martes, noviembre 5, 2024
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El valor del intercambio

Escritor Invitado,

Las ideas más evidentes a veces se nos muestran como las más difíciles de alcanzar. Decía Aristóteles en el libro II de la Metafísica que

Lo mismo que a los ojos de los murciélagos ciega la luz del día, a la inteligencia de nuestra alma ciegan las cosas que tienen en sí mismas la más brillante evidencia.

eso es lo que sucede también con el valor del intercambio.

Manuel Polavieja —uno de los pensadores más finos sobre economía que conozco— enunciaba una frase simple pero que entraña mucha verdad: el intercambio nos hace más ricos, por lo que aquello que facilita el intercambio es valioso.

Las implicaciones de esa afirmación recorren buena parte de la historia de la economía: desde la teoría del valor subjetivo, pasando por la comprensión de la naturaleza de la empresa y el descubrimiento de los costes de transacción de Ronald Coase, la incomprensión del valor que aportan los intermediarios en las transacciones económicas y a la sobrevaloración de los productores en la economía, hasta al valor de Bitcoin.

Una vez entendida la profundidad y alcance de esa afirmación, se podrá ver la inmensa riqueza que aportará la posibilidad abrir al intercambio el territorio político.

El intercambio como generador de valor
Decía Carl Menger:

“Lo anteriormente dicho nos revela también cuál es la fuente de la que extraen sus ganancias los miles de personas a través de las cuales se hace el intercambio, aunque no contribuyan de modo directo a la multiplicación física de los bienes, razón por la cual no raras veces se califica su actividad de improductiva.

El intercambio económico contribuye, como hemos visto, a la mejor satisfacción de las necesidades humanas y al aumento de las posesiones de los contratantes, tanto como pueda hacerlo el mismo aumento físico de los bienes económicos.

Por consiguiente, todas las personas por cuyo medio se llevan a cabo estos intercambios son —siempre bajo el supuesto de unas operaciones de intercambio económicas— tan productivas como los agricultores y los fabricantes, porque la meta de toda economía no es la multiplicación física de los bienes, sino la satisfacción más plena posible de las necesidades humanas y, para alcanzar esta meta, la contribución de los comerciantes no es menos importante que la de aquellas personas a las que hasta ahora se ha considerado, desde un punto de vista excesivamente unilateral, como las únicas productoras”.

Carl Menger. Principios de Economía Política. Capítulo IV – 2.

El intercambio es un proceso que genera valor. Cuando dos partes realizan un intercambio voluntario, ambos obtienen un beneficio, ya que cada uno valora más lo que recibe que lo que entrega. El intercambio permite que cada uno obtenga algo que valora más, creando así valor para ambas partes.

La naturaleza de la empresa y los costes de transacción
A mi juicio, una de las mayores aportaciones de la historia de la economía es el descubrimiento de los costes de transacción por parte de Ronald Coase, presentado en su artículo La naturaleza de la empresa (1937).

¿Por qué existen las empresas en una economía de mercado si, teóricamente, el mecanismo de precios debería coordinar eficientemente la producción? La respuesta está en que acceder al mecanismo de precios que es el mercado tiene costes, y las empresas son organizaciones que reducen los costes de transacción para acceder y operar en el mercado.

Los costes de transacción, por tanto, son aquellos costes en los que se incurre al utilizar el mecanismo de mercado y que normalmente son difíciles de cuantificar. Van más allá del precio del bien o servicio e incluyen todos los recursos (tiempo, esfuerzo, dinero) necesarios para llevar a cabo una transacción. Coase los categorizó en tres tipos principales:

1/ Costes de búsqueda e información: el tiempo y recursos necesarios para encontrar el mejor proveedor o comprador.

2/ Costes de negociación: el esfuerzo requerido para llegar a un acuerdo aceptable con la otra parte.

3/ Costes de garantía: asegurar que la otra parte cumpla con los términos del contrato.

Coase argumenta que las empresas surgen como una alternativa al mecanismo de precios del mercado cuando es más eficiente organizar las transacciones internamente que a través del mercado. El intercambio, aunque beneficioso, no está exento de costes. Y el mecanismo de precios en muchas ocasiones es más costoso que una estructura jerárquica como las empresas que permiten minimizar los costes de transacción y maximizar el valor del intercambio.

El valor del intercambio de territorio político
Una vez visto cómo el intercambio genera valor, cómo el mecanismo de precios que es el mercado no es suficiente para facilitar los intercambios y que requiere de las empresas porque reducen los costes de transacción, se puede empezar a vislumbrar que hay un elemento que no se ha incorporado al mercado por los elevados costes de transacción que tiene, pero cuyo intercambio nos haría inmensamente prósperos: el territorio político.

¿Qué generaría más riqueza que la proliferación de jurisdicciones personalizadas en todo el mundo? El territorio político es muy abundante, y la demanda de libertad política y jurisdicciones a medida también. ¿Por qué el mercado no ha conseguido desarrollar la oferta para ello? Por los elevados costes de transacción.

Los costes de búsqueda y negociación con un Estado que esté dispuesto a comerciar con su territorio político son enormes. Sin embargo, Internet facilita muchísimo la búsqueda para conectar la oferta y la demanda, como veremos a continuación. Por otra parte, los costes de garantía también son enormes, porque quién es capaz de hacer a un ente soberano como un Estado cumplir lo pactado, no salir impune del incumplimiento de sus contratos.

Tres elementos
Pues bien, el primer elemento para resolver los costes de búsqueda y negociación es ser capaz de agregar la demanda de estas potenciales nuevas comunidades políticas. Para ello, el camino más lógico, es que se lleve a través de los sujetos que he denominado autoridades carismáticas, aquellas personas que son capaces de agrupar en torno a sí a un número muy significativo de personas (políticos, empresarios, deportistas de élite, influencers, etc.). Estas personas ya tienen a su alcance comunidades enormes que podrían estar interesadas en formar parte de una nueva comunidad política, incluso de financiar el proceso de búsqueda, negociación y acuerdo sobre el territorio.

Una vez agregada la demanda, será suficiente con hacer un anuncio de búsqueda de un territorio político por una cantidad lo suficientemente grande de dinero como para que a varios Estados les interese entrar en el proceso de negociación. Gracias a Internet podemos agregar la demanda y hacer una oferta personalizada para esa demanda.

El tercer paso será llegar a un acuerdo con ese Estado para regular las relaciones entre la jurisdicción personalizada y el Estado, un nuevo Contrato Social que daría paso a una comunidad política postestatal y que regularía las relaciones entre ambos. Pero, ¿qué impediría al Estado saltarse ese contrato? Es aquí donde entra en juego Bitcoin.

Bitcoin es un registro de la propiedad global, descentralizado, que otorga la posibilidad de tener una propiedad absoluta, fuera del control de los Estados. En este registro se pueden hacer smart contracts que regulen la propiedad sobre el activo subyacente. El más sencillo de todos, una multifirma, permitiría desarrollar el sistema de garantías para el cumplimiento de esos contratos entre un Estado y una nueva jurisdicción.

Un contrato inteligente
El funcionamiento es similar al de una cuenta escrow, pero en este caso los tenedores de las firmas serán los que actúen como depositarios, sin intermediarios que puedan actuar como punto único de fallo. Para el cumplimiento de este contrato social se podría generar una multifirma 2/3 donde ambas partes depositan una garantía por si hay un incumplimiento del contrato, una firma la tiene el Estado, otra el representante de la nueva comunidad política y otra se deja a una corte de arbitraje internacional (se podría añadir la complejidad que fuese necesaria). En caso de que alguna de las partes incumpla su parte del contrato, la ejecución de la garantía se puede hacer directamente por la parte afectada más el árbitro. Esta es la forma más eficaz de imponer elevados costes al incumplimiento de los Estados.

Gracias a Internet y a Bitcoin se podría incorporar el territorio político al mecanismo del mercado al reducir enormemente los costes de transacción, que como veíamos son los de búsqueda, negociación y garantía. Se restauraría así la libertad política, la posibilidad de fundar nuevas comunidades políticas. Veamos cómo podría ser en un ejemplo:

Javier Milei y Elon Musk
Imaginemos que Javier Milei y Elon Musk se reúnen de nuevo tras leer este artículo y deciden llevar a cabo una Micrópolis (que es como he denominado a estas jurisdicciones personalizadas o comunidades políticas postestatales) en Argentina. Elon Musk podría hacer una oferta publica en X (Twitter) de compra de 500km² de territorio político por cien mil millones de dólares. Al mismo tiempo, podría publicar otra oferta pública en la que las primeras 100.000 personas en donar 1 millón de dólares (podría hacerse en Bitcoin para evitar la censura) se convertirán en ciudadanos fundadores de su Micrópolis.

Alguien como Milei podría aceptar esta oferta y arreglar la situación económica de su país por el 0,02% de su territorio. Para cerrar el acuerdo sería suficiente con el desarrollo de ese Contrato Social entre ambas partes (podrían pactar tributos anuales, actuaciones ilegales por parte de ambos, salida al mar, importaciones/exportaciones, defensa, etc.; lo que consideren.) y el depósito de una garantía significativa en una multifirma por si al finalizar su mandato Milei el siguiente gobernante quisiese acabar con esa ciudad libre.

Si el intercambio nos hace más prósperos, cuando el territorio político se incorpore al mercado viviremos el mayor periodo de prosperidad de la historia, al introducir la competencia entre jurisdicciones y restaurar la libertad política.

Por lo que a nosotros concierne, estamos totalmente convencidos de que un día se establecerán asociaciones para reclamar la libertad de gobierno como han sido establecidas para reclamar la libertad de comercio.

La producción de seguridad, Gustave de Molinari.

Fuente: Panampost

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