Que el FBI, la policía más poderosa y con más recursos del mundo, se ha convertido en una amenaza a las libertades que espía a la gente corriente al servicio del estamento demócrata ha dejado de ser desgraciadamente una novedad en la tierra de los libres y el hogar de los valientes. La novedad está en los grupos en los que está metiendo las narices.
Recordarán que, en su primer discurso nada más llegar a la Casa Blanca, Biden identificó la mayor amenaza interna para la seguridad de los Estados Unidos, que no es ni los Antifa que actúan como milicia de la izquierda, ni los Black Lives Matter que incendian las ciudades y expolian los comercios, ni la invasión descontrolada en la frontera sur; ni siquiera su hijo Hunter Biden, con sus amistades peligrosas con chinos y ucranianos, no: el peligro está en el ‘supremacismo blanco’, que ni está ni se le espera.
Ahora, a estos enemigos del Estado se ha sumado un pintoresco grupo del que nadie sospecharía su potencial para sembrar el caos y el terror: las familias católicas que asisten a la Misa Tradicional.
Un documento publicado por un denunciante del FBI indica que la agencia planea intensificar su «evaluación» y «mitigación» de los «católicos tradicionalistas radicales» durante los próximos 12 a 24 meses, informa LifeSiteNews. La excusa es que los enemigos del régimen del ‘devoto católico’ Joe Biden podrían estar haciendo causa común con los tradicionalistas.
La nota, de ocho páginas, fue publicada por el ex agente del FBI Kyle Seraphin en UncoveredDC. Obra de un analista del FBI y dirigido exclusivamente a otros agentes, lleva el encabezamiento «El interés de los extremistas violentos por motivos raciales o étnicos en la ideología católica radical-tradicionalista presenta casi con certeza nuevas oportunidades de mitigación».
Seraphin describe el informe como un «producto de inteligencia» que, aunque no es exhaustivo, puede usarse como un punto de referencia inicial para que la agencia «apoye» futuras investigaciones sobre el tema. Entre los aspectos más controvertidos del memorándum está que cita directamente un estudio difamatorio realizado por el Southern Poverty Law Center (SPLC) sobre el tema «Catolicismo tradicional radical».
El anónimo autor del documento aclara que estos peligrosos católicos tradicionales se «caracterizan típicamente por el rechazo del Concilio Vaticano II». El misterio es qué salto lógico da el agente encargado de poner al FBI en estado de alarma sobre esta oscura amenaza para asociar la preferencia por la Misa ‘ad orientem’ (de espaldas a los fieles) y en latín con una «adherencia a la religión antisemita, antiinmigrante, anti-LGBTQ y blanca» y una «ideología supremacista».
En circunstancias normales, este escándalo provocaría una fulminante e indignada protesta por parte de la Santa Sede ante semejante demonización de fieles católicos que asisten a Misa según una forma lícita y que ha sido la normal durante más de mil años. Pero las circunstancias, también en la jerarquía católica, son cualquier cosa menos normales.
El Papa Francisco está ahora, precisamente, en una singular ‘guerra’ contra estos adeptos de la Misa Tridentina, lo que le convierte, siquiera coyunturalmente, en un extraño aliado del FBI en esto. Por lo demás, el Vaticano hoy es un fuerte aliado y partidario del ‘devoto católico’ y furioso abortista Joe Biden, con lo que no debe extrañarnos que no haya salido ni un murmullo de protesta de Roma.