El nuevo dueño de Twitter, que cualquiera de estos días podría tener un accidente, metió el miedo en el cuerpo al sistema al dar al periodista Matt Taibbi acceso a los archivos de la red que muestran cómo desde el Partido Demócrata o las agencias de inteligencia comunicaban a la empresa del pajarito azul qué tuits, qué temas y qué personas querían ver censuradas en la plataforma.
Ya soltó unas cuantas informaciones reveladoras al respecto, anunciando que durante el fin de semana llegaría una nueva remesa de esta escandalosa saga. Solo que no llegó nada. ¿Por qué? Al parecer, porque un alto cargo en Twitter dio orden de bloquear la transmisión de determinada información interna. Se trata del asesor de la empresa James Baker, que antes fue, casualidades de la vida, asesor del FBI. Elon Musk ha anunciado recientemente su despido.
Cualquiera que haya leído lo que lleva publicado Taibbi puede llegar a dos conclusiones. La primera es que eso de que las redes sociales son empresas privadas sin conexión alguna con el mundo político y comprometidas con la libre expresión de los usuarios es una filfa que ya no se la cree nadie. La segunda, que faltaba la pata más escandalosa: la intervención del FBI, la Policía más poderosa del mundo, supuestamente apolítica y supuestamente transparente.
Musk ha dejado claro en su anuncio por qué ha dado la patada a Baker. «A la luz de las sospechas sobre el posible papel de Baker en la supresión de información importante para el diálogo público, hoy fue despedido de Twitter», escribió Musk en un tuit, agregando que la explicación de Baker sobre lo que pasó en torno a la saga del portátil de Hunter Biden fue «poco convincente».
Taibbi asegura que Baker fue sido despedido en parte por «examinar el primer lote de ‘Twitter Files’ sin conocimiento de la nueva administración».
¿Y qué hacía este Baker en el FBI? Su papel más destacado, por lo que podemos saber, fue alimentar y ponerle patas a la infame «trama rusa», el invento conspirativo que pesó sobre la Administración Trump como una espada de Damocles.
Según el Washington Times, Baker había conectado a Michael Sussmann, un amigo y abogado, con los principales investigadores del FBI en 2016, a quienes contó que Donald Trump se había confabulado con Rusia para ganar las elecciones presidenciales de 2016. Baker, sospechoso de difundir a la prensa los bulos que venía preparando la agencia, renunció a su cargo en 2018 para entrar poco después en lo que tiene toda la pinta de ser un nuevo encargo de esta policía de partido: controlar Twitter desde dentro.
Porque durante su desempeño en Twitter, según se ha sabido, Baker no solo estuvo involucrado en la censura de la historia del portátil de Hunter Biden, sino que también investigó sin el conocimiento de Musk y la nueva gerencia de la compañía el primer lanzamiento de los archivos de Twitter el viernes, causando el mencionado retraso.
El viernes, Taibbi publicó el lote de documentos internos, llamándolos «Archivos de Twitter», que incluían un intercambio entre Baker y el exvicepresidente de comunicaciones globales Brandon Borrman. El segundo, con respecto a la prohibición de un artículo sobre Hunter Biden bajo la política de «materiales pirateados» de Twitter: «¿Podemos afirmar con sinceridad que esto no político?», respondió Baker en defensa de la prohibición, amparándose en la necesidad de «cautela».