Una imagen que circula en redes sociales coloca en su lado izquierdo al narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán, conocido como el Chapo, y a la derecha al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. La leyenda lapidaria, contenida en este meme producto del ingenio popular, es una pregunta atribuida al Chapo: “¿Cuántos norteamericanos hay que secuestrar para que me suelten?”.
La interrogante es parte de la realidad desesperanzadora que asalta a los venezolanos en medio de la desconfianza hacia la política del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, una vez que ha liberado a dos de los presos más emblemáticos del régimen: Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores De Freitas, condenados el 17 de diciembre de 2017 a 18 años de prisión por narcotráfico después de haber sido detenidos en Haití el 10 de noviembre de 2015 luego de operaciones encubiertas de la DEA.
La libertad de ambos fue lograda por el canje de siete ciudadanos estadounidenses en una operación que desvela peligrosamente la vulnerabilidad de EEUU lo que alienta nuevas detenciones bajo el mismo modus operandi convirtiendo en secuestrables a sus connacionales. Es lo que ocurre en un país donde se violan los derechos humanos y no hay estado de derecho.
Además, no todos los rehenes fueron entregados. De hecho, cuatro americanos siguen bajo el control del régimen. De ellos, por lo menos dos fueron secuestrados en operativos irregulares en territorio colombiano y trasladados posteriormente a Venezuela.
Las conversaciones formales para este canje que liberó a los llamados narcosobrinos se iniciaron en marzo pasado en una reunión en Miraflores con Juan González, principal asesor de la Casa Blanca para asuntos de América Latina, Roger Cartens, enviado especial de Estados Unidos para asuntos de rehenes y el embajador James Story. Quedó claro cuáles eran los nombres que estaban sobre la mesa de negociación cuando trascendió que además de Jorge Rodríguez, había sido incorporada Cilia Flores, la tía en cuestión. En esa primera reunión los americanos lograron la liberación de solo un rehén, uno de los presos de Citgo.
El éxito del régimen con la liberación de los narcosobrinos no cierra aquí. El efecto alimenta las esperanzas por recuperar su joya de la corona Alex Saab y para alcanzar la definitiva eliminación de las sanciones. El pueblo venezolano en cambio sufre un retroceso -otro más- en la lucha por recuperar la democracia y lograr elecciones libres.
EEUU por su lado, recibe a cinco ejecutivos de Citgo detenidos desde el 2017, junto a Mathew Heath, cabo de marina de Tennesse arrestado en 2020 y Osman Khan apresado en enero.
El asunto se vuelve perverso porque en estricto sentido de la justicia nadie puede lamentar que unos inocentes sean liberados, aunque Estados Unidos debería explicar cómo ha entregado a unos condenados por narcotráfico peligrosos para su país, en cuyo juicio se probó que los implicados cometieron fechorías con recursos de instituciones del Estado y que operaron bajo el paraguas protector de Miraflores que en conocimiento de sus delitos se refirieron a Estados Unidos como el enemigo.
A pesar de tratarse de unos presos de gran valor para el régimen, EEUU no logró la entrega de todos los rehenes. Miraflores se quedó con cuatro, descaradamente.
Los detalles de lo que puede seguir sucediendo quedan en evidencia al mostrar con qué facilidad son cazadas fichas para la negociación. Por ejemplo, Osman Khan, uno de los liberados, había sido secuestrado en la frontera por agentes del régimen. De los cuatro detenidos que aún la dictadura mantiene en su poder, dos de ellos también fueron secuestrados en territorio colombiano (en una operación que se presume llevó a cabo la DGCIM). Uno de ellos, Eyvin Hernández, está vinculado a organizaciones no gubernamentales. Ahora se le acusa de una supuesta entrada ilegal mientras su familia insiste en que nunca tuvo intenciones de ingresar a Venezuela.
Los otros dos rehenes no son cualquier cosa y el régimen los preserva para los tiempos que vienen. Se trata de Luke Denma y Airan Berry, dos miembros de fuerzas especiales dedicadas a combatir el terrorismo detenidos en mayo de 2020 en la llamada Operación Gedeón.
A estas alturas, no es desestimable considerar que EEUU va camino a legitimar bajo los hechos a Nicolás Maduro, aunque intente matizar ese efecto bajo el lenguaje diplomático.
Para el colega de The Associated Press, Joshua Goodman, este primer acuerdo es “un raro ablandamiento de relaciones hostiles”. Coincide el colega en la probable ruta de aliviar las sanciones basado en las reuniones secretas que han continuado entre el régimen y la Casa Blanca. También se conoce de las presiones de Chevron para que sus operaciones puedan reactivarse en nuestro país.
En Miraflores celebran. Han sido liberados “dos jóvenes injustamente apresados”, reza el comunicado oficial.