valor al dólar.
La inflación en Estados Unidos se ha disparado en los últimos meses, y el IPC subió 5,4% desde junio del 2020, la cota más alta en 12 meses desde agosto del 2008. Los precios minoristas en junio tuvieron su mayor alza en 13 años.
Si se excluyen las categorías de petróleo y gas, que son más volátiles, la llamada inflación subyacente aumentó 4,5% en el año transcurrido, el mayor ascenso desde noviembre de 1991.
La administración Biden podría caer en un impago federal
El temor frente a que la Reserva Federal actúe antes de lo previsto y reforme su política con una subida de las tasas de interés, cobró mayor fuerza tras el anuncio del líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, acerca de que cree que todos los republicanos votarán en contra de renovar la capacidad de Washington para pedir dinero prestado y para elevar el techo de la deuda pública.
La autoridad legal para que el gobierno federal pida más dinero prestado vence el 31 de julio. De expirar ese poder, el gobierno podría incurrir en un impago federal, algo que nunca ha sucedido.
Analistas explican que esto tendría un fuerte impacto en la economía y la necesidad de aumentar las tasas de interés, reducción de la calificación crediticia de EEUU y mayores costos de endeudamiento.
Un alza de las tasas de interés frenaría la inflación, pero también la recuperación económica porque, entre otras incidencias negativas, las ventas en el sector inmobiliario caerían notablemente al igual que las inversiones y la construcción de nuevas propiedades. Esos dos sectores han sido la punta de lanza de la economía, antes y durante la pandemia.
Por su parte, menor calificación crediticia significa una disminución de los préstamos y de las inversiones de capital extranjero, dos elementos también vitales en momentos de un supuesto aumento de casos de COVID-19 (variante delta) en las últimas dos semanas en varias regiones del país.
La escasez no termina
Carlos Tavares, CEO de Stellantis, la cuarta automotriz más grande del mundo calcula que la crisis de “chips” o semiconductores electrónicos continuará en el 2022, ya que no hay indicios de que los fabricantes asiáticos están produciendo o exportando más.
El desabastecimiento ha obligado a la mayoría de las empresas automotrices a suspender la producción. Como consecuencia, desde hace meses hay una escasez de vehículos, con un incremento superior al 12% en los precios y una mayor demanda.
El precio promedio de un vehículo nuevo en EEUU alcanzó el récord de 42.000 dólares en junio, según el Kelley Blue Book. Apenas 10 años atrás, ese era el valor de un auto de lujo de BMW, Mercedes Benz, VW, Lincoln o Cadilac.
Solamente en mayo, el precio promedio de un automóvil usado aumentó 10,5%, algo jamás visto desde que se comenzaron los registros en enero de 1953.
La crisis de la frontera, las restricciones a la industria del petróleo, las regulaciones vigentes al turismo internacional y la dependencia de China y otros países de esa región han significado un gasto federal descomunal en momentos de recesión.
Biden tiene el récord de gasto en sus primeros seis meses de gestión. Ningún presidente en la historia de EEUU ha desembolsado tanto dinero en un primer semestre en la Casa Blanca como lo ha hecho el actual mandatario.
La FED y el Tesoro restan importancia a la inflación y a la deuda
El Tesoro, la Reserva Federal y la administración Biden intentan restar trascendencia a la espiral inflacionaria que enfrenta EEUU, pero los índices y la evolución de las etapas económicas se asientan sobre la base de la realidad y medidas que han probado su efectividad en períodos anteriores de la historia estadounidense.
Inversionistas y economistas han mostrado su desconfianza en la estrategia económica actual en Washington. El lunes 19 de julio el índice estrella de Wall Street, el Dow Jones Industrial perdió 725 puntos, algo que no ocurrió en el 2020 en pleno apogeo de la pandemia.
El plan de aumentar aún más la abultada deuda de $30 billones, la entrega de efectivo a familias con hijos, además de los anteriores paquetes de estímulo, han inundado el mercado de dólares sin un respaldo productivo real.
El déficit comercial de EEUU se mantiene en cifras muy altas por encima de los 70.000 millones de dólares y las empresas no han podido llenar los 9,2 millones de puestos de trabajo vacantes en el país, frente a una creciente demanda por la reapertura en el 2021 en los estados que mantenían aún estrictas regulaciones contra el COVID-19.
La prioridad climática en estos momentos y el incremento de los programas sociales, el reingreso a organizaciones internacionales para aportar grandes sumas de dinero y otras líneas de la plataforma Biden no constituyen acciones directas contra la inflación.
La idea de “temporalidad” que reiteran las instituciones federales en este gobierno (muy similar al de Barack Obama) se aleja cada vez más de la realidad y los obstáculos que enfrenta la economía estadounidense.
Fuente: Diario las Américas