jueves, octubre 31, 2024
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El péndulo de la vida

RICARDO TORRES CASTRO,

Péndulo, del latín Pendulus (pendiente). De este, se ha definido el sistema físico que puede oscilar bajo la acción gravitatoria. Del péndulo se ha fundamentado la teoría física de la elasticidad. De su sistema, compuesto por una masa suspendida de un punto o de un eje horizontal fijos mediante un hilo, se puede medir el tiempo.

Los primeros escultistas lo tenían como el socio de la brújula, brindaba exactitud, generaba confianza y claridad. Newton lo utilizó para demostrar la teoría de la conservación de la energía.

Adivinos, magos, espiritistas, mentalistas lo han usado como beduino de la localización y adivinación.

Es simple: independiente de su morfología, su valor en el escenario supersticioso de la mente, sus usos variados: medida del tiempo, medida de la intensidad de la gravedad, etc., el péndulo traza un recorrido profundamente abrumador y sereno.

Mágico es su proceder: se levanta el puño, se templa el hilo que sostiene el peso que serenamente se desplaza de un lado para otro, dependiendo del pulso y del insignificante hilo. Lado a lado, el péndulo camina, deja pendientes, no es conclusivo, depende del puño para proseguir.

“Dulce deidad del viento, armoniosa suspensión del sentido deseada donde gustosamente aprisionada se mira la atención más bulliciosa”

Sor Juana Inés de la Cruz
Foucault demostró, en el Polo Norte, que el plano de oscilación del péndulo permanecería fijo en un referencial inercial, mientras que la Tierra giraría bajo el péndulo a razón de una vuelta cada 24 horas. Todo depende también de donde te ubicas. No es lo mismo tomar una medida en el Polo Norte a hacerlo en cualquier otra latitud de la Tierra. En su defecto, la medida sería contraria.
Foucault demostró que la oscilación es diferente cada 24 horas.

¿Cada cuanto le puede cambiar la vida a una persona? ¿Cuánto tiempo requerimos para que el péndulo nos haga recorrer la vida de una manera diferente? ¿Cuál es el pulso que pone en movimiento el péndulo de la vida?

Cuando el enamorado se deja suspender en los sentimientos, prendido del hilo de la vida, tras la quietud que la física permite al saber que nos movemos, tras los avatares, las sombras y los recorridos de otros péndulos, sostenida, tranquila, hermosa, cercana y fugaz; con la agitación del propio carácter, Dios simplemente alza su puño; con ternura y delicadeza inclina la mano. Suavemente, la oscilación se confunde y, entonces —solo entonces—, el movimiento hace lo suyo: traslada y mueve lo que necesita para hacer que el peso sostenido en el hilo se desplace con normalidad.

Los malos vientos, como dice el estribillo del canto de Primavera de Vivaldi, solo dejan recuerdos vacíos, cenizas en las casas y el olvido de quien se pensó feliz. He tenido malos vientos, pero he sido buen marinero.

—Minino, minino… —llamó Alicia tímidamente, sin estar muy segura de si al gato le gustaría que le llamasen—. ¿Podría decirme, por favor, por qué camino debo seguir?

—Eso depende, en gran parte, del sitio a donde quieras ir —repuso el gato.

—No me importa mucho donde sea… —declaró Alicia.

—Entonces no tiene importancia el camino que sigas… —contestó el gato.

—…siempre que llegue a alguna parte —agregó la muchacha, como para completar la explicación.

—Puedes estar segura de eso, siempre que camines lo suficiente —declaró el minino.

Fuente: Diario Criterio

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