El régimen comunista chino perdió la oportunidad de sumar otro aliado en América Latina luego de la elección del oficialista Santiago Peña como presidente de Paraguay. Las expectativas en torno a los comicios no solo estaban en el papel que el país sudamericano va a desempeñar en la región —al estar rodeado de gobiernos izquierdistas—, sino cómo va a abordar otras cuestiones importantes de política internacional.
Peña había dejado clara su posición pro Taiwán. En cambio, el otrora candidato opositor, Efraín Alegre, criticaba las relaciones de seis décadas con la isla. No era un tema menor, considerando que Paraguay es el último país sudamericano que mantiene lazos oficiales con Taipéi. Por eso es que desde Pekín estaban atentos a los resultados. Buscaban una América Latina completamente alineada con el Partido Comunista Chino (PCCh).
“Durísimo golpe para la influencia de China en América Latina, Santiago Peña acaba de ser elegido como nuevo presidente de Paraguay y mantendrá relaciones diplomáticas con Taiwán. Único país libre del Partido Comunista chino en toda la región”, remarcó desde Twitter el activista Agustín Antonetti.
Si Paraguay rompía relaciones con Taiwán iba a reducirse a 12 el número de naciones que aún reconocen oficialmente a la isla como un país. El gobierno socialista de Xiomara Castro en Honduras se encargó de ser el último en tomar este paso tras 82 años para pasar a tender puentes con la República Popular China (como se le conoce oficialmente al país que dirige Xi Jinping).
China podría forzar alianzas
Como “un faro de la democracia en la región” calificó Mario Abdo Benítez, el actual presidente paraguayo, a Taiwán, cuando visitó ese país en febrero pasado. Al ser también militante del Partido Colorado, era natural que con la elección de Santiago Peña Paraguay mantenga la misma línea.
No obstante, hay otro factor además del diplomático, y es el económico. Por ese camino pudieran llegar más adelante presiones de Pekín. Porque si bien el mandatario electo asevera que va a mantener lazos con la nación insular, también es cierto que el comunismo chino usa toda su artillería para garantizar influencia en el hemisferio occidental. Ya ha hecho amistades con las dictaduras cubana, venezolana, nicaragüense y ha firmado acuerdos para endeudar y comprometer a otros gobiernos.
Paraguay firmó en julio de 2017 el Acuerdo de Cooperación Económica Taiwán, que entró en vigor en febrero de 2019. En paralelo, el país “figura entre los diez mayores exportadores globales de carne vacuna y soja. Pero la falta de lazos oficiales dificulta sus ventas a China, el mayor comprador mundial de esos productos, aunque no las imposibilita: el país también coloca sus bienes de forma indirecta en ese mercado, a través de terceros”, resaltó hace pocos días BBC.
Para completar esa fotografía, Paraguay tiene en China su principal fuente de importaciones. El año pasado hizo compras al gigante asiático por 4690 millones, apuntó el mismo medio. Es una balanza que deberá supervisar el próximo gobierno de Peña, porque además, Taiwán contribuye económicamente con programas de construcción viviendas, el fortalecimiento del sistema educativo, salud y programas estudiantiles.
Taiwán marca territorio
“Espero con ansias profundizar las relaciones de larga data entre nuestros países y ver al gobierno y al pueblo de Paraguay prosperar bajo su liderazgo”, escribió la presidente taiwanesa, Tsai Ing-wen. Su cancillería avaló sus palabras al remarcar que “continuará profundizando la cooperación y los intercambios con el nuevo gobierno paraguayo”.
La satisfacción por la elección de Santiago Peña es también una declaración contra la china comunista por haber perdido un posible aliado. Hasta el mes pasado, el viceministro taiwanés de Exteriores, Alexander Yui, afirmó que el régimen de Xi Jinping estaba haciendo todo lo posible para “arrebatarle” a Paraguay como aliado diplomático.
Las cosas no salieron bien para Pekín.