Es evidente que el chavismo perdía las elecciones. Pero no por un margen normal, en el marco de unas elecciones supuestamente polarizadas. Perdían por escándalo y paliza. Al punto que ni siquiera controlando a los organismos electorales desde el Estado, la dictadura se animó a enfrentarse en las urnas con la referente opositora que ganó cómodamente las primarias del año pasado.
Luego que el “Tribunal Supremo” venezolano ratificara la proscripción de María Corina Machado, el dictador Nicolás Maduro (que nuevamente pretende ir por la “presidencia”), rompió el silencio desde su insólito podcast, que compartió desde las redes sociales.
Paradójicamente, fue Maduro el que acusó a la oposición de romper el Acuerdo de Barbados. Su argumento es que fueron sus adversarios los que no respetaron el pacto de suspender la “violencia”. También señaló que no han repudiado los supuestos intentos de magnicidio en su contra y que tampoco colaboraron con las investigaciones al respecto. Sin más, como si algo de esto tuviera el más mínimo sentido, el discípulo de Hugo Chávez, dijo que la oposición llevó a cabo “cinco conspiraciones”, por lo que “cayeron con sus kilos”.
Nada de esto resultó una sorpresa. Ni la confirmación de la burda proscripción ni el argumento del dictador. Sin ir más lejos, el jueves Maduro había dicho que el Acuerdo de Barbados estaba “herido de muerte” y en “terapia intensiva”. De forma hipócrita, aseguró que él igualmente estaba haciendo todo lo posible para “salvarlo”. Horas después la predecible farsa volvió a quedar en evidencia ante el mundo.
Luego de enterarse de la vergonzosa resolución de la “Justicia” venezolana, María Corina Machado dijo que fue el régimen el que acabó con el Acuerdo de Barbados. Para la dirigente opositora, el chavismo eligió el “peor camino” y aseguró que la dictadura no conseguirá su objetivo de realizar elecciones fraudulentas este año.