Marcelo Duclos,
Puede que la única medida sensata que haya tenido Alberto Fernández desde que fue elegido por Cristina Kirchner para ser candidato en 2019 haya sido el “renunciamiento” a la búsqueda de la reelección. Claro que no tenía ninguna posibilidad y todas las encuestas lo dejaban en evidencia. Lógicamente, sobre todo en el momento particular que atraviesa el peronismo, esa acción lo convirtió en un muerto político. Lejos de comprender que su tiempo ya acabó (y que el Frente de Todos no ganará las próximas elecciones) Fernández sigue contribuyendo con la destrucción del país, en lugar de convocar a la oposición para una transición de cogobierno hasta las próximas elecciones.
Mientras el dólar se acercaba a los 470 pesos, y varios negocios comenzaban a retirar los productos que tendrán incierta renovación, el mandatario argentino hoy hizo gala de un nivel de desconexión de la realidad alarmante. Ya no solamente contra los intereses del país que lo sufre, sino también en contra de su malograda imagen. Una vez más, en sus ya usuales ataques a Javier Milei, Fernández dijo que el diputado es el representante de “la casta” en la política argentina. ¿Su argumento? Que el referente libertario cobra suculentos honorarios en dólares por varias de sus conferencias, mientras que él es un humilde servidor público que vive de su sueldo de presidente. Lo insólito es que, mientras estas declaraciones daban vueltas por las redes, se confirmó que el presidente argentino utilizó un helicóptero (que aterrizó en un estadio de fútbol) para asistir a una entrevista radial. Cada declaración que hace Alberto Fernández, hace ya un tiempo que lo tiene a él mismo como el principal perjudicado.
Claro que la entrevista, a la que llegó de la manera más ridícula y extravagante, no tuvo ninguna definición sobre las problemáticas de un país incendiado. Dijo que si se realizara una película sobre su vida, que el actor ideal para interpretarlo sería Robert De Niro. También se emocionó hasta las lágrimas por un mensaje que le dejó una partidaria peronista, agradeciéndole porque sus padres, que murieron de COVID-19, fueron atendidos en un hospital público. Ese segmento fue motivo de toda la bronca de la platea opositora esta tarde en Twitter.
Los meses que restan hasta las primarias de agosto, donde podría quedar claro qué espacio político gobernará desde diciembre (o al menos cuál no lo hará) serán un verdadero calvario. Mauricio Macri, que enfrentó un dilema similar al suyo hacia el final de su mandato, no estuvo a la altura de las circunstancias y agravó la crisis en el marco del “operativo llegar”, en búsqueda de la imposible reelección. Alberto Fernández se dio cuenta de que para él tampoco habrá segundo término, pero no está dispuesto a reconocer la gravedad del desastre y seguirá echando leña al fuego. Se vienen semanas muy complicadas y no habrá en el oficialismo ni una muestra de responsabilidad. Abróchense los cinturones.