domingo, septiembre 22, 2024
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En Cuba, hasta el agua es un lujo

Un texto de la periodista Laura Rodríguez Fuentes para CUBANET denuncia la escasez de agua en algunas zonas de Cuba y la falta de respuesta por parte de las autoridades. Reproducimos el texto:
Durante ochos días, Adelaida, vecina del Reparto Camacho, debió garantizar meriendas y almuerzos para tres trabajadores que le fabricaron un pozo en el patio trasero de su casa, lo cual significó, según ella, la mayor preocupación del contrato. En esta zona de la ciudad, bastante empinada y complicada de perforar, el agua del acueducto demora cerca de quince días en llegar a las viviendas. Por demás, en las últimas semanas no ha estado apta para el consumo debido al alto contenido de suciedad.
Haciendo un recuento de su inversión, el pozo artesanal le costó a Adelaida cerca de 15 mil pesos, teniendo en cuenta gastos como la turbina criolla, la tubería, la alimentación de los trabajadores y las veinte varas de profundidad que requirió el hoyo hasta hallar el agua. “Lo más difícil fue que todo aparecía poco a poco: cuando tenía el hueco, no encontraba el tanque y cuando ya lo tuve, faltaban las mangueras. Aquí todo tiene que ser comprado por la izquierda. Lo último fue que la turbina que ya había conseguido no tenía fuerza para jalar el agua”.
En las últimas semanas ha escaseado el agua en Santa Clara, situación recurrente en el primer de trimestre del año, cuando la provincia suele afectarse severamente por las bajas precipitaciones. En 2020, por ejemplo, las principales fuentes de abasto se encontraban al 47.3% de su capacidad, cifra bastante similar a la registrada en 2005, cuando ocurrió la mayor sequía de los últimos cuarenta años en la provincia.
De acuerdo con los medios locales, la presa Hanabanilla, que abastece la hidroeléctrica y parte de la población de Cienfuegos y Santa Clara, se encuentra a menos del 60% de su capacidad, y varias comunidades de Manicaragua, municipio donde se encuentra este embalse, no reciben agua desde hace más de 50 días. Esta situación no resulta privativa de Villa Clara, en la provincia de Sancti Spíritus, los embalses Zaza y Aridanes ni siquiera superan el 38 por ciento de sus posibilidades. El mes pasado, cerca de 105 000 ciudadanos se encontraban afectados por el abasto de agua en ese territorio y solo la recibieron mediante los llamados “carros cisternas”.
Por cada vara de profundidad, José Manuel, pocero por cuenta propia, cobra desde 350 hasta 400 pesos, en dependencia del terreno donde le pidan perforar. En estos dos últimos meses, su brigada ha sido contratada por más de diez clientes que esperan por su disponibilidad.
“En algunos lugares, sobre todo en el centro de Santa Clara, la piedra es bastante dura y es mucho más complicado abrir el pozo”, refiere. “Para nosotros es más fácil empezar de cero que dar profundidad, porque algunos pozos más viejos nos han roto la barreta y esa es la herramienta principal que no se consigue tan fácil. Mucha gente se molesta cuando les decimos que, si es para dar profundidad, les sale mucho más caro, pero también tenemos que vivir de algo.”
Aunque en Cuba está permitido la solicitud de servicio por personas jurídicas o TCP para perforar pozos o darle mantenimiento a uno obstruido, la ley estipula que se pueden construir solo “pozos rústicos o criollos con fines domésticos o para el abastecimiento animal”, siempre y cuando se realice un autoconsumo racional y responsable. Sin embargo, muchas personas que habitan en el centro urbano deben perforar justo dentro de sus viviendas, lo que suele encarecer el costo de la fabricación.
Actualmente, solo la fabricación de un pozo artesanal puede ascender a seis mil pesos, sin contar los elementos que lo componen como la llamada “camisa” para forrarlo, la turbina, o las tuberías y tanques para abastecer la vivienda.
Las escasas precipitaciones y el progresivo descenso de los embalses no constituyen la única causa del problema: la pésima calidad de la red hidráulica sumado a la obsolescencia de las conductoras influye considerablemente en la situación crítica que viven la mayoría de los habitantes de la capital provincial. Gran parte de los metros cúbicos bombeados hacia el centro y la periferia de Santa Clara se pierden en el entramado de redes deterioradas, sumado a la proliferación de focos contaminantes que enturbian el agua potable que debe llegar a las casas santaclareñas.
Esteban González, vecino del reparto Condado Sur, afirma que él mismo tuvo que sellar un salidero en la calle donde reside con un pedazo de “cámara de bicicleta”. “Aquello parecía un manantial y por eso no llegaba el agua con fuerza a dos o tres casas de mi cuadra”, dice. “La tubería estaba partida y el primer día que ponían el agua del acueducto, el chorro no tenía fuerza para llenar los tanques. Con la escasez de agua en este mes, tienes que apurarte para llenarlo todo porque la quitaban muy rápido”.
En peor situación se encuentran la mayoría de los vecinos de edificios multifamiliares a los que no les llega el agua con la presión o periodicidad suficiente para llenar los tanques elevados. “Cuando se demora en entrar tenemos que pagar una pipa de agua particular que cuesta 700 pesos para que nos llene la cisterna”, confirma un residente de los llamados “bloques” de Santa Catalina, una de las zonas más afectadas con el abasto de agua.
En este mismo reparto, otro vecino debió destinar mucho más en la construcción de uno de estos depósitos subterráneos para almacenar el agua del acueducto que abasteciera a varias viviendas. “Los sacos de cementos están a 1500 pesos y la mano de obra ni te cuento.”, comenta Moisés, trabajador por cuenta propia que asumió la mayor parte del costo de la obra. “Hay que ser solidarios. Al lado vive una jubilada y la otra vecina está criando a sus dos hijos prácticamente sola. Sin agua nadie puede vivir, el agua no es un lujo, es una necesidad”.
Fuente: Diario las Américas
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