Mookie Tenembaum,
En el corazón de Albania se gesta una idea singular: la creación de un Estado soberano de la Orden Bektashi, inspirado en el Vaticano. Con una pequeña extensión de 10 hectáreas en Tirana, este enclave representa una versión del islam muy diferente a la promovida por figuras como el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan o el régimen iraní. A diferencia de otras interpretaciones más rígidas, esta propuesta se basa en la tolerancia, el respeto y la convivencia pacífica.
Para comprender el impacto de esta iniciativa, es fundamental repasar brevemente la historia de Albania. Bajo el régimen comunista de Enver Hoxha, Albania fue el primer estado oficialmente ateo del mundo. La religión fue prohibida, y su práctica, duramente reprimida. Con la caída del comunismo en 1991, el país comenzó a reconstruir su relación con las creencias religiosas, promoviendo una convivencia armónica. En este contexto, la Orden Bektashi, una rama del islam sufí que promueve la libertad personal y el diálogo interreligioso ganó influencia.
El Estado bektashi será un espacio exclusivamente para los clérigos y dirigentes de la orden, con normas que permiten el consumo de alcohol y no exigen un código de vestimenta específico. Este enfoque contrasta con el de las teocracias islámicas más conservadoras. Liderado por Baba Mondi, este proyecto presenta una versión del islam centrada en la paz y la apertura, alejada de las interpretaciones más radicales que prevalecen en otros países musulmanes.
La propuesta de este estado desafía directamente la influencia de Turquía, donde Erdogan impulsa un islam conservador, vinculado al poder político y a la movilización popular, influenciado por los Hermanos Musulmanes y grupos como Hamas. En cambio, la visión bektashi separa la religión de la política, promoviendo una interpretación más personal de la fe. Si este estado recibe el respaldo de potencias occidentales, reducirá el alcance de Erdogan en la región y ofrecerá una alternativa moderada al islam político que él defiende.
Pero Turquía no es el único país que se verá desafiado. Irán, con su versión chiita del islam utilizada como herramienta de control político y expansión, también enfrentará dificultades. Mientras Irán promueve un islam más rígido y militante, el bektashismo se presenta como una visión flexible y contraria al extremismo. La creación de este estado tendrá implicaciones geopolíticas, ya que demostraría que la religión no tiene por qué estar subordinada al poder político para ser relevante.
El potencial de este enclave no solo radica en su mensaje de paz y respeto mutuo. Si bien enfrentará obstáculos tanto dentro como fuera de Albania, el éxito del Estado bektashi podría mostrar que es posible vivir una fe en paz, desafiando las corrientes más conservadoras y militarizadas del islam en países como Turquía e Irán.
Las cosas como son.