Editorial La Gaceta de la Iberosfera,
Buena parte del perdido, y por lo que vemos irrecuperable, prestigio del periodismo, no tiene que ver con la honrada —si es declarada— orientación política de los medios de comunicación, sino con la grosera manipulación de los hechos noticiosos para que encajen en la línea editorial del medio.
La penúltima muestra de manipulación de unos hechos con fines desinformativos la vimos ayer con la noticia de un suceso ocurrido en la localidad asturiana de Avilés, donde una mujer trató de matar a su hija de siete años arrojándose con ella por la ventana de un quinto piso mientras la pequeña suplicaba a su madre que no la matara. Por fortuna, un coche aparcado que amortiguó con un rebote milagroso la caída, evitó el filicidio de la hija y el suicidio de la madre, que debía entregar la niña a su padre después de que el juzgado ordenara el archivo de varias denuncias no probadas de «violencia de género» y le hubiera devuelto a su ex pareja el régimen de visitas.
Estos son los hechos noticiosos y hasta hace bien poco, por más que nos parezca que han pasado siglos, el periodismo de sucesos habría titulado la noticia, según las reglas generales de redacción periodística, usando las palabras exactas que describieran el hecho con la mayor precisión posible.
Sin embargo, y como muchos de nuestros lectores que sean habituales consumidores de redes sociales conocen, buena parte de los medios periodísticos volvieron a fallar al consentir, por lo que parece, que fueran activistas, y no periodistas, los que escribieron o locutaron la noticia.
El titular exacto del suceso, que sería algo lo más parecido posible a «Una mujer trata de matar a su hija de siete años arrojándose junto a ella desde un quinto piso en Avilés», sufrió una grosera manipulación en la mayoría de los medios que decidieron omitir la intención homicida de la mujer y cambiaron la acción de «arrojarse», que es el verbo exacto que define la acción de dejarse ir con violencia desde lo alto a lo bajo, por el verbo «caer», reservado para el simple efecto de la gravedad sobre una masa y que es una de las palabras exactas si fuera un accidente. Que no lo fue.
«Una mujer cae con su hija» o «una madre y una hija se caen de un quinto piso», son titulares incorrectos que manipulan un hecho noticioso y objetivo con el fin perverso de desinformar a sus lectores por motivos políticos.
Así muere el oficio de periodista, arrojándose desde un quinto piso junto a una madre a la que, por el hecho de ser mujer, trata de eximir de la culpa de haber querido matar a su hija. La prueba del nueve es, por supuesto, que ninguno de esos medios habría escrito lo mismo en el caso de que el filicida frustrado hubiera sido el padre.