sábado, noviembre 23, 2024
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El show de Tarek William Saab

IBÉYISE PACHECO,

Ser invitado en el recién estrenado espacio de podcast de Nicolás Maduro ha debido llevar al éxtasis al fiscal del régimen Tarek William Saab, famoso en medios del oficialismo por su flexibilidad para inclinar la cabeza ante la pareja presidencial, disposición precedida por los tiempos de Hugo Chávez a quien, según el entorno militar de entonces, le fastidiaba el “pescueceo” de Tarek para hacerse fotos con él.

Tarek, que admitió en el podcast el trato profesional de los periodistas en tiempos de democracia -hoy casi todos bloqueados en sus cuentas de redes sociales-, escuchó de Maduro la imagen peculiar con la que lo había grabado en su memoria desde la primera vez: caminando con un paraguas negro para protegerse del sol. Un disparo de bulliying al estilo Nicolás. Tarek, cual sometimiento de la servidumbre, lo celebró.

Es casi unánime la apreciación que lo considera capaz de hacer cualquier cosa para mantenerse en el poder.

El fiscal autodesignado poeta, ejerce sin temor ni piedad el rol de verdugo en nombre del régimen. Todas las semanas celebra ser trending topic como si estuviera subiendo su valor en la bolsa. Solo él se importa. La lista de injusticias, violaciones de los derechos humanos, o torturas, va acumulándose en un historial que lo aleja de cualquier piedad futura a su favor.

Recuerdo que en el golpe del 4 de febrero del 92 buscó y recibió abrigo en el diario El Nacional porque se sentía perseguido. También el 12 de abril de 2002 lo vi temblando como un pollito al ser apresado. Nos tocó a un grupo de profesionales recordar que sus derechos debían ser respetados. Mi empeño en no convertirme en lo que son ellos, no disminuye mi desprecio y mi lucha por verlo sentado respondiendo ante la justicia por la maquinaria sanguinaria que encabeza.

Tarek es de los malos que con sangre fría ignora el dolor de familiares de desaparecidos por efectivos del régimen, como Hugo Marino, de quien nada se sabe después de caer en manos de la DGCIM el 20 de abril de 2019. Ni un minuto ocupa Tarek en salvar de su agonía a Emirlendris Benítez, joven probadamente inocente y cuya vida se apaga como consecuencia de las torturas recibidas. Menos ha de importarle que al dirigente de Súmate, Pedro Abdul, se le violen sus derechos y lo sometan a una desaparición forzada impidiéndole a sus familiares y abogados asistir a la audiencia que de manera ilegal fue realizada en las instalaciones del Helicoide. Y así, 275 presos políticos languidecen en las mazmorras venezolanas.

La agenda de Tarek tiene prioridades. Para resumirlo: Tarek no es un poeta, lo suyo es el espectáculo.

Tarek ha ido ganando confianza con la experiencia. Digamos que complace a sus audiencias ansiosas de show. Cumple con el libreto. Si mostrar severidad ante los maltratadores de perritos le da seguidores en redes sociales, pues mano dura con ellos. La farándula es de su interés. El privilegio de ser jefe del Ministerio Público lo hace valer en el área VIP de la presentación de artistas internacionales porque de placeres no se priva. A su pose de rigor solo apela ante la exigencia de solicitudes superiores o circunstancias especiales.

No importa lo que haya que desempolvar. Puede por ejemplo revivir como por arte de magia la muerte ocurrida en enero de 2015 del joven rapero Canserbero. Para ello va a la suyo: transmitir por capítulos como una serie de cualquier plataforma, escabrosos detalles que alimenten el morbo de la audiencia. Filtrar por ejemplo el contenido de la autopsia, o transmitir la imagen de un muñeco que reproduce a un humano y lanzarlo desde el edificio donde murió el músico. Tarek no hace eso por un impulso de justicia o interés por la verdad. Aspira sí, alcanzar méritos ante Maduro haciendo maromas para distraer de la mente de los venezolanos el rostro que no lo deja dormir: el de María Corina Machado.

En coherencia con su escenario preferido, Tarek ha anunciado tomar el control sobre un hecho alegórico de la realidad venezolana: la accidentada presentación de Romeo Santos en la Base Militar de La Carlota, organizada por un narcotraficante preso, detenido en el 2015 con un avión cargado de 459 kilos de cocaína en República Dominicana. Personaje que programó con la jerarquía de la Fuerza Armada, todo lo necesario para el show, incluyendo publicidad y venta de entradas en un espacio donde el ciudadano común decente no puede acceder. Es el mismo territorio donde el enfermero de 22 años David Vallenilla recibió en su tórax un disparo de escopeta de un miembro de la FANB y cayó muerto en junio de 2017.

Tarek procurará lucirse de nuevo, no lo duden. Algo debe estar fraguando para esquivar la árida circunstancia que ha confirmado el periodista Roberto Deniz: los hijos de Cilia a través de uno de sus muchos negocios, fueron patrocinantes del oscuro evento de Romeo Santos.

Fuente: Diario Las Américas

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