Enrique Quintana,
Sorprendió a muchos el maltrato del presidente Andrés Manuel López Obrador hacia Cuauhtémoc Cárdenas, cuando se refirió a él como su “adversario político” y como parte de los conservadores.
Luego celebró el deslinde del ingeniero respecto a México Colectivo. Pero el calificativo allí quedó.
Caracterizó a Cárdenas como un simple “precursor” de su movimiento, minimizando la relevancia que Cárdenas tiene en la construcción de la democracia mexicana.
Por eso vale la pena hacer una retrospectiva para precisar el papel que realmente tuvo el ingeniero Cárdenas.
En la segunda mitad del sexenio de Miguel de la Madrid, por primera vez en la historia se hizo pública la lista de los personajes políticos que aspiraban a convertirse en candidatos presidenciales del PRI, lo que, para todo fin práctico, era equivalente a convertirse en el siguiente presidente de la República.
Fueron seis personas del círculo cercano al presidente De la Madrid que estaban en esa lista: Ramón Aguirre, Manuel Barttlet, Alfredo del Mazo, Sergio García Ramírez, Miguel González Avelar y Carlos Salinas de Gortari.
Con ellos se estableció una “pasarela” en la que expusieron públicamente sus ideas y propuestas.
En este proceso, irrumpió un político que no estaba invitado, el exgobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas.
Cárdenas había ocupado el gobierno de su estado natal entre 1980 y 1986, y pretendió que el PRI modificara el mecanismo de definición del candidato presidencial y estableciera procesos abiertos y democráticos, pues la “pasarela” solo era un ritual, ya que era conocido que el candidato presidencial sería elegido por el presidente en turno.
Cárdenas, junto con otro conjunto de políticos priistas, visiblemente, el exsecretario de Educación y del Trabajo, así como expresidente del PRI, Porfirio Muñoz Ledo, formaron la llamada Corriente Democrática, que pretendía democratizar el PRI.
Al cerrarse las puertas del partido en el poder, Cárdenas aceptó convertirse en candidato presidencial de uno de los llamados partidos paraestatales, que tradicionalmente respaldaban al candidato del PRI: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).
Durante los primeros meses de 1988, la campaña de Cárdenas creció como la espuma.
Los contrincantes, además del ingeniero, eran Carlos Salinas de Gortari, del PRI; Manuel Clouthier, del PAN; Heberto Castillo, de la izquierda unificada en el Partido Mexicano Socialista (PMS), y Rosario Ibarra, la candidata del trotskista, Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Faltando pocas semanas para las elecciones, Heberto Castillo declinó su candidatura a favor de Cárdenas, quien pasó a encabezar el Frente Democrático Nacional.
Las prácticas fraudulentas en la elección de 1988 mostraron que el PRI temía realmente perder el poder, lo que finalmente no sucedió, pero sí se generó la mayor crisis política de la historia moderna del país.
En mayo de 1989 se fundó el Partido de la Revolución Democrática, que se convirtió en protagonista central del proceso de transición democrática del país, bajo la presidencia de Cuauhtémoc Cárdenas.
Durante el sexenio de Salinas, por primera vez la oposición ganó una gubernatura: la de Baja California, donde el panista Ernesto Ruffo resultó electo.
Se gestó un proceso de cambio de las instituciones electorales del país, que condujo a que dejaran de ser conducidas por el gobierno y se formó el Instituto Federal Electoral, que se ciudadaniza en vísperas de las elecciones de 1994, año en el que contendieron por la presidencia de la República Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas, como los protagonistas fundamentales.
En todo este proceso, que fue realmente la gestación de la democracia mexicana, Andrés Manuel López Obrador, era un político menor. En 1988 había sido removido de la presidencia del PRI en Tabasco y emigró al entonces Distrito Federal para trabajar como director de promoción del Instituto Nacional del Consumidor.
En los siguientes años se acercó a la dirigencia del PRD y logró convertirse en 1994 en candidato del PRD a la gubernatura de Tabasco.
Ese proceso electoral en el contendió con Roberto Madrazo, lo convirtió en figura política nacional que incluso pocos años después pudo convertirse en presidente nacional del PRD.
Una revisión muy rápida de la historia muestra que el papel de Cuauhtémoc Cárdenas va mucho más allá de ser un “precursor” más de nuestra democracia.
En una buena medida, los cambios que condujeron a la formación de las instituciones electorales que permitieron al paso de los años el triunfo de López Obrador en la contienda presidencial, derivaron del empuje de Cárdenas.
El triunfo de Cárdenas en las primeras elecciones para la jefatura de Gobierno del DF, así como la pérdida de la mayoría absoluta del PRI en la Cámara de Diputados, ambos hechos en 1997 consolidaron el giro a la democracia del país.
A muchos morenistas que piensan que la democracia empezó con ellos, les haría muy bien estudiar un poco la historia del país para dimensionar la figura de Cuauhtémoc Cárdenas.
No es explicable el país que tenemos sin Cárdenas, como tampoco lo es el triunfo de AMLO en 2018.
Haberlo declarado su ‘adversario’ es muestra de desconocimiento o de una gran soberbia.