viernes, diciembre 27, 2024
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El país se enfrenta a su propia deuda, pero en ascenso

MIAMI.- El año que termina es muy diferente al anterior en Estados Unidos. Aún sin pandemia de coronavirus a cuestas y una inflación que comienza a ceder, hay asuntos pendientes que preocupan a quienes vivimos en el país.

El nuevo año comienza con un Congreso nacional renovado, en el que el Partido Republicano toma la delantera en cantidad de representantes en la Cámara Baja y el Partido Demócrata se mantiene al frente del Senado con dos votos de ventaja.

Esta situación pone en manos de ambos partidos políticos la legislación de medidas que afectarían al país, a todos por igual, y se impone la necesidad de conversar y concebir consensos, eso que llamamos en inglés compromises.

Para nadie es noticia que desde hace 50 años el nivel de vida desciende paulatinamente, y que aun así Estados Unidos continúa siendo el lugar predilecto, con sus virtudes y defectos, para la mayoría de los migrantes.

Tras el paso de la pandemia y el cierre de buena parte de la economía nacional que provocó el mortífero virus, además de gastos gubernamentales extraordinarios, la inflación comenzó a subir sigilosamente en marzo de 2021 hasta alcanzar 9.1% en junio de 2022, la cifra más alta reportada desde diciembre de 1981, cuando el Buró del Trabajo y Estadísticas denotó 10.3%, o sea hace 41 años, según recoge US Inflation Calculator.

Entretanto

Al mismo tiempo vemos crecer ciudades, y también las necesidades económicas que hacen a muchos contar los centavos para llegar a fin de mes. Miles que acuden a otros en busca de ayuda o a una casa de acogida para no tener que pernoctar en la calle.

Empleo hay y mucho. “Bastaría tener en cuenta el bajo índice de desempleo, 3.7% en noviembre, y los letreros que anuncian plazas disponibles”, comentó el consultor político Andrés Sánchez, de la firma Sánchez & Associates.

Por otra parte, a cientos de miles se les permite ingresar al país con el argumento de razones humanitarias, sin que haya un programa sólido aplicado que resuelva sus necesidades y evite el peso que representan para el resto de la población.

“Me encantaría traer a casa a decenas de personas necesitadas y darle un techo y un plato de comida, pero si no tengo las condiciones creadas, no puedo hacerlo”, reflexionó Sánchez.

Al consultor político también le preocupa la radicalización de ideas, de un lado y el otro, en un país que antes acostumbrábamos a conversar y llegar a un consenso.

“Abundan las voces acusatorias, las que plantean soluciones únicas sin tener en cuenta el pensamiento de los demás”, señaló.

Y si esto fuese poco, el país entra en una peligrosa encrucijada, aun cuando porta legítimos argumentos solidarios, para asistir a Ucrania en su defensa contra Rusia.

“Sabemos que Estados Unidos tiene un firme compromiso con Europa y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), y que el enemigo común es Rusia, con Vladimir Putin a la cabeza, y dar la espalda a Ucrania no es posible, pero también sabemos que el fin de la invasión rusa es incierta y desconocemos aún hasta dónde podemos seguir ayudando”, argumentó el consultor político.

De hecho, tanto Europa como Estados Unidos pagan un alto costo por asistir a Ucrania, entre ayudas monetarias y armamentistas y la promulgación de fuertes sanciones económicas a Rusia, que, si no impactan y cumplen su finalidad de parar la invasión, regresan a su punto de origen como un búmeran.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski enfatizó, durante su visita al Congreso estadounidense, que “Ucrania lucha por la libertad y la democracia” y que la «asistencia financiera de Estados Unidos es de vital importancia» para expulsar a los ocupantes rusos.

Luego añadió, que la batalla en Ucrania no es solo por su territorio sino también por Europa y el mundo. «Es solo cuestión de tiempo que ellos [los rusos] ataquen a los demás países, si no los detenemos ahora», afirmó.

Qué hacer

Occidente no quiere tener una guerra con Rusia, eso lo sabemos. Entraríamos en la indeseada tercera guerra mundial. Y si a esto sumamos que ambas fuerzas cuentan con bombas nucleares, el temor y el terror es aún mayor.

No obstante, a pesar de las ayudas, fuentes del Pentágono opinan que la guerra en Ucrania es imposible de ganar en términos militares, si Rusia aplica mayores armamentos.

En efecto, el jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, Mark Milley, admitió ante periodistas en noviembre que «la probabilidad de que la victoria militar ucraniana ocurra en el corto plazo no es alta».

“Hay quien argumenta el fracaso militar en Afganistán, tanto para la invasión de Rusia en 1980 como la conjunta de países con Estados Unidos en el 2001, pero esa derrota fue para el invasor, no para el invadido”, recordó Sánchez.

La ayuda económica y militar de Estados Unidos a Ucrania supera los 68.000 millones de dólares, acorde con el informe de Center for Strategic & International Studies.

Mientras tanto, la Casa Blanca pide 37.700 millones más, que debe ser discutido por el Congreso que toma posesión en enero.

“Con esas decisiones por tomar”, anotó Mark F. Cancian, asesor mayor del International Security Program, “conviene repasar cuánta ayuda hemos dado, para qué sirve esa ayuda y qué pide ahora la Casa Blanca”.

Mientras tanto, la deuda pública de Estados Unidos continúa aumentando y supera los 34 millones de billones de dólares, eso que llamamos Trillions en inglés.

Fuente: Diario las Américas

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