OMAR ESTACIO Z.,
La captura e inmediato encarcelamiento la semana pasada, en El Paso, Texas, de Ismael Zambada García, alias, “El Mayo”, capo del Cártel de Sinaloa, coincidió, con el atraco a mano armada perpetrado, esa misma semana, por cierto narcotirano, en perjuicio de millones y millones de votantes venezolanos. Las comanditas entre los Cárteles de Sinaloa y el de los Soles son legendarias. El destino vuelve a unir al mencionado par de hampones.
El 22 de septiembre de 2021, ya el Departamento de Justicia de Estados Unidos, había triplicado la recompensa de USD cinco millones por la captura de “El Mayo”, es decir, la equiparó a los USD 15 millones que el mismo Departamento de Justicia había ofrecido un año antes, a quien “le pusiera los ganchos” al cucuteño.
¿Se trató de una medida equitativa, tomando en cuenta la peligrosidad de ambos criminales o por el contrario, desproporcionada, desmesurada, exorbitante en perjuicio del “El Mayo”, en cuenta que este último comparado con su referido colega podría, parecernos un inocente angelito? No quisiera pecar por prejuiciado.
Nos remitimos a las pruebas concretas y espesas:
A “El Mayo” se le ha enrostrado la exportación desde México a EE. UU., de una tonelada, promedio, de cocaína por año. Al narocotirano en cuestión, por el contrario, le ha sido comprobado, fuera de toda duda, que como factótum del Cártel de los Soles, para 2009 ya participaba en la exportación a EE. UU., de la bicoca de 200 toneladas de narcóticos ilegales anuales. Hoy día, el volumen de tales alijos se ha, más que duplicado y oscila entre las 350 o 450 toneladas por año.
Pese a los nefastos efectos colaterales del narcotráfico, tal actividad representa la quinta parte del Producto Interno Bruto de México. Ese sería su lado “positivo”, si es que cabe la expresión. Centenares de miles de operarios de ese país, siembran, cultivan o recogen coca; la transforman en cocaína en numerosos laboratorios; la empaquetan, la transportan, legitiman el dinero sucio de sus ingresos. El nivel salarial de los obreros de ese “sector” es nacionalmente el más alto. Si en la nación azteca, se eliminase la “narcoindustria” de manera abrupta, cundiría el desempleo, se desplomarían la oferta, la demanda y la recesión campearía fueros. Al contrario de sus pares mexicanos o de cualquier otro cártel, el nefando narcotirano, es un vago de oficio. No siembra ni guaritoto. Tampoco tiene idea de lo que es labrar la tierra. El “valor agregado”, de su participación en el “negocio” es cero. Su aporte al tráfico ilegal de narcóticos se limita a cederle a sus compinches extranjeros, parte de nuestra soberanía territorial, para que los alijos, vayan y vengan por ruta segura y, él, ahí, echadote, cómodamente, en un sillón o en un sofá, cobrando peaje.
A diferencia de lo que ocurre con los cárteles mexicanos, los ingresos del narcotirano, por sus celestinajes, no agregan un solo dólar al P.I.B. de Venezuela. Todo va, directo, a las cuentas off shore, del susodicho y sus camaradas del Cártel de los Soles: El hombre del Mazo Dando, el general Madrino, los chafarotes que pululan por esos meandros. Lo atestiguan las actas del proceso que cursa ante una corte de Nueva York.
En una entrevista que, en 2023 causó sensación, la periodista mexicana, Anabel Hernández recordó la plática que sostuvo con el también alto mando del Cártel de Sinaloa, Damaso López Serrano, alias “Mini”. En la charla, este último, describió al “Mayo” Zambada como una persona “correcta, aunque exigente con sus hijos” (…) “es enérgico, y con su familia, muy autoritario”. “El Mayo” no toleraría que su “menorcito” se exhibiera en medio de una francachela, ante una videofilmadora, con una voladora, bajo la lluvia de miles de billetes de dólares americanos de la más alta denominación. Menos aún, se mostraría, como un mermado mental y moral, ante las cámaras de TV, jactándose de ser un supuesto bailarín de salsa, la noche de la misma tarde en que, cual asesino serial, les ordenó a sus sicarios “¡plomo, carrizo! contra un grupo de estudiantes venezolanos desarmados.
En principio “El Mayo” enfrentará juicio criminal en Chicago, Illinois. Aunque en 2011, en el referido estado de EE. UU., se abolió la pena de muerte, es probable que el respectivo proceso criminal sea radicado en otro estado donde, por sus atrocidades, sí proceda la inyección letal, la cámara de gas o, incluso, colocarlo ante un pelotón de fusilamiento.
Visto lo anterior, de los dos narcos, cada uno por su lado, protagonistas de los dos escándalos de la semana pasada ¿Cuál es el peor y merece mayor castigo? ¿“El Mayo” o su referido colega, que aparte de narco y tirano, comete consuetudinario, todas las atrocidades tipificadas en el Código Penal, leyes especiales, incluido el “Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres” de M.A. Carreño y, por si fuese poco, agrega a su prontuario el fraude electoral?
Tiene la palabra el lector.