Los desastres generados por el kirchnerismo han servido bastante a los países limítrofes, sobre todo Uruguay y Paraguay. Ambos países se han convertido en potencias agroexportadoras y han incrementado sus mercados de carne en el mundo, luego de la delirante política económica del Frente de Todos. También se han cansado de atraer capitales locales e inmigración “Premium”, de argentinos pudientes que tienen las posibilidades para escaparle a la voracidad infinita de la burocracia política kirchnerista. Sin embargo, el derrumbe del peso ahora le está trayendo dolores de cabeza a Luis Lacalle Pou y al gobierno uruguayo.
Claro que esta no es la primera vez que los gobiernos vecinos tienen que ver qué hacen con las externalidades negativas de estar cerca de Alberto y Cristina Fernández. Hace un tiempo, los bancos centrales de Uruguay y Paraguay reconocieron que vienen debatiendo sus acciones de política monetaria relacionada a una demanda de dinero exógena: en todas las ciudades que limitan con estos países, los argentinos ahorran en pesos uruguayos y guaraníes, además del tradicional dólar. Para ilustrar la gravedad de esta situación, solo basta mencionar el insólito episodio vivido en un robo en un comercio paraguayo de frontera. ¿Qué pasó? La cajera tenía pesos argentinos y guaraníes, pero cuando accedió a darle todo el efectivo al delincuente, el ladrón se llevó solamente los billetes emitidos por el banco central del Paraguay. Los pesos argentinos no los quería ni regalados.
Esta mañana, Luis Lacalle Pou reconoció que tiene un serio problema con los comercios de la zona fronteriza con Argentina. Dado el colapso del peso (el peronista, no el uruguayo), las personas cruzan la frontera para hacer todas las compras que puedan, aprovechando la diferencia del tipo de cambio.
“Estamos con un problema en la frontera porque los precios de bienes argentinos son extremadamente más baratos y naturalmente los vecinos consumen donde les es más barato. Eso nos genera un desequilibrio y los comercios de nuestra frontera son castigados. Hemos aplicado medidas, pero no es suficiente”, señaló el mandatario uruguayo.
El fenómeno ocurre en todas las fronteras argentinas. La Cámara de Turismo de Bariloche, ciudad ubicada en la provincia de Río Negro, también tuvo que reconocer que los supermercados de la zona son copados por clientes chilenos que cruzan para llenar el changuito. Claro que este incremento en la demanda termina subiendo los precios para los ciudadanos argentinos, portadores de los pesos devaluados.
Con la problemática expuesta, esperemos que el próximo gobierno se dedique a darle una solución a los argentinos, ofreciendo una moneda estable. No sería la primera vez que estas distorsiones, que suceden por la impericia de la aplicación de malas políticas públicas, se buscan solucionar mediante más regulaciones distorsivas. Ojalá que no se les ocurra cerrar el paso a los vecinos, subirles los precios o regular valores distintos para los argentinos y los ciudadanos de los países vecinos.