sábado, septiembre 21, 2024
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El caso de Daniel Jadue muestra que mentir es parte del comunismo

Armando Colina,

Oscar Daniel Jadue, el alcalde de la comuna de Recoleta en Santiago de Chile, ha sido investigado y detenido por casos de corrupción. Este personaje político representa fielmente lo que es ser comunista.

Jadue vive en la comuna de Vitacura, una de las más costosas de Chile y de Latinoamérica, según varios rankings internacionales. Contradictoriamente, este funcionario es el alcalde de Recoleta, una de las comunas más populares de Santiago de Chile.

Este personaje, admirador de Salvador Allende, Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, negó en su campaña presidencial de 2021 en la televisión chilena, siendo interpelado por el periodista Matías del Río, que poseía cinco inmuebles en zonas exclusivas de Santiago de Chile. Aunque su declaración pública en “Infoprobidad” lo confirma, sostuvo en el canal de televisión que eso no era cierto.

Mentir es parte del comunismo, al igual que acumular riquezas, disfrutar del capitalismo, promover la igualdad económica señalando el dinero de los demás, corromperse y usar la estrategia obsoleta de victimizarse son patrones típicos de quienes forman parte de esta ideología.

El comunismo y el socialismo son una élite. El caso de Jadue es solo uno de esa generalidad. Esta tendencia está en manos de personas sesgadas por la ideología (adoctrinadas) y acumuladores de grandes capitales. En Chile, ejemplos de esto son Jadue y Bachelet, dos grandes acumuladores de riquezas que sostienen que quienes tienen capitales deben repartirlos entre los necesitados.

El lavado de cerebro que inculcan a quienes siguen esta ideología carece de toda lógica, sentido común y racionalidad. Entonces, al no lograr sus objetivos por medio del ataque verbal, terminan buscando alcanzarlos mediante la violencia.

En el caso concreto del funcionario y vocero del Partido Comunista, se presume que este se habría reservado para sí millones de pesos chilenos, inmuebles en zonas de lujo y autos costosos. Este individuo, que es parte de una ideología que se opone a la desigualdad social y promueve la distribución de la riqueza, es además el alcalde de uno de los sectores de más bajos recursos económicos de Santiago de Chile. Actualmente, está siendo investigado y detenido por corrupción.

Este es solo un ejemplo de lo que representa el comunismo: una doctrina contradictoria, dirigida por una oligarquía que se ha enriquecido gracias al capitalismo, basando su discurso en la mentira, la utopía y el engaño. Se valen de la ignorancia, las necesidades y las esperanzas de las personas con pocos recursos económicos y con poca formación académica y cultural, para moldear a las masas, haciéndolas obedientes y sujetas a las necesidades de la ideología.

Jadue por el Partido Comunista y Bachelet por el Partido Socialista son los dos ejemplos más sobresalientes en Chile de la encarnación del daño moral, económico, cultural, espiritual y mental que es impulsado desde Cuba a toda la región. Ellos representan la mentira, la burla, la contradicción, lo inmoral y la manipulación de los bolsillos y las mentes más vacías de las personas, quienes son usadas para llenarles de esperanzas a cambio de la fidelidad en el odio, el resentimiento y la violencia contra quienes piensan distinto. Proponen ser el gobierno defensor de los pobres y, por eso, en los regímenes socialistas y comunistas todos son pobres, excepto quienes están en el poder. Para ser el gobierno de los pobres, necesitan a las personas pobres.

El caso de corrupción de Jadue no es un hecho de venganza política, sino un caso de ambición de dinero, porque no es cierto que los comunistas son seres superiores en todo; son personas comunes y corrientes también corruptibles. La corrupción no tiene tendencia política. La lucha de clases del comunismo y del socialismo debe darse internamente entre la masa y los acumuladores de dinero y propiedades de quienes dirigen estas ideologías. Ahí debe comenzar la distribución de la riqueza y la igualdad.

Por razones de moral pública, casos como el de Jadue, al ser sentenciados culpables, deberían llevar implícitas penas máximas, considerando no solo el daño patrimonial al Estado y a los ciudadanos, sino también el interés general del bienestar social. Esto incluiría penas accesorias de confiscación de todos sus bienes, salvo la vivienda principal, y trabajo diario al servicio de las comunidades todas las semanas, como parte de la penalización por los daños causados al patrimonio y a la moral pública.

Fuente: Panampost

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