sábado, diciembre 28, 2024
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«El silencio de Bachelet sobre Cuba es una vergüenza»

El periodista Roberto Alvarez Quiñones para Cubanet, describe la tibieza de la Organización de Naciones Unidas y su silencio cómplice con los atropellos de la dictadura castrista. A continuación reproducimos el texto: El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, es socialista y fue primer ministro de Portugal (1995-2002). La alta comisionada para los Derechos Humanos (el cargo más importante en la ONU tras el de secretario general) es la militante socialista Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile, admiradora confesa de Fidel Castro, el Che Guevara y de la dictadura comunista de La Habana.
El pueblo de Cuba sufre hoy la más masiva y obsesiva represión desde los tiempos coloniales, luego del estallido social del 11 de julio, y necesita más que nunca el apoyo internacional.
Sin embargo, la ONU mira para otro lado. Ignora olímpicamente a los cubanos.
La alta comisionada Bachelet, en su informe global anual sobre la violación de los derechos humanos, no menciona a Cuba entre los países en los que se violan esos derechos, pese a que el mundo entero lo ha podido ver en videos. No hay ni una sola palabra sobre el régimen castrista, lo cual, en la práctica, equivale a complicidad con la tiranía.
¿Por qué esa injusta actitud con el pueblo cubano? Puede haber muchas razones, pero hay una fundamental: muchos de quienes hoy ocupan los puestos claves del sistema de Naciones Unidas son líderes políticos y exmandatarios izquierdistas, socialistas o comunistas.
Eso explica por qué para Guterres y Bachelet en Cuba no hay una dictadura. Al menos nunca lo han dicho. No critican al castrismo, no importa lo que este haga o deshaga. También son “amigos de Cuba” (léase procastristas) muchos de los principales funcionarios de organizaciones la FAO, la UNESCO, la OMS, CEPAL, la OIT o la OPS.
Más profesionalismo y menos ideología
Lo mismo ocurre en la Unión Europea, en la que el vicepresidente de la Comisión (máximo poder ejecutivo de la UE) y Jefe de Relaciones Exteriores es el catalán Josep Borrell, socialista y procastrista de larga data. Antes, el cargo lo ocupó la comunista italiana Federica Mogherini, quien declaró que «en Cuba hay una democracia de partido único».
Todo esto apunta a la conveniencia de que, al menos en la ONU, los máximos cargos de dirección deberían ser ocupados por personas que no estén ni tan a la izquierda ni tan a la derecha del espectro político, sino preferiblemente en el centro. No piensa igual un centrista, centroizquierdista o centroderechista, que alguien ubicado en los extremos del péndulo político-ideológico.
Debe haber en los funcionarios de la ONU más responsabilidad y honestidad, más profesionalismo y menos ideología política e hipocresía. Con su enorme influencia global, un alto funcionario de la ONU debe ser veraz, justo, y poner su deber por encima de su personal afiliación partidista.
Eso no lo hace la señora Michelle Bachelet. Porque si ella no fuese una admiradora de los hermanos Castro desde que era una adolescente, como ella misma ha confesado, Cuba habría ocupado su espacio obligado en el informe citado. Pero ella estima que en Cuba hay una “revolución” hostigada por EEUU y no una dictadura violatoria de los derechos humanos.
En Ginebra los zorros cuidan el gallinero
El informe anual en cuestión se refiere a Venezuela (sin mencionar la intervención de Cuba), Afganistán, Bielorrusia, Camboya, República Democrática del Congo, Georgia, Myanmar, Nicaragua, el Territorio Palestino Ocupado, Filipinas, Sudán del Sur y Ucrania, entre otros.
Por no haber centrismo o culto a la verdad por encima de las ideologías en la alta estructura burocrática de la ONU (como se les exige a jueces y tribunales, digamos) es que se da el caso vergonzoso de que la dictadura del general Raúl Castro es actualmente uno de los 47 gobiernos miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, junto con los regímenes antidemocráticos de Rusia, China, Venezuela, Camerún y varios otros. O sea, en Ginebra son los zorros los que cuidan el gallinero.
Según la ONU, en Cuba se respetan los derechos humanos
Ni a Bachelet, Guterres ni a nadie en la ONU parece importarle que hoy en Cuba tropas de élites típicamente fascistas, agentes policiales y esbirros vestidos de civil siembran el terror impunemente. Miles de personas, incluyendo líderes opositores, han sido arrestadas, muchas apaleadas, al menos una ha muerto. Otros cientos de cubanos han sido confinados en sus casas, sin que se les deje salir a la calle. Ha habido heridos y torturados. Otros huyeron de sus casas para no ser apaleados y apresados. Y todo por haber ejercido el derecho universal a expresarse libremente en las calles, derecho incluso plasmado en la actual Constitución comunista.
Hay además cientos de presos políticos en un creciente Gulag estalinista en el que se golpea y tortura sistemáticamente tanto a hombres como a mujeres. También se les niega asistencia médica, se impiden las visitas de familiares y las llamadas telefónicas.
Varios artistas del Movimiento San Isidro han sido detenidos, entre ellos Luis Manuel Otero Alcántara, ahora incluso enfermo con el Covid-19. Están presos y aislados líderes opositores como José Daniel Ferrer, Félix Navarro y muchos otros. También hay adolescentes presos.
Además, el régimen ha causado miles de muertes por el Covid-19 por negarse a recibir a tiempo las vacunas adecuadas, y por rechazar la ayuda ofrecida desde EEUU por la emigración cubana.
Por otra parte, el hambre en Cuba es un crimen de lesa humanidad, pues quienes gobiernan se empecinan en mantener un absurdo sistema que hambrea al pueblo, en lugar de liberar las fuerzas productivas.
Bachelet pone la ideología por encima de su deber
No obstante, ante tan dramática situación en Cuba, la alta comisaria de la ONU no solo se niega a culpar a la dictadura, sino que declara a los medios que la crisis económica que exacerba los ánimos en Cuba se debe al embargo de EEUU.
La ex presidenta de Chile no se siente compulsada u obligada a condenar las violaciones de los derechos humanos en la Isla porque se siente impune. Sabe que el sistema de Naciones Unidas en el tema de los derechos humanos está muy influenciado por personas de su mismo club ideológico, y por regímenes autoritarios de Asia, América Latina, África, y gobiernos socialistas de Europa. O sea, que si Cuba se queda fuera del informe no pasa nada. Nadie va a protestar, salvo el exilio cubano y Washington.
Es hora de denunciar la influencia político-ideológica en el seno orgánico de la ONU que le impide actuar con justeza. Esa influencia, particularmente en materia de derechos humanos, es incompatible con la misión del magno foro internacional. Es obvio que la señora Bachelet pone su ideología política por encima de su deber como máxima responsable del monitoreo de los derechos humanos a nivel planetario.
O sea, la expresidenta chilena no reúne las condiciones para ejercer cabal y profesionalmente su responsabilidad humanística mundial. Lo adecuado sería que la propia ONU le exigiese que diga la verdad sobre Cuba, o renuncie a su cargo. Pero eso no va a ocurrir. Michelle Bachelet es alta comisionada porque la escogió un colega, el secretario general Guterres.
Fuente: Diario las Américas
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