Marcelo Duclos,
Es como si la locura del kirchnerismo, de alguna manera extraña, llegó a contagiar a los Estados Unidos. Hace tiempo que la actual gestión demócrata cae en muchos de los desatinos del peronismo argentino, algo inimaginable históricamente para la potencia del norte. Como no podía ser de otra manera, finalmente la Casa Blanca tuvo el cónclave entre dos pares. No solamente por la paridad del cargo de mandatario de sus países, sino porque son los dos peores presidentes que tuvieron en la historia ambas naciones.
Como de costumbre, Joe Biden necesitó de ayuda para no hacer papelones. En esta oportunidad, el presidente norteamericano necesitó tarjetas como «ayuda memoria» para que no olvide solamente dos datos: que estaba frente a su par del país llamado Argentina, con el que su país lleva 200 años de relaciones diplomáticas. No había mucho más que eso. Pero el mandatario estadounidense parece que necesita de las tarjetas para no quedar desorientado ante las cámaras del mundo.
Afortunadamente para Biden, sus dislates de la memoria pueden jugarle también a favor eventualmente. No sea cosa que recuerde que hace muy poco, su contertulio de hoy, con el que repudió la invasión a Ucrania, le ofreció a Vladímir Putin la Argentina para que sea «la puerta de entrada de Rusia» en el continente americano. Seguramente tampoco recuerde mañana los «aportes» de Fernández al encuentro: el «mangazo» para con el FMI, la «colaboración» y el «apoyo» en materia de la contraproducente idea del desarme civil y no mucho más.
Lo curioso es que, mientras se realizaba la reunión institucional, la vicepresidente de Alberto estaba denunciando «al norte» como socio en el maléfico plan de la prescripción imaginaria en su contra.
Aunque Biden y Fernández hablaban de la diplomacia entre sus países y la importancia de fortalecer el vínculo de las gestiones, en simultáneo ocurría lo inevitable: un senador estadounidense recordaba que la vicepresidente (que en lo formal es la segunda, pero en lo real es la jefa) del mandatario argentino es una corrupta condenada. Desde sus redes sociales, el republicano Ted Cruz le recordó a Biden que Cristina Kirchner es «profundamente corrupta» y que pesa en su contra «evidencia creíble respaldada por las cortes de Argentina». Como corresponde a la situación, Cruz le pidió a Biden que la sancione a ella, como a su entorno.
Como era de esperar, CFK aprovechó el cuestionamiento del senador republicano para insistir con la tesis delirante de la «proscripción». Mientras Alberto se reunía con Biden, la vicepresidente argentina aseguró que del «norte» le llegaban refuerzos al denominado «Partido Judicial».
Un papelón que ya no se limita al territorio nacional y que Kirchner ya lo hace internacional. Se tendrá que hacer cargo Fernández en Estados Unidos de la realidad de la coalición peronista delirante que lo tiene a él como jefe de Estado y lo convirtió en el peor presidente de la historia de Argentina.