MANUEL AGUILERA,
Cuando era niño lo que más me atraía de las funciones de circo eran los momentos en que el valiente domador se encerraba en la jaula con leones y tigres que -desafiantes- no paraban de rugir. Para un niño de ciudad estar cerca de esos temidos y maravillosos animales llegados de África era toda una experiencia en la que el suspense y el terror te encogían el corazón. El domador con apenas un látigo y algo de comida para premiar la obediencia y las piruetas de las fieras generaba una tensión increíble para un público mayoritariamente infantil.
Aquella tensión, aquel peligro que se respiraba en el ambiente -en tiempos en que no había tantas medidas de seguridad ni tanta protección ni conciencia sobre los animales- eran totalmente reales. De hecho, Ángel Cristo, uno de los domadores de circo más famosos de los años ochenta en España fue portada de revista en varias ocasiones tras ser atacado por leones. La cara del domador y su cuerpo magullado, repleto de vendas, eran todo un poema.
La semana pasada volví a recordar al domador Ángel Cristo y a sus fieros leones a cuenta del levantamiento de sanciones a Venezuela por parte de los EEUU. Me imaginé a Joe Biden encerrándose en una jaula en medio de ensordecedores rugidos de una fiera con bigote llamada Nicolás Maduro. Lo más importante es saber qué es lo que lleva el domador en su mano izquierda si en la derecha lleva el látigo de las sanciones. Biden y su administración apuestan ahora por apaciguar a la fiera a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro que emitió 4 licencias generales suspendiendo ciertas sanciones, aunque precisó que todas las demás restricciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela seguían vigentes.
EEUU emitió una licencia general de seis meses que autoriza temporalmente transacciones relacionadas con el sector de petróleo y el gas, una licencia que “se renovará sólo si Venezuela cumple con sus compromisos bajo la hoja de ruta electoral, así como otros compromisos con respecto a aquellos que son detenidos injustamente”.
Emitió también una segunda licencia general que autoriza transacciones con Minerven (la empresa minera de oro estatal venezolana) que, según el Tesoro, tendrá el efecto de reducir el comercio de oro en el mercado negro.
Por último se modificaron dos licencias para eliminar la prohibición de negociación secundaria de ciertos bonos soberanos venezolanos y deuda y capital de PdVSA, la empresa estatal petrolera. La prohibición de negociar en el mercado primario de bonos venezolanos sigue vigente, precisó el Tesoro.
A cambio la fiera del bigote se compromete a liberar a presos políticos y a pactar con la oposición un calendario electoral. Hay que reconocerle a Biden esta vez su valentía y pragmatismo para cambiar de estrategia. Es evidente que la sanción por la sanción y su metáfora del látigo no ha funcionado. Maduro y la estructura del chavismo se ha enrocado más todavía en sus posturas totalitarias y lejos de renunciar a hacer negocios petrolíferos, ha buscado refugio en los otros enemigos habituales de los EEUU: Rusia, Irán y China.
El argumento de que las sanciones debilitan a Maduro y su régimen no se sostiene con los hechos y si a alguien perjudica de manera directa es al pueblo venezolano, abocado ya de por sí a la miseria y a la huida del país como única salida. Biden esconde el látigo tras la espalda pero a los mandatarios venezolanos les toca cumplir. Abrir las mazmorras del chavismo se antoja sencillo, una vez que los opositores que han pasado por allí es complicado que tengan más ganas de pelea en primera fila y seguramente busquen un perfil más bajo después de tanto sufrimiento.
En lo que va a tener que ser más vigilante EEUU es en que el proceso electoral que tendrá lugar en 2024 en Venezuela cumpla con todas las garantías. Fue emocionante ver las colas de venezolanos depositando su voto para elegir el candidato opositor que se enfrente a Maduro. La victoria de María Corina Machado es incontestable y la erige en una rival solvente para enfrentar al oficialismo. Pero aquí nos encontramos con una de las trampas habituales del chavismo, la inhabilitación. “Esa señora no va”, rugía la segunda fiera del chavismo, Diosdado Cabello hace un par de días.
Y María Corina tiene que ir, le guste o no a estos dos tigres de papel, Diosdado y Maduro. Le toca entonces a Joe Biden volver a empuñar el látigo y amenazar con volver a establecer las sanciones. Estoy convencido de que el gobierno y el pueblo venezolano sentirán el aire y el alivio en el rostro del levantamiento de las sanciones pero el domador tiene que estar muy atento al movimiento de las fieras, no son de fiar y no se les puede dar la espalda. Si no se les mantiene a raya volverán a atacarnos. Desgraciadamente es el único lenguaje que entienden. Levantamiento de sanciones sí, pero deben aceptar unas elecciones libres con todas las consecuencias, incluida la del desalojo del chavismo del poder si así lo deciden los venezolanos.