Confiado en que obtendrá los votos del Colegio Electoral para ser oficialmente el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden comenzó este lunes a anunciar los nominados para conformar su gabinete. Anthony Blinken recibió la mayor oferta: secretario de Estado. Se trata del cargo más importante en el gobierno estadounidense después del presidente y el vicepresidente. Es el equivalente al canciller. Pero el pasado de Blinken y sus desaciertos en política exterior ya anticipan un regreso a la diplomacia de la era Obama.
Anthony Blinken no es solo uno de los hombres de mayor confianza de Biden. También es un defensor del multilateralismo y un “eurófilo comprometido”, sostiene Infobae. No en vano estudió secundaria en Francia para luego graduarse de abogado en Harvard. Se inició en la política como asistente de Joe Biden cuando este formaba parte del Comité de Exteriores del Senado. Una vez que Biden llegó a la vicepresidencia se fue como su asesor adjunto de Seguridad Nacional. Posteriormente, entre 2015 y 2017, ejerció como vicesecretario de Estado de Barack Obama.
Blinken y Biden tiene algo en común: la simpatía por el régimen chino. En el caso de Biden, son ampliamente conocidos los negocios de su familia, en particular aquellos de su hijo Hunter Biden, con empresarios vinculados al Partido Comunista Chino. Por su parte, Blinken parece haberse sentido atraído en el pasado por la “estrategia antiterrorista” de China, una política que ha derivado en crímenes de lesa humanidad denunciados en La Haya.
En una declaración de 2015, Anthony Blinken elogió que Pekín “se proteja cautelosamente contra la creciente atracción de la ideología extremista entre su juventud”. Esta afirmación se mantuvo y está en marcado contraste con la terrible realidad de la estrategia antiterrorista de China, país cuya realidad expone campos de concentración, esterilización forzada, reubicación forzosa y esclavitud de la minoría musulmana uigur, reseñó el Washington Examiner.
Atrocidades denunciadas en La Haya
Abogados representantes de los musulmanes uigures presentaron el pasado mes de julio una denuncia ante la Corte Penal Internacional (CPI) contra el presidente de China, Xi Jinping, y otros altos funcionarios del régimen comunista por presuntos crímenes de lesa humanidad. Según el documento, las víctimas uigures habrían sido deportadas desde Tayikistán y Camboya hacia Sinkiang, al noroeste de China, donde habrían sufrido asesinatos, encarcelamientos, torturas, matrimonios forzados, entre otros delitos.
Si bien estas atrocidades no habían mostrado aún en 2015 su peor rostro, ya eran evidentes como para que el entonces vicesecretario de Estado de EE.UU. escogiera la prudencia. “Nunca debió haber ofrecido esos comentarios. Tampoco debió haber elogiado en esa declaración los ambiciosos planes de China para promover la conectividad asiática a través de rutas terrestres y marítimas”, destaca el columnista Tom Roganel en su artículo publicado en el Washington Examiner.
Para el alto cargo diplomático que Blinken ocupaba, esto fue considerado como una “negación de la realidad que sugiere ignorancia en cuanto a la naturaleza de la amenaza del Partido Comunista Chino”. Agrega la columna de opinión que esta “no es una buena receta para el próximo jefe de la diplomacia” de Estados Unidos.
“El historial de Blinden indica que a China le irá bien cuando intente, y se esfuerce, en volver a arrastrar a la administración Biden al circuito de apaciguamiento de la era Obama”. Añade el diario que la selección de Jake Sullivan para el Departamento de Seguridad Nacional facilitará este apaciguamiento.
Diplomacia blanda frente a Rusia y Siria
La posición de Blinken frente a Rusia también es cuestionada. En noviembre de 2014, meses después de que Moscú invadiera Ucrania y se apoderara de Crimea, y después de que rebeldes armados del servicio de espionaje militar ruso GRU derribaran un avión de pasajeros, se le preguntó a Blinken en el Congreso si la administración Obama proporcionaría ayuda a Ucrania. Su respuesta fue ambigua: “nunca ha estado fuera de la mesa. Es algo que estamos viendo y, de hecho, el vicepresidente (Joe Biden) está en Ucrania”. A pesar de todos los asaltos rusos a posiciones ucranianas, la ayuda nunca llegó.
El artículo de Tom Rogan concluye que la guerra civil en Siria fue la mayor mancha en la política exterior de la era Obama y, por ende, del Departamento de Estado. Critica que Anthony Blinken, como segundo hombre de poder en la línea de mando de la diplomacia, se uniera al coro de vacilaciones de la administración Obama. Ello habría permitido que Vladimir Putin y Bashar Assad impusieron su agenda de sangre que significó además la pérdida de credibilidad de Estados Unidos a nivel mundial.
Fuente: PanamPost