HUGHES,
Michavila tiene por enemigo lo que él llama el «trumpismo demoscópico». No sabemos qué le puede explicar Michavila sobre elecciones a un hombre al que con televisiones y periódicos en contra y sin acceso a las redes sociales votaron más de setenta millones de personas. Quizás Michavila le podría explicar por qué acabaron votando los muertos a favor de Biden, pero para eso, Michavila tendría que haber sabido por qué los vivos no votaron en España a Feijoo, incumpliendo además su profecía.
«No lo vi venir», dice el gurú en una entrevista en ABC. No vio venir, explica, que votantes asustados por Vox votaran a la izquierda. ¿Quién podría haber imaginado algo así cuando todos los medios, incluidos los que emitían sus oráculos a cada hora, lo estaban repitiendo? El PP iba a gobernar, solo o con Vox, así que, como Vox era muy iliberal, machista, homófobo y negacionista, era mejor gobernar solo. ¿Quién podía predecir que los votantes se fueran a asustar?
Michavila explica el motivo del error. No fue suyo, por supuesto, ni de Feijoo, ni de la estrategia del PP. El error fue de Abascal y además múltiple: por presentarse al debate televisivo, por contestar en unos desayunos que, efectivamente, si gobernara volverían los problemas a Cataluña, pero no por Vox, como se tergiversó, sino por los independentistas; y (error definitivo) por presentarse en La Rioja, Pontevedra, Gerona y Lérida cometiendo el grave delito electoral de quitarle votos al PP.
Así que aquí tenemos la ciencia de Michavila, el gurú que nos merecemos: las palabras distorsionadas de Abascal operan sobre mecanismos, chantajes y silogismos ideológicos ya manufacturados y hegemónicos, pero el problema no es ese, sino Abascal, que Abascal hable, acuda a un debate o aspire a presentarse en todo el territorio.
Michavila y sus voceros peperos quieren sustituir la democracia (que ignoran) por la demoscopia, la urna por la cocina, y sobre la unidad de eso que llaman La Derecha, distribuir votos y escaños según un modelo inteligente, por supuesto hecho por ellos. Vox les parece bien si es dócil y se presenta y habla donde y cuando ellos digan. La función de Vox consistiría en ser una especie de turbo-PP en algunos sitios para que gobiernen Morenos Bonillas y Ayusos. Coger los votos, entregarlos en conserjería, dejarse insultar y desaparecer. Eso y ser albañiles de las ideas, currelas de lo ideológico: abrir a martillazos la ventana de Overton (lo que se puede decir sin que te manden a la isla de los leprosos) para que, una vez abierta, la exploten y disfruten Ayuso y los periodistas de centro.
Sobra decir que el enemigo es esto. Que ese engendro que llaman La Derecha es la primera causa de los males del país, que su función es engañar sistemáticamente a diez millones de personas y que con la democracia, que Michavila columbra desde su ventana junto al Retiro, tienen la misma relación que las hermanas Izquierdo (las de Puerto Hurraco) con el cunnilingus.