MIAMI- Desde 1992, el primer sábado de octubre se celebra el Día Interamericano del Agua para destacar la importancia de preservar este recurso. En Venezuela, esta fecha llega en medio de una crisis profunda que no solo afecta el acceso al agua potable, sino que también refleja el colapso generalizado de las grandes obras de infraestructura.
Durante más de 20 años de chavismo, la desinversión y el abandono de proyectos de envergadura han causado un deterioro irreversible en la construcción de embalses, acueductos y otras obras esenciales, afectando directamente la calidad de vida de millones de venezolanos.
Julio Gutiérrez, presidente del Colegio de Ingenieros del estado Lara, alertó sobre la irregularidad en el suministro de agua que afecta a la mayoría de la población, «no todos los ciudadanos reciben agua de forma continua las 24 horas del día y los 365 días del año», indicó, aludiendo al grave deterioro de la infraestructura del país, según reseñó el portal de noticas Radio Fe y Alegría.
El ingeniero subrayó que, aunque la normativa venezolana estipula un suministro de 250 litros de agua por persona al día, la realidad de la escasez ha obligado a reducir esa cifra a entre 100 y 150 litros.
Este panorama se ha visto exacerbado por la falta de construcción de nuevos embalses desde el año 2000, lo que refleja el abandono de proyectos de gran envergadura bajo el chavismo. De los 93 embalses construidos en Venezuela, 77 fueron levantados antes de 1959, mientras que tres embalses importantes quedaron sin finalizar en 1999: El Diluvio en Zulia, Caruachi en Bolívar y Yacambú-Quíbor en Lara.
Fracaso en los proyectos ferroviarios
Otro ejemplo del descalabro del régimen venezolano en la planificación de infraestructura es el fracaso del ambicioso plan ferroviario que el exgobernante Hugo Chávez prometió para conectar varias regiones del país. A pesar de los anuncios y expectativas generadas, ninguna de las líneas ferroviarias proyectadas fue terminada, lo que dejó incompletas las rutas que habrían impulsado la movilidad de personas y mercancías en Venezuela.
Lo que alguna vez se presentó como un proyecto transformador terminó convirtiéndose en un conjunto de obras inconclusas, reflejo del abandono de las grandes promesas del chavismo.
Devastación ambiental y energética
Junto a la falta de inversiones en infraestructura hidráulica y ferroviaria, Gutiérrez también advirtió sobre los serios daños ambientales causados por la explotación descontrolada del Arco Minero del Orinoco, en Bolívar. Esta actividad ha afectado tanto la disponibilidad de agua como la generación hidroeléctrica, siendo el río Caruao —afluente del Orinoco y del embalse de Guri, responsable del 70% de la electricidad del país— gravemente contaminado, lo que pone en peligro tanto el consumo humano como la estabilidad energética.
Pese a la abundancia hídrica de la región, la extracción de oro y coltan, que requiere la remoción masiva de suelos y el uso intensivo de agua, ha empeorado la crisis de este recurso. Al mismo tiempo, la red eléctrica del país también se ha deteriorado debido a la falta de mantenimiento y la inexistencia de inversiones para su modernización.
«El chavismo no solo dejó en el abandono los proyectos de infraestructura cruciales, sino que ha permitido una devastación ambiental que está precipitando el colapso de los sistemas de agua y energía del país», concluyó Gutiérrez.