IBÉYISE PACHECO,
A los venezolanos nos cuesta entender cómo el mundo libre sigue permitiendo que Nicolás Maduro mantenga en estado de sitio nuestro país. Desde la noche del 28 de julio el candidato derrotado por Edmundo González Urrutia ejerce con total impunidad el rol de tirano sanguinario.
No era difícil de predecir. Bastaba verlo antes del proceso electoral cuando anunció un baño de sangre si los resultados le eran adversos. Fue aterrador y yo le creí. Cuarenta años de ejercicio profesional investigando a criminales, especialmente asesinos, me han entrenado para detectar cuándo un sujeto es capaz de matar; algunos ejecutan con sus propias manos, y otros, ordenando o pagando a alguien para que lo haga. Seres despiadados de gélida mirada.
Maduro pretende seguir en el cargo, a como dé lugar, haciendo trampa burlando la soberanía popular. Siente que puede hacerlo y lo peor, que nadie lo impedirá. Asociado al crimen organizado y apoyado en serviles y corruptos militares confía poder permanecer en Miraflores.
Maduro dispara a todos con sus mentiras y a muchos venezolanos con balas. Actúa sobreestimando su impunidad. Incluso desprecia a la Corte Penal Internacional y se burla de que los americanos llegaran a ofrecer millones por su cabeza.
Le da mucho placer infundir temor mostrando a sus enemigos caídos a los que usa como mecanismo de persuasión para quienes se le oponen. Gusta también de humillar al derrotado, por eso ha destinado dos cárceles que funcionarán como depósito de detenidos a los que promete reeducar hasta conseguir obediencia. Un video ya adelantó la espeluznante imagen de un grupo de jóvenes presos proclamando consignas.
Se ha vuelto insaciable. Su odio va dirigido mayormente hacia sectores precisos; primero que nada, los pobres: 95 por ciento de más de mil detenidos viven en sectores populares. De ellos se está vengando, porque votaron contra él. También la emprendió contra las mujeres. Obvio, su obsesión es María Corina Machado, y hay millones con esa fuerza, decisión y eficiencia que le plantan cara al poder y empujan a su familia hacia delante. Tampoco le agradan las nuevas generaciones con las que ha sido despiadado. Las cifras lo ratifican: van más de 100 adolescentes detenidos. Maduro aspira cerrar el paso a todo lo que signifique fuerza de futuro.
Pero también apunta contra los dirigentes políticos, mandatarios regionales, los activistas defensores de los derechos humanos, los testigos de mesa, periodistas, comerciantes, todos. Pocos están a salvo, mientras una élite sostenida por militares corruptos, cazadores de negocios, meretrices de la política, está pisoteando el país.
¿Con quién se siente cómodo Maduro?, En su espacio reinan los hampones, los grupos violentos, los asesinos a sueldo y los torturadores porque en realidad hasta de su corte servil desconfía, más ahora que fue evidente que le mintieron sobre lo que sería la votación a su favor. Maduro estaba convencido de que ganaría. Su entorno le mostró unas cuentas y unas versiones que lo cegaban cada vez que María Corina abarrotaba poblaciones enteras. Él se confió en su chantaje desde el poder con el que en otras ocasiones ha doblegado a los más necesitados. Contaba además con volver a apelar al odio y el miedo. Pero sus discursos recalcitrantes se atascaron frente al arrollador liderazgo de María Corina. Luego fue patético verlo tratando de imitarla, y en su simulación de hombre despreocupado terminó emulando a un payaso.
Maduro perdió de manera escandalosa en un país que lo castigó y que optó por confiar en su dirigencia organizada y eficiente. Venezuela votó por el bien.
Su derrota se alojó en su mirada congelada y su represalia desde entonces ha sido colocar a Venezuela bajo estado de sitio. La élite militar y grupos violentos con permiso de matar han ido sumando víctimas. La persecución sistemática ha operado bajo las dificultades de los periodistas para informar porque la censura es feroz. Los pocos medios que sobreviven están bajo ataque. Y Maduro quiere más sumisión, aspira aislar a los venezolanos, bloquear las redes sociales y convertir el relato oficial en la única verdad.
Antiguos aliados dentro y fuera del país están escandalizados con el terrorismo de Estado, hasta ahora solo eso. Las alarmas sonaron ante la activación de civiles reclutados con orden de actuar en paralelo a las fuerzas de acciones especiales también bajo la dirección de Miraflores. Fuerzas con sobrada capacidad letal y que cuentan con el apoyo tecnológico de drones que señalan la ubicación de víctimas potenciales, los participantes en protestas. Todo bajo la oferta tácita de pago de recompensa a delatores que aporten información sobre ellos.
Venezuela es la reproducción de una película de terror, seguida por muchos espectadores muy alarmados, pero en su mayoría pasivos.
Maduro aspira quedarse mandando en Venezuela por siempre, así convierta el país en un cementerio; a final de cuentas él y los suyos viven a cuerpo de rey.
Un país enteró eligió presidente a Edmundo González Urrutia y un dictador hará lo que sea para no entregar el poder. Somos un pueblo decidido pero inerme. Necesitamos apoyo.