Es común que los candidatos emitan señales de alerta a los votantes sobre el momento decisivo en el que se encuentra el país, preparando el terreno para sus propuestas.
Ahora bien, con las elecciones de medio mandato a cuestas y las presidenciales por venir pareciera que un Estados Unidos extremadamente dividido favorece el extremismo, que está ganando gran influencia.
A principios de la década de 1990, los dos partidos, Demócrata y Republicano, tenían agendas políticas más o menos cercanas, pero en los últimos 25 años el Partido Demócrata se ha movido más hacia la izquierda y el Partido Republicano más hacia la derecha.
En general, la izquierda se identifica con políticas socialmente liberales y una economía al servicio de una mayor seguridad social, mientras que la derecha se acerca a políticas socialmente conservadoras y con menos regulación de la economía.
“En 1960, el 4% de los republicanos y el 4% de los demócratas dijeron que les disgustaría que su hijo o hija se casara con alguien del partido contrario. En 2019, el 45 % de los demócratas dijeron no estar a favor de que un hijo se casara con un republicano y el 35 % de los republicanos dijeron que no estarían contentos de que un hijo se casara con un demócrata”, según la página web de Facing History and Ourselves, un sitio que provee recursos para combatir el odio y la intolerancia.
El peligro para la democracia estadounidense surge en las divisiones políticas económicas y raciales, de acuerdo con el libro Las 4 Amenazas: La crisis recurrente de la democracia estadounidense, escrito por Suzanne Mettler y Robert Lieberman, en 2020.
Una vez más, hay una advertencia sobre la democracia.
Tanto el presidente Joe Biden como el expresidente Barack Obama, ambos demócratas, han afirmado que la democracia misma está en peligro.
Sin duda está aseveración se origina en dos hechos traumatizantes para la clase política y para todo el país: el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 y el presunto complot para secuestrar y herir a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
Ambos eventos nos han llevado a preguntarnos ¿Por qué los extremistas buscan debilitar cada vez más la forma de vida que ha servido a esta nación desde su fundación?
Es difícil no concluir que una de las razones de este desmoronamiento social es la retórica utilizada por una minoría, como medio para obtener apoyo político, valiéndose de visiones radicales.
Los políticos tienen la responsabilidad de servir al país con sabiduría, sentido común y visión de futuro.
Lamentablemente, estamos viendo con demasiada frecuencia como se hacen afirmaciones y acusaciones, que solo inflaman los prejuicios y brindan una justificación indirecta para actos de violencia y odio.
Los resultados de las elecciones intermedias demostrarán si los votantes han decidido que ya es suficiente y que los políticos merecen su voto por razones altruistas y no solo por el poder.
Sin embargo, no parece haber esperanzas de que las divisiones que han causado tanto daño lleguen a su fin.
Las encuestas oscilan de una predicción a otra con la atención ya puesta en las elecciones presidenciales de 2024, a costa de ahondar en las divisiones políticas que inevitablemente aumentarán.
En un momento de paz y estabilidad mundial, la democracia estadounidense sobreviviría sin problemas.
Pero el mundo enfrenta graves amenazas: la continua invasión de Rusia a Ucrania, una crisis energética, el cambio climático, el riesgo de una confrontación nuclear en la península de Corea y las ambiciones dominantes cada vez mayores de una China marxista-leninista bajo Xi Jinping.
Desde la perspectiva global, muchos se estarán preguntando si Estados Unidos sigue siendo el mismo líder en el que se puede confiar, mientras el mundo se vuelve más peligroso.
El apoyo de la administración Biden a Ucrania, visto como una batalla por la democracia frente al liderazgo autocrático y destructivo de Vladimir Putin, ha sido la declaración de intenciones más audaz de Washington y los aliados se han unido en torno a esta idea.
Si esta posición se debilita, tendrá consecuencias que no sólo impactarán el liderazgo del país, sino que darán alas a Putin.
Estados Unidos debe superar sus divisiones internas para asegurar tanto a aliados como enemigos que sigue siendo la democracia sólida y estable de siempre y que seguirá oponiéndose a cualquiera que amenace sus valores la soberanía de sus vecinos.