sábado, noviembre 23, 2024
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El «diálogo» entre el Vaticano y el régimen de Ortega no produce efectos: continúa la persecución

El diálogo entre el Vaticano, la Iglesia católica en Nicaragua y la tiranía de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se lleva a efecto desde hace varios meses sin resultados fructíferos hasta ahora, el obstáculo sería Murillo, la esposa de Ortega y vicepresidente designada, asegura una fuente católica. «Están negociando una salida para monseñor Álvarez, pero no hay una respuesta de Murillo», dijo.

Una docena de religiosos están en las mazmorras del régimen, entre ellos el obispo de la diócesis de Matagalpa, y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez, a quien la dictadura acusa de intentar «organizar grupos violentos» e incitar al «odio» para «desestabilizar al Estado de Nicaragua».

El Papa Francisco admitió a mediados de septiembre de 2022, que la Santa Sede mantiene un «diálogo» con el régimen sandinista. «En Nicaragua las noticias son claras, hay diálogo, se ha hablado con el gobierno. Hay diálogo, pero esto no quiere decir que se apruebe o desapruebe todo lo que hace el gobierno», dijo en esa oportunidad. Dos fuentes del Vaticano y el presidente de la Conferencia Episcopal nicaragüense, monseñor Carlos Enrique Herrera confirmaron que el diálogo continúa con el régimen, informó el medio El Debate.

Pero meses de diálogo no han tenido hasta ahora un efecto positivo, más bien al contrario. El régimen ha desatado una mayor persecución contra la iglesia. Siete religiosos fueron declarados «culpables» por la tiranía sandinista de «conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado de Nicaragua y la sociedad, y podrían ser condenados a 10 años de cárcel» el próximo 3 de febrero.

Y mientras el «diálogo» continúa la dictadura estaría preparando la galería 10 en el Sistema Penitenciario de Tipitapa «por órdenes de la presidencia» donde serían trasladados algunos presos políticos que están en las celdas de la policía de El Chipote, donde permanecen los reos de conciencia que son de interés para la dictadura. Según la fuente, los religiosos podrían ser trasladados a esa área en el penal de Tipitapa, el propósito es elevar la presión al Vaticano. También algunos opositores que están en El Chipote.

Y mientras el Vaticano mantiene conversaciones con el sandinismo, el gobierno de Estados Unidos dijo que sigue abierto a un diálogo con el régimen, y negó que el asesor presidencial especial para las Américas, Christopher Dodd, se haya reunido con el exjefe del Ejército, Humberto Ortega, hermano del dictador Daniel Ortega, durante una gira que realizó en diciembre pasado a Costa Rica donde se reunió con el presidente de ese país, Rodrigo Chaves. Uno de los temas que abordaron las partes fue el deterioro de la situación de Nicaragua.

«El Asesor Especial Dodd no se reunió con el General Retirado Humberto Ortega durante su viaje a Costa Rica. Como siempre, seguimos utilizando todas las herramientas diplomáticas y económicas a nuestro alcance para garantizar la liberación segura de los presos políticos. Seguimos abiertos al diálogo con el gobierno de Nicaragua», dijo la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Kristina Rosales Kostrukova.

Los hermanos Ortega gobernaron durante la primera dictadura sandinista en la década de 1980, una época en la que también hubo persecución contra la Iglesia católica y expulsión de sacerdotes. El exjefe militar promueve una salida «negociada» con la actual dictadura de su hermano y una «cohabitación» con el sandinismo después de más de 40 años de sembrar terror, muerte y corrupción.

Iglesia callada y sometida
Para Jaime Ampie Toledo, cristiano católico y expreso político actualmente en el exilio, el régimen de Ortega y Murillo busca mantener una Iglesia callada y un clero sometido a base de amenazas y persecución, mucho más cuando se trata de una figura como «monseñor Rolando Álvarez y otros sacerdotes que generan sentimientos y el anhelo de seguir luchando por la libertad y clamando justicia para Nicaragua desde hace más de 40 años a causa del sandinismo. Eso no les conviene», subrayó. El obispo Álvarez es el jerarca de más alto rango secuestrado por la dictadura que ha sido crítico de la represión y los abusos a los derechos humanos.

«Lo que quiere Ortega y su mujer son obispos silenciados, acomodados ya sea por miedo o por complicidad con ese sandinismo nefasto. Saben que tener encarcelado a monseñor Álvarez representa para ellos un problema porque, aunque el pueblo de Nicaragua, la Iglesia y la feligresía estén callados, muchos están en silencio orando pidiendo por la libertad, es un problema para el sandinismo y prefieren que él (obispo Álvarez) salga del país», aseveró Ampie Toledo.

Y es que el destierro o la cárcel son las dos opciones que la dictadura estaría ofreciendo para monseñor Álvarez, dijo recientemente el obispo de Honduras, monseñor José Antonio Canales al diario La Prensa, asegurando que el régimen no quiere voces críticas en el país.

«El Vaticano enfrenta un dilema porque podría darle la orden al obispo para salir del país, pero sería contraproducente para el Papa Francisco, que ha mostrado cierta inclinación con presidentes de izquierda y empatía con el dictador cubano, Raúl Castro, y otras amistades peligrosas que dañan la imagen del papado, no de Francisco, porque Francisco va a pasar y vendrá un nuevo Papa en algún momento, pero sí de la institución. La amistad con los (la vicepresidente Cristina Fernández de) Kirchner (en Argentina, el país de Francisco) y la benevolencia que ha tratado al régimen de Venezuela, es una vergüenza para la Iglesia», subrayó el expreso político.

También se mostró en desacuerdo con la poca beligerancia de la jerarquía de la Iglesia católica en Nicaragua en torno al encarcelamiento y percepción contra los líderes católicos. «Desde mi sentimiento como cristiano católico, es lamentable, es triste, es que ni siquiera hay una posición, simplemente han callado y yo creo que ya no es entendible el temor o el miedo, como pastores están obligados a actuar, hablar con determinación, sin miedo como lo hacía Juan el Bautista, sin miedo como lo hizo Jesús», manifestó.

«No deben tener miedo, como no lo tuvo monseñor Álvarez, como no lo han tenido los sacerdotes que están encarcelados, los seminaristas que han sido condenados, es lamentable, es triste y rezamos para que toque los corazones de los obispos. No hay una carta pastoral donde todos la firmen en una sola voz y que hablen claro de que existe una persecución religiosa, hay una actuación deliberada, injustificada y satánica contra los pastores de la iglesia, tienen la obligación moral, religiosa, cristiana, de hablar sin miedo», aseveró.

Aunque Ampie Toledo reconoce que la dictadura sandinista ha sido peor que las de Cuba y Venezuela contra la Iglesia católica. «Nunca se había visto una persecución tan directa en contra de religiosos, aunque en los 80 hubo persecución salvaje. Esto más que político es una acción diabólica, hay una acción satánica, y eso es lo que podemos entender como cristianos, en Nicaragua se libra una lucha espiritual, más allá del poder humano como tal», acotó. Se refiere a que Rosario Murillo, es una practicante del ocultismo, en 1990 convocó a un congreso de brujos en Nicaragua.

La escalada
La persecución contra líderes religiosos ha incrementado desde 2018, tras las protestas de abril. El régimen de Ortega y su esposa Rosario Murillo ordenó el ataque armado a la parroquia Divina Misericordia, donde se refugió un grupo de estudiantes de la persecución. Un joven murió víctima del ataque. Partidarios del régimen incendiaron parcialmente la Catedral de Managua con una bomba molotov quemando la Capilla de la Sangre de Cristo, y lanzaron ácido sulfúrico en el rostro al vicario episcopal de la Catedral, Mario Guevara. Ambos hechos permanecen impunes.

Al menos siete clérigos están en el exilio, una docena están encarcelados entre sacerdotes, seminaristas y un obispo. Dos clérigos ya han sido condenados a 5 y 30 años de prisión. Ortega ha ordenado el allanamiento a iglesias como la Divina Misericordia en Sébaco, ha sitiado templos católicos y sus sacerdotes impedidos de movilizarse por policías y paramilitares del régimen.

El régimen expulsó al nuncio apostólico, Waldemar Sommertag, ilegalizó la Asociación Misioneras de la Caridad, de la orden de la madre Teresa de Calcuta y expulsó a 18 religiosas, ordenó el cierre de 11 estaciones de radio y cuatro canales de televisión católicos. La única religión que el dictador sandinista hasta ahora ataca es la católica. Ampie Toledo, dijo que los cristianos esperan un milagro. «Los hombres de fe, esperamos un milagro, no humano, y estamos convencidos que lo habrá», concluyó.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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