LA HABANA — Luego de caminar tres cuadras por calles oscuras, aceras rotas y bajo un calor de espanto, Daniel, diseñador industrial, llegó a un pequeño bodegón privado recién inaugurado en el Reparto Sevillano, a veinticinco minutos en automóvil del centro de La Habana.
Antes de entrar, con timidez, observó la mercadería detrás de los cristales con la cara apoyada entre sus manos. Al abrir la puerta lo recibió un chorro agradable de aire acondicionado a 16 grados Celsius.
Las dos dependientes le dieron las buenas noches. Algo extravagante en los comercios e instituciones estatales. El local, con una fragancia de aromatizante importado, y los anaqueles desbordados de mercancías le hizo pensar que estaba en otro país.
Aterrizaje forzoso
Aterrizó en la realidad cuando examinó los precios. Un queso gouda de tres kilogramos, 8 mil pesos (cuando el salario mensual de un profesional, médico, por ejemplo, puede ser de 6.000 pesos al mes). Jamón ibérico, 2.000 pesos el kilogramo. Dos libras de bistec de res, 2.200 pesos. Y lomo deshuesado, importado de Canadá, 1.800 pesos el kilogramo.
En su cartera, el diseñador solo tenía 1.000 pesos. “Iba a comprar dos jabones de baño, dos de lavar y una botella pequeña de vinagre importado. Si me sobraba dinero, adquiría alguna ‘chuchería’ (golosina) para mi hijo. Pero la cuenta fue de 980 pesos. Me quedaron solo 20 pesos”, dice.
Daniel devenga un salario de 5.000 pesos, que tiene tres equivalencias diferentes: 200 dólares según una cotización a empresas del Estado; 120 dólares, de acuerdo con el canje bancario para ciudadanos y turistas, y apenas 23 dólares en el mercado informal, el más recurrido, donde el 16 de julio, un dólar se valoraba en 215 pesos. Y todo indica que seguirá subiendo.
Demonizar al empresario
Como la mayoría de los cubanos, Daniel demoniza a las MIPYMES (medianas y pequeñas empresas). “Son unos vampiros. Invierten 1.000 dólares y ganan tres o cuatros veces esa cantidad. Viven de explotar al pueblo. ¿Tú crees que un jubilado que gana 1.500 pesos mensuales puede comprar algo en una MIPYME?”, se pregunta indignado.
Maricela, enfermera, está convencida de que las “MIPYMES son dirigidas por altos funcionarios del gobierno y sus parientes. Hay rumores de que militares y ‘pinchos’ (funcionarios) del partido que se jubilan, se dedican al negocio de importar alimentos y otros productos y ganan muchísimo dinero. Se habla en la calle de que ya hay unos cuantos que tienen millones de dólares con esos bisnes”.
Norge, chofer de ómnibus, afirma que esos negocios son “un atraco a mano armada. No benefician al pueblo en nada. Al contrario. Las MIPYMES, junto a las tiendas MLC, son dos de las entidades más impopulares del país”
Corrupción galopante
De veinte personas encuestadas por DIARIO LAS AMÉRICAS, quince consideran que las MIPYME son un nido de corrupción que está engendrando una pandilla favorecida por el régimen y culpan a esos nuevos negocios por la elevada inflación. Y cinco piensan como Liudmila, estudiante universitaria: que, gracias a las MIPYMES, «los cubanos que reciben remesas o tienen la posibilidad de ganar altos salarios, pueden comprar una gama de productos que hace años no se venden en los mercados estatales”.
¿Es cierto que las MIPYMES son negocios patrocinados por el régimen? Les preguntamos a tres expertos.
Gustavo, economista, asevera que “debido a la poca transparencia informativa que existe en Cuba, es difícil corroborar esa tesis. Pero algo es real. Si un opositor o un periodista independiente intentan sacar un permiso para abrir un negocio cualquiera, las autoridades se lo prohíben. Todas las leyes aprobadas en la isla tienen sus filtros y sus trampas. Mientras no seas una persona que abiertamente te opongas al gobierno, tal vez te otorguen la licencia. Pero además de la cuestión política, existen mecanismos impositivos y legales que lastran el buen desempeño de cualquier negocio privado en Cuba», aclara y añade:
«En los lineamientos del partido comunista, que es la ‘biblia’ por la que se rige el gobierno (o dice que los hace), queda claro que no se permitirá la acumulación de propiedades y capitales a los emprendedores privados residentes en el territorio nacional. La cuchilla fiscal le sirve al gobierno como un arma para frenar y controlar a aquellos negocios que puedan ganar mucho dinero. Recuerda que se debe pagar el diez por ciento de impuestos sobre las ventas y el 35% de las utilidades. Un impuesto excesivamente elevado que es un lastre para, de forma legal, acumular riquezas”, concluye.
Un ex funcionario de una agencia importadora estatal explica que “además de pagar tasas arancelarias progresivas que van aumentando según las ganancias, para importar mercancías tienes que contratar una empresa del Estado, que cobra hasta un 20 por ciento de comisiones, o comprar al por mayor en la Zona Especial del Mariel que es un emporio de GAESA. Y, como si fuera poco, en 2023 el Ministerio de Finanzas y Precios le anuló a las MIPYMES el año de prórroga sin pagar impuestos que tenían. En medio de una crisis económica e inflación disparada, eso dificulta mucho el crecimiento de ese tipo de emprendimientos”.
Ruslan, el tercer experto consultado, es licenciado en ciencias políticas y opina que “sería un error garrafal del gobierno poner trabas al crecimiento de las MIPYMES, pues más de un millón de personas trabajan en esas formas de negocios y sus salarios, entre quince y cuarenta mil pesos, son de tres a diez veces superiores a los sueldos de instituciones del Estado. Se deberían potenciar todo tipo de emprendimientos privados, ya sea MIPYME o cooperativas de trabajadores, pues han demostrado en apenas dos años de surgimiento que son el único ramo productivo o de servicio que crece en el país. Y este año, según el propio ministro de economía Alejandro Gil, prevén importar 1.000 millones de dólares en bienes. A la vuelta de cuatro o cinco años, en un país normal sin injerencia del Estado, esas cifras rondarían los siete u ocho mil millones de dólares. Las MIPYMES son la piedra angular del capitalismo moderno”.
El freno
Gerardo, dueño de una MIPYME, subraya que “el burocratismo, la corrupción institucional y los altos impuestos son un freno importante para desarrollar este tipo de gestión económica en Cuba. Para salir adelante hay que hacer trampas e ilegalidades. Declarar cifras por debajo de las reales, tener una doble contabilidad en el negocio y buenos contactos con funcionarios intermedios o importantes del gobierno. De lo contrario es difícil crecer, porque si vuelas muy alto, te cortan las alas”.
De acuerdo con un ex gerente de CIMEX, “existe una estrategia para reconvertir a un grupo de militares y funcionarios retirados en dueños de negocios con el objetivo de que puedan burlar el bloqueo yanqui. Desde hace tiempo, pesos pesados del gobierno tienen cuentas en paraísos fiscales y son propietarios de negocios muy lucrativos. Para establecer empresas en el exterior, utilizan de testaferros a ciudadanos extranjeros».
A ex oficiales de la FAR y el MININT se les ha permitido abrir negocios privados. Yoandy Riverón, identificado como el oficial ‘Cristian’ de la Seguridad del Estado, quien hostigó y reprimió a activistas disidentes en la provincia Villa Clara, ahora devenido empresario, es dueño de la tienda de calzado Jona’s SURL en el poblado de Camajuaní.
La dictadura intenta monopolizar los negocios privados más rentables y aglutinar una incipiente oligarquía obediente a sus intereses. Como en Rusia. Los dueños de ventas de alimentos online, con tarjetas extranjeras, son personajes importantes del régimen. Es el caso de Supermarket, regentada por Guillermo García Fría, nonagenario ex combatiente de la guerrilla en la Sierra Maestra que no ocupa cargo político, pero tiene más poder que cualquier ministro. O Ramiro Valdés, otro de los llamados ‘históricos’, al frente de COPEXTEL, un negocio digital en dólares.
También hay exiliados que sostienen prósperos negocios en Cuba tanto de importación de alimentos, como de artículos de uso múltiple y hasta de automóviles. La venta de estos bienes se efectúa a través de tiendas en línea donde los cubanos exiliados en otros países pagan el divisas y les ordenan las compras a sus familiares residentes en la isla.
Un emprendedor privado, dueño de una MIPYMES que importa alimentos desde Europa, cuenta que sus ganancias, “después de pagar más del 45 por ciento de diversos impuestos no son elevadas. Al mes gano alrededor de 4.000 dólares limpios, que en Cuba es un dineral, pero en otra nación no es gran cosa. Además, una cantidad importante de dinero tienes que dedicarlos a pagar coimas (sobornos) a funcionarios estatales, desde inspectores hasta intendentes del municipio donde esté enclavado el negocio. Mi consejo a los emprendedores que comienzan es que vuelen por debajo del radar. Que no traten de crecer demasiado y que consigan un socio en Estados Unidos que les posibilite importar desde allí, pues se reducen los gastos un 30 por ciento en concepto de precios y fletes”, opina.
La mayoría de los emprendedores consultados consideran que las MIPYMES enchufadas con el régimen son las únicas que crecen.