No es ningún secreto que los haberes jubilatorios, sobre todo los mínimos y medios, son bajos en Argentina. Claro que tampoco es un misterio como se llegó hasta aquí. Además de las problemáticas conocidas del sistema mal llamado “solidario” o “de reparto” en manos del Estado, se agregó en las últimas décadas la tragedia kirchnerista, que terminó de fundir por completo el sistema.
Por un lado, el populismo K incrementó considerablemente el número de beneficiarios, incluyendo a personas con aportes insuficientes, e incluso, directamente ninguno. Se los puso a la par de los jubilados que aportaron toda la vida duplicando el número de personas en edad pasiva que cobraban todos los meses. Pero como si esto fuera poco, también se dedicaron a incrementar el tamaño del Estado y el gasto público, apelando a la solución oscurantista de imprimir billetes para paliar el déficit creciente.
¿El resultado de todo esto? El predecible: inflación galopante, problemas de deuda y personas de ingresos fijos absolutamente empobrecidas. Entre ellos, los jubilados.
Tan grande ha sido el saqueo, que hasta han manoteado los fondos privados de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). Aunque el sistema tenía sus falencias, ya que estaba híper regulado, hasta la estatización el gobierno no podía “meter mano” en los recursos de las personas que decidieron esquivar las jubilaciones estatales en la década del noventa.
Primero, hicieron una ley para que las personas puedan cambiar del sistema para volver al estatal. Como la gran mayoría decidió quedarse con las administradoras privadas, directamente decidieron estatizar los fondos, todo en nombre de la justicia social. Mientras tanto, seguían sumando jubilados sin aportes, quebrando el Estado e imprimiendo billetes.
Lejos de cualquier tipo de autocrítica, el kirchnerismo y sectores de la oposición ahora deciden continuar con la demagogia, votando en la Cámara de Diputados un incremento que, en estas circunstancias, comprometería seriamente el ordenamiento fiscal que está logrando la gestión de Javier Milei. Aunque el programa comienza a dar resultado y la inflación está en claro retroceso, el populismo K y los legisladores que le hacen el juego votaron anoche una modificación al último cálculo jubilatorio con una única intención: no buscan beneficiar a los adultos mayores, simplemente forzar al presidente a vetar una ley, para tratarlo de insensible.
El presidente ya había asegurado que vetaría cualquier iniciativa parlamentaria que atente contra el ordenamiento de las cuentas públicas. Por si alguien tenía alguna duda, anoche volvió a reiterar que, de aprobarse esta cuestión, el único destino es el del veto. Sin embargo, a esto le han dedicado tiempo de una sanción legislativa. Se ríen de los jubilados y no hacen otra cosa que especular políticamente.
Aunque el bochorno ya era suficientemente escandaloso, el kirchnerismo y algunos diputados cercanos se dieron el lujo de hacerla completa votando en contra de las jubilaciones de privilegio, a las que tanto Milei como Victoria Villarruel decidieron renunciar. En otro momento para el olvido de la sesión de ayer, Miguel Ángel Pichetto (extitular del bloque del senado K) dijo que las ideas que proponen estas iniciativas están basadas en la “antipolítica” y que proponen que un expresidente “tenga que ir a trabajar a una fábrica” luego de ejercer su mandato.
Es evidente que buena parte de la política no está dispuesta a perder sus privilegios y que seguirán apostando por la demagogia. El año próximo, en la elección de medio término, la ciudadanía argentina escogerá entre el populismo, las prebendas o la racionalidad por la que apuesta esta gestión.