RENE LANKENAU,
El cambio comenzó hace poco más de 25 años.
Una de las principales implicaciones del TLC fue que México se convirtió en un país que muchas empresas considerarían para instalar sus fábricas. Su ubicación geográfica, el bajo costo de la mano de obra, la (relativa) estabilidad política y social, y claro, el nuevo acuerdo comercial aceleraron la llegada de inversiones a nuestro país: de poco menos de $14 mil millones de dólares que invirtieron las empresas extranjeras en México en 1999, pasamos a más de $30 mil millones en 2001.
Llegaron muchas empresas. Algunas con una mentalidad más bien ‘maquiladora’, pero otras empezaron a apostar por el desarrollo de mayor capacidad en nuestro país. En los números se ve algo interesante: esos primeros años, más del 70% de la inversión extranjera directa (IED) consistía en “dinero nuevo” que entraba a nuestro país para arrancar las nuevas fábricas. Pero eso fue cambiando con los años, y ahora más de la mitad de lo que se registra como IED son las utilidades que reinvierten aquí las empresas extranjeras. O sea, que en la medida que se fueron haciendo grandes, muchas reinvierten y reinvierten para consolidarse en México.
“La reubicación de cadenas de valor ocurre cuando los activos productivos para el mercado de América se localizan en América y los de Asia se dejan en Asia, y los del mercado de Europa se ponen en Europa”. Emilio Cadena, CEO de Prodensa, tiene más de 35 años trabajando con empresas que quieren instalarse en México. El fenómeno del nearshoring, dice, lo comenzaron a ver desde 2012 o 2013, cuando las empresas deciden estar cada vez más cerca de sus clientes.
“Es el primer momento de la historia cuando el consumidor realmente manda. Antes habían pocas opciones para elegir. Era muy limitada la oferta y no podías escoger mucho, pero hoy en día escoges y también consumes más rápido. Tú quieres que te lo entreguen hoy, máximo mañana, y además quieres las cosas hechas a la medida. La única manera de hacerlo es acercándote al consumidor”.
El segundo detonador, añade, fue la llegada de “épocas nacionalistas” — principalmente con el presidente Trump en EUA — y en donde crece la rivalidad entre los países. Se popularizan los discursos anti globalización, hay recelos y desconfianza entre países. Y luego viene la pandemia.
Las medidas de aislamiento social tienen un tremendo impacto en las cadenas de suministro, lo que genera escasez en todos tipo de productos. Empresas y clientes se enfrentan a situaciones nunca antes vistas, que dejan en evidencia lo frágil que es un sistema en el que existe tanta distancia entre los diversos jugadores.
¿Qué es, y qué NO es el nearshoring?
En los últimos años, muchas empresas de retail o de e-commerce han estado instalando nuevos centros de distribución a lo largo de todo el país con el objetivo de hacer entregas de última milla. Esto puede tener un gran impacto — pero no es propiamente nearshoring. Tampoco lo es que empresas mexicanas crezcan sus fábricas.
Nearshoring se refiere a la reubicación o creación de una nueva fábrica eligiendo un sitio que esté lo más cerca posible de los clientes. Es el caso de Skyjack, que invirtió $80 millones de dólares en Ramos Arizpe. United Rentals, una gigantesca empresa de EUA es uno de sus principales clientes, así que tomó la decisión de ensamblar sus equipos cerca de donde terminaría entregándolos. Otro ejemplo es Man Wah Holdings, que está construyendo una fábrica de muebles en Nuevo León (una inversión que podría terminar en cientos de millones de dólares). Sus productos son para exportarse a EUA.
En este sentido, una buena parte del fenómeno del nearshoring está relacionado con empresas de Asia — y particularmente de China — que ahora se ven en la necesidad de mudar la fabricación de sus productos a México. De acuerdo con información de la Secretaría de Economía, en 2011 la IED que hicieron las empresas de China en México fue de $38.3 millones de dólares. Diez años más tarde, esta cifra se habría multiplicado unas 10 veces: empresas chinas habrían destinado más de $385 millones de dólares para crecer en nuestro país. “Chinese firms are establishing factories that allow them to label their goods ‘Made in Mexico,’ then trucking their products into the United States duty-free”, publicó el NY Times hace algunos días.
“Chinese companies have no intention of forsaking the American economy, still the largest on earth. Instead, they are setting up operations inside the North American trading bloc as a way to supply Americans with goods, from electronics to clothing to furniture”.
Hofusan Industrial Park pareciera ser el epicentro de las empresas de China que eligen
instalarse en México. Un joint venture entre desarrolladoras de Chinas y la familia de César
Santos, el proyecto completo del parque industrial contempla 850 hectáreas; las primeras 200 ya están terminadas.
“Nosotros sí vendemos tierra. Eso es un diferenciador importante”, explica Santos en entrevista con Whitepaper. “A las empresas de China les gusta mucho la idea de comprar porque en su país no pueden ser propietarios de la tierra. Que les digas que aquí pueden ser dueños, les emociona”.
Hay unas 20 empresas ya instaladas en Hofusan (o en proceso de construir sus fábricas), pero esperan que este número crezca a más de 50. En unos 10 años, añade, debiera haber más de 1,000 nacionales de China en el parque, trabajando junto con cerca de 30 mil empleados mexicanos.
Javier Llaca, director de operaciones y adquisiciones de Fibra Monterrey, insiste que lo que
estamos viviendo ahora no tiene punto de comparación con lo que vimos en las últimas décadas. “En mi vida profesional he visto tres momentos en México: el lanzamiento de NAFTA a finales de los 90, el ‘mexican moment’ a principio de los 2010, y ahora el nearshoring. Ni el primero ni el segundo le llegan al nearshoring”.
Llaca coincide con Cadena: el nearshoring se origina por una combinación de factores y es
increíblemente relevante para nuestro país. El mercado mexicano pudiera crecer durante los próximos cinco años a tasas de entre 8% y 12% anual, lo que implica que se podría duplicar el mercado de las naves industriales.
De los 84 proyectos de inversión que Invest Monterrey registró para Nuevo León en 2022, 31 vienen de parte de empresas de EUA, 19 de China, 6 de Corea, 4 de Alemania y 4 de UK. Como es de esperarse, el principal sector es el automotriz (19 inversiones), pero proyectan también proyectos relacionados con electrónica (10) y otros de electrodomésticos (3).
“La cosa se ve muy prometedora, todavía más de lo que hemos visto hoy en día”, señaló Andrés OchoaBünsow, chairman de Invest Monterrey. “Todo estará en nuestra capacidad para recibir las inversiones. La mano de obra en Monterrey es muy buena, actualmente se gradúan 8,000 ingenieros al año y es un factor que hace a Monterrey muy competitiva”.
Esto no quita que hay varios retos importantes. Uno tiene que ver con la infraestructura, dice, porque incluso las carreteras podrían no ser suficientes. Está también presente la posible carencia de energía eléctrica y de agua. El otro tema es la mano de obra. “Se están elevando los índices de rotación de personal pero esto es preocupante porque el costo para reemplazar al personal es muy grande. Las personas que vienen del sur, a veces vienen con un mindset más agrícola, y trabajar turnos de 8 horas en una planta requiere de un proceso evolutivo, y este es uno de los retos que es captar a la gente y capacitarlas para poder cumplir las demandas de mano de obra”.
¿Qué significa cuando una empresa como Unilever dice que invertirá $400 millones de dólares en Nuevo León?
Significa que, de entrada, va destinar muchos millones de dólares para construir una fábrica y equiparla. Probablemente va rentar tierra y/o naves industriales, va comprar las máquinas que necesitará para producir, va adecuar todos los espacios alrededor, va a hacer muchísimos procesos legales y relacionados con los permisos, va a armar un equipo de recursos humanos que empiece a contratar y capacitar gente, va a desarrollar relaciones con una serie de proveedores, va a contratar empresas de transporte que muevan sus productos, etc. Un reciente estudio publicado por GBM estima que por cada 5% de las exportaciones en las que México reemplace a los países asiáticos, nuestro PIB crecerá 2% — o unos $23 mil millones de dólares.
El nearshoring impacta directamente los resultados de los desarrolladores inmobiliarios, lo que a su vez mejora al segmento de la construcción: necesitarán más acero y cemento para las naves, más herramientas, más vidrio, más recubrimientos. Impacta en los resultados de aeropuertos, aerolíneas y hoteles, y también en los de las empresas de transporte. Genera más trabajo para abogados y para instituciones educativas y de capacitación, así como para servicios que desarrollan procesos industriales e instalan maquinaria. Más importante aún: terminarán comprándole productos a proveedores locales, creando oportunidades de empleo e incluso contribuyendo con el desarrollo económico de zonas enteras.
En 2010, había un poco menos de 21 mil personas viviendo en el municipio de Pesquería, en el centro de Nuevo León. En 20 años había apenas duplicado su población — un ritmo de crecimiento similar a otros municipios que están en las afueras de Monterrey.
Diez años después, la cosa sería muy diferente. En los resultados del Censo 2020 del INEGI, Pesquería aparece con 147 mil habitantes. En tan solo una década sumó el equivalente de la población del municipio de San Pedro.
Este explosivo crecimiento se explica por la llegada de KIA Motors al estado. En 2016, la
armadora coreana inauguró en ese municipio una planta que tendría capacidad de producir unos 300 mil vehículos al año. Para ello invirtió más de $1,000 millones de dólares.
Ahora viene China. Hisense es una empresa pública, china, con cerca de 100 mil empleados alrededor del mundo. Los últimos años han sido de expansión: ha hecho una serie de takeovers importantes, incluyendo la adquisición de Hitachi, Lucent, de los negocios de TVs de Toshiba y Sharp, e incluso una empresa holandesa de cocinas.
Técnicamente, tienen ya una planta de televisiones en México (en Tijuana hay una fábrica de Sharp, que ahora es parte de su grupo). Hace menos de dos años, Hisense anunció que está haciendo una inversión de $260 millones de dólares para construir una planta en Salinas Victoria. Van a producir diferentes líneas de electrodomésticos, incluyendo refrigeradores, aires acondicionados, cocinas, lavavajillas, lavadoras y secadoras; estiman que terminarán empleando a unas siete mil personas.
Similar a lo sucedido con KIA, decenas de empresas están llegando junto con Hisense — al
menos unas 20 para finales de este año. El municipio de Salinas Victoria, donde todo esto está sucediendo, tenía unos 86 mil habitantes en 2020. ¿Cómo se transformará en los próximos 10 años? Si creciera de forma similar a lo que sucedió en Pesquería, significaría que podría superar los 500 mil habitantes. Más allá de los problemas políticos, el nearshoring es una realidad en México.
Nos podemos perder en las cifras y en los datos, pero no se trata de esto. Se trata de estar
conscientes de lo importante que es esto para nuestro país y para nuestras empresas, y sobre todo, de identificar qué tipo de oportunidades podríamos aprovechar: ¿será que están llegando nuevos clientes para mi negocio? ¿Qué le puedo ofrecer a estas las nuevas empresas? ¿Será que estas empresas necesitarán algo que difícilmente encontrarán en nuestro país (y yo se los podría dar)? ¿Qué cambia en el entorno competitivo, que impacta a mi empresa (para bien o para mal)?