Jeffrey Kihien,
Escribo el presente articulo semanas después del debate presidencial en los Estados Unidos, el segundo para Donald Trump en estas elecciones, el primero para Kamala Harris. Sucedió en Filadelfia el 10 de septiembre de 2024. Harris, vicepresidente de los Estados Unidos, entró en la contienda electoral luego de obligar al presidente Joe Biden a renunciar a su candidatura, la misma candidatura de Biden olía a pescado podrido, ya que, en la práctica, no hubo primarias dentro del partido, por temor a Robert F. Kennedy Jr., ‘Bobby’, político del clan Kennedy muy relacionado al Partido Demócrata, que las hubiese ganado fácilmente.
El comunismo corporativo y el estado profundo no le permitieron a Kennedy competir en elecciones primarias transparentes. Bobby es antivacunas, y no solamente la del Covid-19, sino todas las demás, y, sus argumentos relacionando las vacunas con autismo y enfermedades como alergias, son aparentemente sólidos, al punto que posiblemente nunca los has escuchado, o, si lo has escuchado en la media corporativa ha sido con sorna, con burla, descalificándolo.
Todo estaba arreglado. El golpe de Kamala Harris y los globalistas contra Biden era un secreto a voces. El republicano Vivek Ramaswamy también lo decía, que cambiarían a Biden por Kamala o Michelle Obama en la Convención Demócrata, y eso es exactamente lo que sucedió. Enviaron a Biden a debatir con Trump, posiblemente con alguna medicación para evidenciar aún más su incapacidad. Biden y su esposa se aferraron a la candidatura, dijeron que no renunciaría, pero la presión del Estado profundo y el comunismo corporativo fue mayor. Se habla inclusive de chantaje, pues las sospechas sobre la participación de Joe Biden en los negocios de su hijo Hunter son enormes. Existe evidencia consistente y declaración pública de un socio de Hunter, en donde acusa a Joe Biden de participar en reuniones con los socios y empleadores de su hijo.
Kamala Harris, que ahora se autopercibe como negra, con el apoyo de los titanes de internet y los varones de la guerra, se impuso. Sin haber ganado primaria alguna, es la candidata del Partido Demócrata a la Presidencia de Estados Unidos. ¿Cómo es posible que esto haya sucedido? En el admirable sistema político de los Estados Unidos es una situación no imaginable, pero sucedió. Fue prácticamente un golpe de Estado. Algo cotidiano en otras democracias. En Perú, por citar un ejemplo, en los últimos cuatro años gobernaron tres presidentes que no ganaron elección directa, tomaron el poder mediante golpes de Estado blandos, con trama y argucias político-legalistas.
Con gran algarabía, la prensa corporativa lanzó el producto Harris; mujer, negra, triunfadora, independiente, progresista, abortera, ecologista y woke, creando el espejismo del marketing, similar estrategia del lanzamiento del iPhone. El marketing jugando con las emociones de los ciudadanos afirma que “Kamala detendrá al malo de Trump y salvará a Estados Unidos”. Pero no hay marketing que dure si el producto es de mala calidad. El debate con Trump demostró que Kamala Harris es peor que Joe Biden. No respondió a ninguna pregunta, se fue siempre por las ramas, y, ni con la ayuda de los moderadores pudo convencer a los votantes indecisos.
Kamala Harris, ambiguamente llama “derechos reproductivos” al aborto, al asesinato del más indefenso, y quiere aborto sin restricciones, tal cual en 2016 lo pregonaba Hillary Clinton. El grupo demográfico de ateos es el que más apoya el aborto, es importante para ellos asesinar niños en nombre de la libertad. Hoy, a pocas semanas del 5 de noviembre, día de las elecciones, las encuestas dan como ganador a Trump, inclusive las realizadas por la prensa corporativa no son del todo favorables a la candidata demócrata, lo que me hace pensar que Trump debiera estar unos seis puntos por encima de su contrincante. Pero, como sucedió en 2020, con una economía perfecta, la mejor en más de veinte años, sin guerras, con triunfo asegurado de Trump, se inventaron una pandemia con cobertura de veinticuatro horas los siete días de la semana, algo increíble.
Mientras la prensa corporativa estaba abocada a implantar terror en la población, y sumado a eso, una revolución racial con Black Lives Matter (BLM) quemando ciudades, iglesias y estatuas de héroes, el doctor Anthony Fauci ordenó al virus mortal que no atacara a los revoltosos, a los demás sí, obligándolos a encerrarse en sus casas, no trabajar y votar por correo.
Por otro lado, la guerra en Ucrania se expande. El presidente Volodímir Zelenski está de visita en Washington para presentar un plan de victoria. Para ello se reunió con Harris. Exige mas dinero y que le permitan lanzar misiles a Moscú, es decir, provocar una guerra directa entre dos potencias nucleares. Lo mismo quiere Israel, provocar a Irán para que Estados Unidos intervenga, incitando una reacción de alianzas en cadena que también provocaría agresión entre potencias nucleares. Israel esta atacando el Líbano. Esto no terminará bien, una bomba nuclear podría ser la excusa perfecta para alterar las elecciones, ha sucedido antes. Solo nos queda rezar y sobrevivir la democracia.
Poco se habla sobre los dos atentados contra la vida de Trump, o si la prensa corporativa lo hace, es para justificarlos. Trump tiene juicios en su contra, inventados todos, en Nueva York se cambió para poder juzgarlo. Todo tan extraño, y, en la democracia que el mundo admira. La decadencia espiritual de los Estados Unidos es visible, la fortaleza del país, su base, sus cimientos son la doctrina cristiana y sus virtudes; sin ellos el país se derrumba y occidente también.