Cuando el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, habló hace un par de semanas en Washington sobre una “transición tranquila” en Venezuela, desatando la ira de Diosdado Cabello, se refería al proyecto de “paz política” posterior a las elecciones presidenciales del 28 de julio que impulsa el presidente de Colombia, Gustavo Petro, con el apoyo de sus homólogos de Brasil y Chile, Luiz Inácio Lula da Silva y Gabriel Boric, respectivamente. ¿En qué consiste esta propuesta? Se trataría de un compromiso de reconocimiento de los resultados y garantía de no persecución, cuyo borrador ya tendría en sus manos el jefe de la Casa de Nariño para hacérselo llegar a Nicolás Maduro en los próximos días, según revela El País de España.
El documento, que le fue encargado al embajador colombiano en Caracas, Milton Rengifo, fue redactado inicialmente con la intención de proponer la celebración de un plebiscito el mismo día de las presidenciales. “Es un asunto de dos vías. Por un lado, si gana el chavismo se compromete a no perseguir a la oposición, como ha hecho intermitentemente durante estos años. Y si lo hace la oposición, no habrá represalias contra el oficialismo ni persecuciones judiciales”, explica el medio español, que resalta que en el segundo escenario se pondría en marcha la transición.
Pero no es una tarea fácil. Por un lado, el Consejo Nacional Electoral (CNE) contaría con muy poco tiempo para la organización de este plebiscito y, según expertos consultados por El País, solo sería posible si se acuerda antes del 10 de junio; y por el otro, luce poco probable que el chavismo se comprometa a firmar un documento de esta naturaleza cuando todas las encuestas dan una amplia ventaja al candidato de la coalición opositora, Edmundo González Urrutia, llegando incluso a triplicar en intención de voto a Maduro.
Por este motivo, en la Casa de Nariño, donde evalúan por estas horas el documento, no descartan que la propuesta se reduzca a la firma de un convenio político entre ambas partes, pero el incumplimiento del Acuerdo de Barbados por parte del régimen chavista no asoma expectativas positivas en este escenario. En caso de avanzar con la propuesta tal como se habría plasmado en el borrador, la eventual consulta incluiría cinco temas clave: las sanciones, las inhabilitaciones, la reinstitucionalización del país, la defensa del Esequibo y el seguimiento para el cumplimiento de este compromiso.
Las preocupaciones de Petro
No es un secreto que Colombia, Brasil y Chile suman en su conjunto más de 3,5 millones de migrantes venezolanos y que un resultado que sea desconocido por la comunidad internacional o detone una crisis política mayor, no solo alteraría la paz en Venezuela sino en la región, sobre todo en países vecinos que terminarían siendo receptores de otra oleada migratoria. Este escenario indeseado es, sin duda, lo que ha llevado a mandatarios que han sido aliados del chavismo, como Petro y Lula, a dejar a un lado la solidaridad automática con el régimen para intentar promover el retorno de la institucionalidad democrática al país.
Gustavo Petro, que ha viajado en cinco ocasiones a Caracas desde que asumió el poder en agosto de 2022, no solo busca la paz en Venezuela para evitar que una conflictividad mayor traspase las fronteras, sino además intenta mostrar un logro de su gestión en política exterior ante la larga lista de escándalos que lo tienen como uno de los presidentes con mayor desaprobación en Sudamérica, superado solo por la peruana Dina Boluarte.
En el último encuentro en la capital venezolana, Petro habría buscado las palabras adecuadas en el marco de la más sensible diplomacia para asomar a Maduro su propuesta sin espantarlo: “Yo propongo un pacto por la paz”, habría soltado el mandatario colombiano, según fuentes citadas por El País. A lo que el dictador venezolano habría respondido: “Haga la propuesta y la miramos”. ¿Aceptará Maduro un compromiso de este tipo?