«El silencio no es una opción», decía Chapman, quien fue rápidamente contestado por Wanming: «Este hombre viene a Brasil con una misión especial, que es atacar a China con rumores y mentiras; le aconsejamos que pare de hacer actividades de ese tipo y haga bien su trabajo».
Haciendo gala de los conocidos proverbios chinos, Wanming no dejó pasar la oportunidad para decir que la actitud del embajador de EEUU es «como la una hormiga que intenta derribar un árbol gigante».
La inaudita escenificación pública de esta tensión entre ambos diplomáticos no es más que un reflejo de la que existe entre las dos grandes potencias y que tiene en Brasil un elemento central.La guerra comercial iniciada por el presidente estadounidense Donald Trump tiene mucho que ver con la cuestión tecnológica, y con la presión para que Brasil y otros países veten la participación del gigante chino Huawei en la implantación de la red de telefonía 5G.
Además, China es el principal socio comercial de Brasil y el mayor comprador de productos agrícolas y ganaderos, un pilar clave de la economía del país sudamericano, y el único que sigue creciendo a pesar de la pandemia.
Bolsonaro toma partido
Lejos de llevar a cabo una diplomacia pragmática en que prevalezcan los intereses globales de Brasil, el Gobierno de Jair Bolsonaro se alineó desde el principio con la administración de Trump, y da muestras de ello siempre que hay ocasión.
El pasado 4 de julio, Día de la Independencia de EEUU, Bolsonaro celebró la fiesta comiendo con el embajador Chapman, su hijo Eduardo Bolsonaro y cinco ministros.Eduardo Bolsonaro, uno de los principales artífices de la aproximación total a Washington, también ha puesto en varias ocasiones su granito de arena para empeorar la relación con China.
En marzo, haciendo eco a la retórica habitual de Trump, insinuó en Twitter que el gigante asiático tenía la culpa de la pandemia del nuevo coronavirus e hizo un paralelismo con las denuncias de falta de transparencia en el accidente de la central nuclear de Chernóbil, ocurrido en la ex Unión Soviética en 1986.
El embajador chino contraatacó rápidamente diciendo que el hijo del presidente brasileño había contraído un «virus mental» en Miami (donde acababa de estar) y que tendría que «asumir todas las consecuencias».
La crisis diplomática tuvo un segundo capítulo meses después, cuando Abraham Weintruab, exministro de Educación, volvió a incendiar Twitter al asegurar que China se estaba beneficiando de la pandemia y que, al final, el coronavirus podía formar parte de un plan de dominación global.
Fuente: SputNikNews