SONIA SCHOTT,
El expresidente Donald Trump aventaja tanto a sus rivales políticos en la carrera por la nominación republicana, que casi parece inviable que otros candidatos tengan alguna posibilidad de desbancarlo en las preferencias.
En todo caso, próximamente, los otros aspirantes tendrán su mejor oportunidad para medirse a él, cara a cara, y tratar de demostrar que representan una mejor opción.
El 23 de agosto en Milwaukee, Wisconsin, los republicanos tendrán su primer debate público con miras a las elecciones presidenciales de 2024, y por ahora solo hay algo que podría estropear la ocasión para aquellos que buscan eclipsar a Trump: que el contendiente no se presente.
Con sus altas cifras en las encuestas y donaciones, se espera que sea la estrella del evento.
El comité conjunto de recaudación de fondos del expresidente recibió más de 35 millones de dólares, según reportó POLÍTICO el pasado 5 de julio.
“Esa cifra es aproximadamente el doble de los $18,8 millones que recaudó el comité durante el primer trimestre del año. El comité conjunto de recaudación de fondos se divide entre dos entidades: la campaña oficial de Trump y su comité de acción política de liderazgo, Save America”, sostiene la publicación.
El Comité de Acción Política (PAC) centra sus gastos en actividades ajenas a la campaña, incluido el pago de las facturas legales del expresidente.
La realidad es que Trump encara obstáculos sin precedentes que podrían interponerse en su camino hacia la Casa Blanca. Obstáculos por los que ninguno de sus otros rivales debe preocuparse.
El magnate ya ha sido acusado de cargos relacionados con la retención de documentos clasificados en su residencia de Florida y recientemente le anticiparon que enfrentaría más cargos por ordenar la destrucción de imágenes de videos de seguridad en su casa en Mar-a-Lago.
Además, sus abogados han sido informados de que se están preparando cargos en su contra en relación con los eventos ocurridos en el Capitolio, en enero de 2021.
¿Podrán estos eventos impactar en el debate?
Si Trump no asistiera, los otros contendores aprovecharán la oportunidad para plantear sus dudas sobre su elegibilidad tomando en cuenta los graves cargos federales que enfrenta.
Por otro lado, el debate le da una oportunidad de oro, para señalar nuevamente al Departamento de Justicia de estar involucrado en una cacería de brujas en su contra.
En cuanto a sus rivales, quien se atreva a atacar al expresidente desestimando sus posibilidades, podría desencadenar efectos insospechados.
Según FiveThirtyEight, el 27 julio Donald Trump tenía un 52.4% en las preferencias. Ron DeSantis 15.5%. Vivek Ramaswamy 6.8%. Nikki Haley 3.1%. Tim Scott 2.9% y Chris Christie 2.4%. Douglas Burgum, gobernador de Dakota del Norte, 0.4%.
Hasta ahora, el candidato con más probabilidades de embestir a Trump por los cargos que enfrenta parece ser Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey, quien ha sido su crítico acérrimo desde el principio, y si lo enfrenta en el debate seguramente saltarán chispas.
Por su parte, Nikki Haley ha dicho que si las acusaciones en su contra son ciertas “es increíblemente peligroso para nuestra seguridad nacional” para luego agregar que “esto proviene de un Departamento de Justicia en el que, francamente, el pueblo estadounidense no confía” lo cual la ubica en un terreno ambivalente.
También es cierto que si Trump no se presentara al debate en Milwaukee, el evento perdería brillo y su ausencia se convertirá en tema de atención.
Por ahora, siete candidatos republicanos han superado los umbrales de votación y donación necesarios para ser elegibles, dado que al menos deben demostrar que tienen un mínimo de 40.000 donantes individuales que respaldan su campaña.
Otros que se espera cumplan con los criterios para el debate son el exvicepresidente Mike Pence y el exgobernador de Arkansas Asa Hutchinson, aunque todavía no tienen un número suficiente de donantes.
Pence ha dicho que confía en alcanzar la cifra requerida, pero Hutchinson tiene todavía mucho camino por recorrer.
Para Trump y su equipo de campaña debe ser difícil manejar la presión de ser visto como un candidato con tantos procesos legales con la posibilidad de enfrentar crecientes llamados para que renuncie.
En todo caso, a juzgar por sus recientes declaraciones, retirarse no parece una opción para Trump.