Genaro Mosquera,
La situación de Venezuela se ha complejizado por la obsesión del poder autocrático que persiste al desconocer el proceso electoral presidencial, impidiendo el reconocimiento del candidato que tiene el apoyo casi total del pueblo soberano. Han abusado, violado la Constitución y, robado las elecciones abiertamente, sin escrúpulos y con el desprecio al ordenamiento legal. Ejercen brutal represión apoyados aparentemente por la fuerza militar directa y, sectariamente por los cuerpos paramilitares integrados mayoritariamente por delincuentes. Tal situación,está afectando la paz de la nación, intimidando y encarcelando a la dirigencia opositora y usan sin escrúpulo alguno la despreciable ambivalencia de dirigentes, empresarios, rectores y oportunistas que están disminuidos producto de sus errores políticos, entreguismo y egoísmo sin medida.
Tenemos a un presidente electo en legitimas elecciones soberanas y como contraparte, un régimen que desconoce la voluntad y soberanía popular. El régimen ha llenado y difunde en los medios propaganda mentirosa de todas sus ilícitas actuaciones, incluyendo un supuesto terrorismo. Se ha aislado de la gente, potencian su sectarismo y terquedad intentando esconder: su corrupción, la entrega soberana a otros países, la protección cómplice a las organizaciones delincuenciales internacionales. Pese a ello, se ha despertado la verdad, fortaleciendo la denuncia y se ha puesto a los principales ductores de la tiranía en el estrado con acusaciones penales ampliamente documentadas. Las intervenciones de los organismos internacionales están claras en su conocimiento de la violación de los derechos humanos, arbitrariedades constitucionales y, además ha provocado el desprecio de sus congéneres ideológicos de otras naciones latinoamericanas que toman distancia.
Las ansias de libertad del pueblo venezolano son indetenibles, cansado de tanta humillación, represión y, mal vivir enfrenta decididamente la fracasada estrategia socialista que con sus licitas actuaciones los han puesto al borde de la ignición y a punto de derrumbarse ante la fuerza popular.
La fuerza militar mantiene precariamente al poder usurpado. Una disección de su interior pone de manifiesto: contradicciones, represión y división. Esa fuerza sigue el orden cerrado soportando chantajes, amenazas y expulsión. Se han dado de baja cientos de miles de profesionales de las armas y se ha sembrado internamente la discordia la cual tiene apariencia de una supuesta cohesión simulada mediante demostraciones públicas, conferencias inútiles y, desfiles folclóricos los cuales constituyen un juego peligroso ante la evidente realidad y de que una reacción militar pueda precipitar la salida del poder con las consecuencias que ello trae.
Dicha disección se centra en la insatisfacción militar sentida y, es fuente de preparación para la defenestración de la dictadura impuesta convencida que ese poder corrompido no sale por votos, sino por la fuerza. Obviamente, las contradicciones internas militares se sustentan en la propaganda falsificada, tal como los eslóganes: “Chávez vive, somos socialistas, somos bolivarianos, seguimos el legado del Libertador Bolivar.”
El régimen ha despreciado el llamado que se le ha hecho de parar la tragedia, pero abusan de sus acciones y privilegian argumentos que dan origen a declaraciones demagógicas del legado bolivariano, ignorando que el mismo, sirve de sustento para poner las cosas en el camino democrático, de la libertad y, de lograr la reconstrucción institucional de la fuerza armada,
El legado de Bolivar es quien en esta coyuntura debe guiar a militares honestos, sin ignorar el manoseado lema usado frecuente e hipócritamente, “hay de aquel militar que levante las armas contra su pueblo.” Existen lineamientos históricos de mayor consistencia en la aplicación del legado bolivariano para justificar cualquier acción que neutralice a la tiranía y señale el camino a la libertad.
El libertador Bolivar decía en 1814 en asamblea popular en la ciudad de Caracas: “Compatriotas, Yo no he venido a oprimiros con mis armas de vencedores, he venido a traeros el imperio de las leyes; he venido con el designio de conservaros vuestros sagrados derechos, …. Un soldado no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes y del gobierno, es el defensor de su libertad. Sus glorias no deben confundirse con las de la república, y su ambición debe ser satisfecha con la felicidad de su pais… yo os suplico que me eximáis de una carga superior a mis fuerzas., elegid a vuestros representantes, vuestros magistrados, un gobierno justo, y contad con que las armas que han salvado a la república protegerán siempre la libertad y la gloria nacional de Venezuela.
Sabiamente puso por delante la libertad y la ciudadanía y, eximía al militar de gobernar como lo hacen ahora, han confundido el legado bolivariano mandando despóticamente desde órganos civiles y reprimiendo a los opositores. Qué clase de militar es tan hipócrita y tirano para ejercer el poder que nadie le ha concedido,
Más tarde, en 1819 en Angostura afirmaba “dichoso el ciudadano que, bajo el escudo de las armas de su mando, ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta, … frente a la autoridad legítima, depósito de la voluntad soberana y arbitro del destino de la nación” O sea, quien es el estado mayor para ignorar unas elecciones legitimas donde la mayoría de su propio componente votó en la misma proporción de la población para elegir a un presidente legítimo, por cierto, custodio de las actas legitimas mostradas y en su lugar ir por orden superior en contra la voluntad popular que, incluso tiene implicaciones y sanciones legales contra una partida de delincuentes que tienen antecedentes y que usufructúan el poder. Un presidente es un simple ciudadano tal y como afirmaba el General Bolivar y que hoy todavía tiene vigencia:
“El jefe supremo de la república no es más que un simple ciudadano, y como tal quiere quedar hasta la muerte. La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos, Nada es tan peligroso con dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía.”
Cómo es que un gobernante, sin calificación alguna como ciudadano, del que se duda de su capacidad, cordura, y nacionalidad, alumno con formación militante e ideológica de un pais comunista como lo es Cuba, representante de sus intereses, sublimado a sus órdenes en franca violación de la soberanía, ejerce el poder facilitando la intervención interna dentro de la fuerza armada y asume el poder omnímodo de la magistratura, de la institución electoral, del poder moral y, de la Asamblea, entre otras instancias, ordenando el comportamiento de sus integrantes en franca dictadura y que quiere gobernar y desea seguir haciéndolo hasta el resto de la eternidad.
Volvamos al legado libertario; En 1821 al aceptar provisionalmente la presidencia del Estado de Cúcuta afirmaba: ““yo no soy el presidente del Congreso, no soy el magistrado que la republica necesita… mi oficio de soldado es incompatible con el de magistrado… soy hijo de la guerra, pero yo quiero ser ciudadano para ser libre y cambiar mis dictados por el de buen ciudadano…”
Expresaba claramente su disposición de dejar el poder después de su acción libertaria y haber desarticulado parcialmente las guerrillas de los criollos ambiciosos de poder y riqueza, y afirmó en 1826 “…he sido jefe supremo por seis años, …. mi relación por tanto es una ruptura de las leyes fundamentales, yo no quiero mandar más.”
Seguidamente en su paso por Maracaibo en 1826 reiteradamente afirmó; “Tan solo el pueblo conoce su bien, y es dueño de su suerte, no un poderoso, ni un partido, ni una facción. Nadie sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo, y su potestad, usurpación.”
Este legado libertario proporciona hoy día, una importante justificación para la rebeldía militar para la deposición de los facinerosos, y de mostrarse ante su pueblo como un verdadero soldado en el itinerario de la historia, consecuente con su bandera de siete estrellas y su juramento. Desobedezcan las ordenes del dictador y de sus secuaces que, enriquecidos muestran méritos falsificados, condecoraciones de chapita y activos sustraídos de la república.
Manos a la obra o tendrán igualmente la responsabilidad de haber traicionado a su patria y, sufrirán las consecuencias que se derivan de tal actitud y otros vendrán en su lugar. Son ustedes mayoría en las fuerzas armadas, pero son pueblo y, al despojarse del uniforme serán ciudadanos de bien, pero solo si aceptan y obedecen la voluntad popular.