Marcela Losardo está cansada. Durante el último año el kirchnerismo, que cuestionó su nombramiento, viene operando para que ruede su cabeza. La ministra de Justicia inicialmente trató de resistir en el puesto, pero con el nuevo discurso de su amigo Alberto Fernández (que se acopló a las críticas de CFK contra el Poder Judicial) la funcionaria decidió que ya no tiene nada que hacer en el Gobierno.
Losardo ya le dijo a Fernández que se quiere ir. Sin embargo, Alberto resiste su salida. Por ella, pero también por él, que está en el momento de mayor vulnerabilidad desde el inicio de su gestión. El “vacunatorio VIP” y la salida de Ginés González García ya lo dejó demasiado golpeado como para que el kirchnerismo duro le arranque otro peón para nombrar un funcionario afín.
El eventual reemplazante sería Martín Soria. El diputado peronista tuvo un breve paso en el juzgado de Juan José Galeano y tiene la simpatía total de Cristina Kirchner desde la denuncia contra Gustavo Hornos, presidente de la cámara federal de Casación porteña.
Los acosos del kirchnerismo contra la ministra no son nuevos. Losardo era una de las funcionarias del Gobierno que Kirchner, sin nombrar, dijo que “no funcionaban”. Pero desde que los últimos fallos judiciales, y el aumento de la preocupación de Cristina, se multiplicaron los embates del Instituto Patria contra la titular de la cartera de Justicia. Las intenciones de Cristina son claras: presionar a los jueces y fiscales desde adentro, con un ministro que tenga como agenda su impunidad judicial.
El punto de inflexión para Losardo habría sido el discurso del presidente Alberto Fernández en la apertura de sesiones. El acople retórico de Alberto a la agenda de CFK le dio a entender a la ministra de Justicia que su tiempo se acabó.
Por ahora Fernández no tiene más que la amistad personal de muchos años para pedirle a la ministra que resista, al menos por un tiempo más. Pero él sabe que ella está muy angustiada y que fue el nuevo cristinismo retórico adoptado por el presidente lo que la dejó a contramano. Lo peor es que Alberto no tiene ningún “plan b” como para justificar el pedido.
Fuente: PanamPost