Trino Márquez,
Aunque en el pasado Venezuela nunca llegó a mostrar la estructura de clases de un país democrático desarrollado, con una clase media ampliamente predominante en el conjunto de la nación, sí es cierto que en América Latina los estratos intermedios venezolanos eran de los más extensos, con mejor calidad de vida y mayor capacidad de consumo y ahorro del continente. Nuestras clases medias podían compararse con los sectores equivalentes en numerosas naciones de Europa. Llegaron a constituir alrededor de 45% de la población en los años setenta.
La formación de las clases medias fue un proyecto de las élites políticas después de la muerte de Juan Vicente Gómez, y con particular énfasis después del triunfo de la Revolución cubana. La dirigencia política
se propuso demostrar que era posible lograr la equidad social en un ambiente donde se respetara la propiedad privada y la democracia.
La palanca más poderosa de ese plan fue, sin duda, los crecientes ingresos petroleros destinados, en gran medida, a fomentar el surgimiento de una pequeña y mediana industria y comercio, lo cual trajo aparejado el surgimiento de pequeños y medianos empresarios que le sirvieron de soporte al proceso de sustitución de importaciones, fase inicial de la industrialización. Durante los años que duró la Segunda Guerra Mundial se dieron los primeros pasos en la formación de ese empresariado intermedio, que posteriormente fue ampliándose en la década de los cincuenta y, fundamentalmente, con el comienzo de la etapa democrática, tras el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. Desde comienzos de la década de los años cuarenta hasta la década de los ochenta, Venezuela experimenta –con breves lapsos en los cuales el proceso se interrumpe– un crecimiento económico sostenido, que hace posible el nacimiento de una extensa capa de empresarios medios.
Al mismo tiempo que se producía la expansión del empresariado, fue surgiendo una clase media profesional –como consecuencia de la inversión en el sistema educativo en todos sus niveles– entrenada para insertarse a trabajar en los organismos del Estado, en el propio sistema educativo (el estrato docente creció de forma exponencial) y, particularmente, en las medianas y pequeñas empresas que se habían levantado.
Las distintas capas de la clase media pudieron surgir porque el auge económico se produjo en un ambiente donde prevalecía la estabilidad política y de precios. Los aumentos de sueldos no eran solo nominales. Estaban por encima de la inflación, situada entre las más bajas de toda la región. En esta atmósfera de crecimiento económico sin inflación pudo emerger y consolidarse la clase media.
Venezuela se convirtió en un país de oportunidades para empresarios que vivían en ambientes muy hostiles en sus respectivas naciones, y para los profesionales universitarios y técnicos de nivel superior que estaban subpagados en sus países de origen. Otro sector que se desplazó hacia Venezuela fue el integrado por los profesores e investigadores de universidades que huían de la persecución política y la represión de las dictaduras gorilas al sur del continente. Célebre –aunque no excepcional– es el caso de Fernando Henrique Cardoso, quien impartió docencia durante varios años en el Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes), organismo dependiente de la UCV, y luego fue presidente de Brasil durante ocho años. Se le considera uno de los mejores mandatarios que ha pasado por el Palácio do Planalto.
Resumiendo una historia y un proceso que requiere mucha más atención de la que puedo dedicarle en este artículo: la clase media venezolana constituyó un modelo en América Latina y en el mundo. Representaba el éxito de la democracia y de un modelo económico que había distribuido la riqueza proveniente del petróleo y del crecimiento industrial, comercial y financiero, con el fin de diversificar las clases sociales y hacerlas más variadas.
De ese modelo ya no quedan sino recuerdos. Durante los últimos 10 años los sectores medios entraron en un proceso de extinción indetenible. En la actualidad, sus diferentes componentes apenas rozan 12% de la población. El éxodo masivo, la quiebra del aparato industrial, comercial y financiero, la crisis del sistema educativo, el desempleo y la informalidad, la inflación y los sueldos paupérrimos que gana la inmensa mayoría de la población, son algunos de los factores que han erosionado de forma continua a las clases medias. Su decadencia es uno de los signos más ominosos de los tiempos que vivimos. Estamos en un país donde la riqueza se concentra en un vértice muy estrecho y reducido. A la amplia mayoría de los venezolanos se les ha condenado a vivir en la miseria o a huir para buscar destinos más amables y humanos.
Entre los grandes retos que Venezuela enfrenta, se encuentran la superación de la miseria y la construcción de una nación donde las clases medias sean ampliamente predominantes en el conjunto social.