HUGHES,
Con estivalidad y la alevosía acostumbrada nos llega noticia del acuerdo entre PSOE y ERC para sacar a Cataluña del régimen común y crear lo que han llamado un «concierto económico solidario», expresión que capta bien la inversión total de sentido que satisface a los psicópatas implicados en la negociación. Sobre esto es posible que ciertas personas de izquierda manifiesten una indignación que será falsa; serán unos soponcios fingidos destinados a salvaguardar la propia condición de «izquierdista».
Decidirán «las bases de Esquerra», dicen solemnes, y los españoles deberán permanecer atentos. Todo por hacer presidente a Illa, el del Covid; todo después de un golpe de Estado y su amnistía por ley.
Los españoles, que tragan con esto y mucho más, sin embargo pasarán estos días dando lecciones a Venezuela sobre cómo derrocar tiranos, que es como si Burundi diera clases sobre la carrera espacial (y que me perdone el diplomático de Burundi, país elegido por su exótica eufonía).
En fin, hay que aprovechar agosto para descansar un poquito de los españoles, que al cabo de un año agotan a cualquiera, pero antes recordemos la situación general en la que queda el país: la fractura y quiebra del Estado, cuyo penúltimo plazo son la Hacienda y la selección; la desnacionalización galopante y, sobre ella, la oleada migratoria, que en breve alterará el censo y el ethos nacional, si es que aun se puede hablar de algo así.
Lo que ocurre en Venezuela es de mucha trascendencia. No tanto por la comparación de regímenes y estrategias, como puntualizan los cacúmenes de la izquierda, siempre infatuados de academicismo, sino por algo muchos menos discutible: los asesores o apuntadores u oyentes en Caracas son Monedero (podemita), Santiago, comunista (sí, comunista) y Zapatero, el siniestro personaje que ha marcado la agenda política española desde antes del 11-M, el que inició el pacto con ETA y aun remata las campañas electorales del PSOE. El colaboracionismo de estos individuos con la criminal tiranía de Maduro nos revela su naturaleza: son enemigos de la dignidad humana, del pueblo venezolano y por supuesto de España, incapaces de respeto institucional y vida democrática.
Pero para enfrentarse a semejante tropa, el primer obstáculo sigue siendo el mismo: la confusión deliberada en la derecha o, simplemente, en la base social que aun conserva un leve patriotismo y sentido común. El PP y las escaramuzas del Estado profundo y cloacal son los colaboradores necesarios.
Al fondo, y eso sí es un Cuelgamuros, el tinglado del 78, cuya propia dinámica constitucional va asfixiando poco a poco, en lento mataleón, la vida, la conciencia y la prosperidad de los españoles, que pese a todo se lanzarán, un agosto más, a su dantesco periplo en chiringuitos, playas y terracitas, donde estas cosas, entre reguetones y tintos de verano, sonarán extrañas, difíciles de creer, difíciles incluso de decir.