Editorial, La Gaceta de la Iberosfera
17 de diciembre de 1843. Eran otros tiempos. La gente leía, y los que no sabían se acercaban a los teatros a oír la lectura de un libro de fama. Mientras las mujeres cosían, una de ellas leía. Cuando el frío, la lluvia o la noche devolvían a los niños al hogar, se les daba un libro. Los hombres leían periódicos que jamás se olvidaban de ofrecer una novela por entregas. Aquel diciembre de 1843, la editorial Chapman & Hall publicó un libro que, al comienzo de la era victoriana, completaba la búsqueda urgente de un nuevo modo de vivir fiesta de la Navidad.
Aquel libro fue Cuento de Navidad, de Charles Dickens, una historia perfecta sobre un miserable que recibía la visita de cuatro fantasmas, su socio condenado y los espíritus de las navidades del pasado, del presente y del futuro. Este último, el espectro que le muestra la certeza de lo que va a ocurrir de no mediar arrepentimiento y conversión, obra el milagro de transformar a un miserable en un hombre de bien, que es la definición de cualquiera que abandona toda mezquindad y se convierte en alguien útil para la sociedad.
Aquella novelita, en diminutivo porque se lee de un tirón, consiguió sacar de los templos la celebración cristiana del nacimiento del Verbo hecho carne, y llevarla al seno de la familia en una operación cultural de transformación social que nos debe hacer reflexionar sobre el poder inextinguible de la palabra escrita. Esa palabra a la que podemos acudir siempre, que permanece y no caduca y que en La Gaceta de la Iberosfera, junto a nuestros periodistas y colaboradores, reivindicamos, como reivindicamos el ingenio creador que nos hace soñar.
Hoy, gracias a ese ingenio, soñamos con que a cierto presidente español se le aparezcan esta noche cuatro fantasmas. El de su predecesor, el de la España del pasado, la del presente y el espectro encapuchado de la España que, de no mediar arrepentimiento y conversión, que es lo mismo que dimisión y convocatoria de elecciones generales, podría ser y por desgracia sabemos que será.
En Navidad, todo es posible. No perdamos la esperanza de que alguna plegaria atendida proyecte una sombra de inteligencia o siquiera de sensatez sobre los que hoy mandan y deshacen España.
Feliz Navidad a todos los lectores de La Gaceta y que Dios nos bendiga a todos.