Un análisis de “las democracias”, tal vez, nos induzca a lo que es hoy la humanidad y a sus serias dificultades. Complicada tarea en el “Postdoctorado en Ciencias Políticas y Jurídicas” de “The Benjamin Franklin School of Government”, cuya filosofía es que “el mundo mutará para bien”.
El preámbulo, “los autócratas están reinventando la política del siglo XXI”. Las democracias se enfrentan a un nuevo enemigo, que en lugar de desafiarlas desde afuera lo hace desde adentro (Naím, “La revancha de los poderosos”). El cuestionamiento al sistema, brutal. Analiza uno de los temas más controversiales de las últimas décadas. Y no hay dudas, asusta. Pues, el propio presidente de los EE. UU. Advierte que “la democracia no puede sobrevivir cuando de un lado se piensa “que solo hay dos resultados en las elecciones, a saber “ganan o fueron engañados”. Y adiciona, “esa es hoy la apuesta, calificándola, como “una democracia kleenex”. Es para preguntarse ¿Qué queda del sistema político, ponderable y ponderado”. Churchill lo calificó “como el menos malo de los regímenes para conducir a los pueblos”.
“El prolegómeno” nos recuerda que “la Constitución” es la fuente primaria de la democracia y que a aquella han de sumarse los preceptos restantes y su interpretación y aplicación. La asumiríamos, entonces, como la forma de gobierno en la cual el pueblo tiene autoridad para estatuir las leyes y elegir a quienes han de gobernarle. Acudimos a la “Teoría del Estado”, de Kelsen, sorprendiéndonos con que “el Estado es una ficción que el derecho define”. La historia revela un juego de las tradiciones como fuente de la verdad, la vigencia de las ideas y el cuestionamiento de las instituciones (imperios, Estado y democracia), el cual a pesar del jamaqueo prosigue. Preguntarse con respecto a la vigencia democrática es reafirmar que “uno de los mayores retos en el siglo XXI es qué deben hacer “las democracias”, específicamente, donde está siendo atacada por tiranos o autócratas que se hacen pasar por demócratas (Naím). Es uno de los grandes retos sin respuesta pero es importantísimo comenzar a entender que es necesario. Que no es algo que solo afecta a los países vecinos sino a todos. Los demócratas del mundo deben actuar. El venezolano de estar refiriéndose a los EE. UU. ha de entenderse que es una denuncia más que preocupante.
Nos pareció prudente, asimismo, apelar a “la teoría constituyente”, fuente que nutre al derecho constitucional y, consecuencialmente, a la democracia. Con pretensión exagerada acudimos a prólogos del libro “La Teoría Constituyente (Explicada en algunas lecciones por Petra Dolores Landaeta)”, por los académicos Julio Rodríguez y Carlos Ayala”: “El profesor Luis Beltrán Guerra G., en un libro profundo y sencillo a la vez, que combina la teoría constitucional con el análisis social y económico, nos presenta en esta nueva obra la preocupación de Petra Dolores Landaeta sobre la deuda social de la democracia. Se trata de una tesis que usualmente ha sido bandera de populistas para soliviantar a las masas ofreciendo prebendas y soluciones milagrosas, explotándose la ambivalencia entre derechos políticos y sociales, para que quienes pernoctan en la miseria terminen inducidos por la explotación de la esperanza, sin importarles perder la libertad”. Reafirmando que esta práctica es ya universal y muy particularmente en América Latina.
La conveniencia de rememorar a las fuentes de la democracia, señalando a la Ley de Leyes, Carta Magna y Texto Fundamental. Mencionando a la exposición de motivos, preámbulo, particularidad de sus preceptos, disposiciones transitorias y enmiendas. Lógicamente una indispensable referencia al control de constitucionalidad, sin el cual la democracia no es tal. No sabemos si fuimos oportunos preguntándonos: ¿Es el constitucionalismo primero? Y ¿Es el Estado posterior a la Constitución? Atrevidas preguntas.
No podía dejar de referenciarse “la dinámica social”, su concepto y las estructuras sociales, entre ellas, la familia, empresa, sindicatos, gobierno, religión y la educación. Asimismo, el individuo, los grupos y las organizaciones, calificados como los tres componentes sociales. Por supuesto, los partidos políticos, su vigencia y cuestionamiento. Así como el futuro de estos últimos. Pues, en la medida en que no haya un engranaje entre tales factores, a la democracia proseguirá cuestionándosele.
Finalmente, no podía dejar de tocarse, tratándose de “la teoría de la democracia”, el vínculo entre esta última y las fuerzas armadas, estatuido y normado en la constitución, poniendo de relieve el ir y devenir, a lo largo de la historia, del role determinante de “los hombres de uniforme”. La pertinencia del tema, a lugar, por la necesidad, imperiosa, por demás, para alcanzar “el apoliticismo castrense”, un largo, pero sinuoso camino, que aún no termina. De imperativa mención el caso de Venezuela, cuya Carta Magna vigente estatuye a la Fuerza Armada Nacional como “una institución esencialmente profesional sin militancia política, para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación en el desarrollo nacional.
El precepto revela, sin duda alguna, la legítima preocupación del constituyente ante “la ola de dictaduras castrenses que han existido a lo largo de América Latina y otras partes del mundo. Pareció prudente traer a colación la denominada “Revolución Árabe”, la de “La Plaza Tahir” en Egipto, para deponer a Bosni Mubarak, y cuyas frustraciones Alaa Al Aswani narra descarnadamente en “La República era esto”. La ocasión permitió, asimismo, traer a colación el libro “Horacio Contreras, La Ilusión de un soldado”, cuyas páginas revelan el sueño de la venezolana Lastenia Contreras, asambleísta en la Constituyente de 1947, fuente de la denominada “Revolución de Octubre”, para que su hijo sea soldado instruido para demandar la observancia de la Constitución, lo cual no es golpe de Estado si el régimen es antidemocrático.
“El arbitraje castrense” ha sido inevitable y la palabra “revolución”, también, evidencia de lo cual, entre otras, el reciente libro de Pérez Reverte con detalles acerca de los dramáticos acontecimientos de México en el primer tercio del siglo XX, el golpe de Estado contra Juan Jacobo Arbenz en Guatemala, protagonista de la denominada Revolución de 1944. Ha habido, pues, de todo y para todos y la tendencia, aminorada, pero todavía se le alienta. Decir lo contrario, es engañarnos.
Una consideración final pudiera pasar por preguntarse ¿Cuál es el camino ante “el prolegómeno” de la humanidad?
La respuesta, ¡Debería ser la democracia!
Por fortuna, ya se hace referencia a “La crisis de las autocracias”.
El profesor Nelson Chity, con quien compartí la disertación, explicó el tema mejor que quién suscribe.