Aunque el espionaje de regímenes totalitarios de Oriente en países de Occidente no es nuevo, sí lo son los métodos que desarrollan con el paso del tiempo para seguir cumpliendo esa tarea. A inicios de este año, parte del mundo se alarmó por los globos chinos sobrevolando cielo estadounidense, casi al mismo tiempo la OTAN advertía sobre el incremento de vigilancia del gigante asiático en Europa. En cuanto a los avances tecnológicos, TikTok ha servido para robar datos de los usuarios, los cuales terminan en manos del Partido Comunista de Xi Jinping.
A pesar de que lo anterior se relaciona con el Dragón Rojo, Rusia también incurre con frecuencia en la práctica del espionaje. Lo ejecuta en el plano cibernético o directamente con espías en el continente americano y, tal como apunta The Wall Street Journal, la actividad de inteligencia rusa en México “puede ser la más peligrosa”. Detrás estaría Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad ruso y uno de los confidentes más cercanos de Vladímir Putin. Este estaría encabezando “una oscura red de espionaje que intenta socavar los intereses estadounidenses”.
Si bien puede sorprender a algunos saber que México es un objetivo “especialmente valioso”, toda la estrategia del presidente ruso Vladímir Putin junto a Patrushev en las Américas “es más que un esfuerzo de ojo por ojo para contrarrestar el apoyo estadounidense a la democracia en Europa”, apunta el texto. “La desestabilización de la democracia al estilo occidental en la región es fundamental para el sueño compartido de la pareja de restaurar el poder global de la madre Rusia”, es la advertencia de la editora del medio y autora de la nota, Mary Anastasia O’Grady.
AMLO se lava las manos
O’Grady recurre a este editorial para traer a colación las palabras del general Glen VanHerck, comandante del Mando Norte de Estados Unidos y del Mando de Defensa Aeroespacial. Hace más de un año aseveró que “la mayor parte” del personal de inteligencia ruso en el mundo “está en México” y “vigila muy de cerca para influir en las oportunidades y el acceso de EE. UU”. Justamente, en marzo pasado el general ruso Patrushev vociferaba, por su parte, que “tarde o temprano, los vecinos del sur de EE. UU. recuperarán los territorios que les robaron”, en clara referencia a México.
Casualidad o no, desde que VanHerck dijo esas palabras, han ocurrido cosas que demostrarían no solo la amistad plena con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, sino con amigos dictadores de América Latina. Por ejemplo, la visita que Nikolai Patrushev le hizo a Nicolás Maduro en Caracas hace cuatro meses. A eso hay que añadirle el reciente envío de ciudadanos cubanos que serán soldados de Rusia en la guerra contra Ucrania.
No obstante, el caso de México es importante por ser vecino de Estados Unidos. Aunque no hay cifras respecto al personal ruso que llevaría a cabo el espionaje, sí se sabe que las palabras del general VanHerck resonaron tanto en el país norteamericano, que AMLO se vio en la necesidad de calmar las aguas. En ese momento negó ser colonia de Rusia, “ni de China, ni de EE. UU”.
Señales de amistad
AMLO pudo haber rechazado frente a los medios algún tipo de sometimiento a Rusia, pero los hechos lo delatan. Desde el Kremlin no ocultaron su satisfacción ante el hecho de que el gobierno mexicano se hubiera negado a aplicar sanciones económicas a Putin cuando inició la invasión a Ucrania. El embajador ruso, Viktor Koronelli, también celebró que AMLO se negara a enviar armas al gobierno de Volodímir Zelenski.
A ese gesto se sumó el hecho de que miembros del Partido del Trabajo (PT), aliado del oficialista Morena, promovieron hace poco la instalación de un “Grupo de Amistad México-Rusia” para supuestamente “fomentar la cooperación y el intercambio de información entre legisladores”.
Son gesto públicos que detrás esconden intereses tan turbios como los que China pone en práctica con su Iniciativa de la Franja y la Ruta. Pero como apunta WSJ, “menos notada es la obsesión de Moscú por alimentar silenciosamente la ideología antidemocrática en otras partes de las Américas, con poco rechazo de los EE. UU.”.