Raúl Tortolero,
Me sorprendió ver en Fox News un par de encuestas consecutivas en este mes de diciembre, en las que Ron DeSantis, el flamante gobernador de Florida, habría resultado por arriba de Donald Trump en las preferencias internas del Partido Republicano, para ser candidato a la presidencia en 2024.
Donald Trump sin duda domina aún el GOP, y ha logrado que la mayoría de sus candidatos hayan ganado elecciones recientes, lo que lo posiciona aún más.
Sin embargo, el haber finalmente perdido la presidencia en 2020, con mañas de los demócratas, así como el fuerte bloqueo a todas sus acciones, por parte de la mainstream media y del Big Tech, y también, su edad, ya que en 2024 tendrá 78 años, son factores que juegan en su contra.
Por el lado de DeSantis, es mucho más joven, 44 años, y ha jugado un gran papel en la defensa de los valores conservadores, de la vida y la familia y contra la ideología de género y los supremacismos LGBT y feminista. Una ventaja para DeSantis en mantener un gran contacto con el público hispano, que se ha convertido en la primera minoría en los Estados Unidos, con incluso más peso que el voto afroamericano.
Pero no hay nada escrito aún para ninguno de ambos políticos, aunque el crecimiento de DeSantis en la intención de voto en las primarias, sí ha causado recelo en el movimiento MAGA, cuyas características son, por mucho, lo mejor que le puede pasar a Estados Unidos en décadas: unidad en torno a valores tradicionales de Occidente, defensa de la fe, la vida y la familia natural, enfoque de derecha popular, estar con los obreros norteamericanos, defender la democracia liberal y la libre economía, poner al patriotismo por encima del globalismo de las élites progres, mantener al mundo en paz, desconfiar de la ONU y abandonar la OMS y el Acuerdo de París, ser fuerte ante China, combatir al comunismo, haber puesto a los jueces que lograron tirar el caso Roe vs Wade, y recuperar la Cámara de Representantes.
No es poca cosa todo esto, y hecho en sólo seis años, cuatro de la administración Trump, y dos desde la oposición, y en pandemia.
Mientras tanto, Biden no ha hecho sino arrancarle dinero a los estadounidenses que pagan impuestos, para regalarlo a las minorías que votan por él y su partido, aprovechándose de la pandemia como pretexto; ha dejado un caos en Afganistán, China está desatada, Corea del Norte volvió a las andadas de sus pruebas con misiles, la inflación está por los cielos, el adoctrinamiento supremacista LGBT y trans en colegios va al alza, el socialismo avanza con sus correligionarias del Squad -destacando la delirante y perniciosa socialista Alexandria Ocasio-Cortez-, las fuerzas armadas llevan cursos de ideología de género, las energías fósiles son vistas como cosa de cavernícolas, las energías verdes vendidas como la salvación del planeta -y más bien, un gran negocio de unos cuantos y sobre todo de China, principal proveedor de tecnologías al propio EE. UU., sobre todo en California-.
Y ya no hablemos de los desvaríos cognoscitivos de “sleepy” Joe, y de los desmanes de droga y prostitutas de su hijo Hunter, y sus negocios al amparo del poder, desde tiempos de Obama, en Ucrania y en China, todo ocultado por el Twitter de Jack Dorsey en campaña, y por no pocos medios globalistas y progres.
Hablando de medios globalistas, hay que decir que la encuesta arriba referida fue publicada por el Wall Street Journal, que podría no ser visto como un periódico muy pro Maga, por lo que hay que tomar ciertas reservas sus lances.
La cifra de preferencia por DeSantis, según el sondeo, lo colocaba en 86 % de aceptación, contra 74 % de Trump, y al magnate neoyorkino, muy por encima de Mike Pence.
DeSantis, en muchas ocasiones, interrogado al respecto, había dicho que no le interesaba pensar en la presidencia del país, pero esto fue porque estaba enfocado en ganar la reelección de la gobernación de Florida, algo que hizo de forma inmejorable (con 59,4 % contra 40 % de Charlie Crist), y hay que subrayar que Florida es la tercera entidad más poblada en todo EE. UU. (con 21,78 millones de habitantes, y sólo después de California, con 39.5 millones, y de Texas, con 28,7 millones).
DeSantis cuenta con bastante capital político, buena apariencia, buena trayectoria y buenos resultados. Aún así, es difícil ganarle a Trump, porque el expresidente ha sabido generar un movimiento tan poderoso y respaldado con 75 millones de votantes, que sus repercusiones rebasan las fronteras.
MAGA posee una mística que el GOP posiblemente jamás ha tenido, que no tuvo con Reagan ni con los dos Bush, y acaso sólo tuvo con Lincoln -sin exagerar-, remontándonos a cuando impulsó las leyes a favor de la abolición a la esclavitud.
No subestimemos a MAGA, cuyo poder para aglutinar gente, de clase trabajadora o media, tanto rural como urbana, y también empresarios, activistas y liderazgos, lo convierte en algo nunca antes visto, y que gira en torno al carisma de Trump.
DeSantis está aún muy lejos de saber concitar un movimiento nacional de tales dimensiones, con una mística clara e ideales concretos, y con narrativas muy firmes, como estar en contra de la cultura de la cancelación, por una América libre.
Trump ha tejido además una relación con Santiago Abascal, el carismático e imprescindible líder de Vox, apoyando sus esfuerzos en la unidad conservadora con Europa; y con respecto a México, país con 40 millones de nacionales viviendo en EE. UU., tuvo en la Casa Blanca a Eduardo Verástegui, al frente del programa de prosperidad hispana, que buscaba brindar oportunidades y apoyo para todos los hispanohablantes del país.
Verástegui luego organizó el CPAC México (Conservative Political Action Conference), que tuvo lugar en noviembre de 2022 en la Ciudad de México, desde 1974 en que se fundó este gran proyecto de Matt y Mercedes Schlapp, los directores internacionales.
Trump grabó un mensaje especial para este evento, en el que también participaron Steve Bannon y Ted Cruz, Santiago Abascal, y muchos liderazgos mexicanos, entre ellos el que esto escribe, como orador y presentando mi libro “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno”. DeSantis no participó en el CPAC México. Desconozco las razones.
Como sea, el Partido Demócrata no la tendrá tan fácil para 2024: Biden se ve muy decadente como para entusiasmar a alguien, y Kamala Harris es una buena forma de ir seguro a la derrota, por su ideología de extrema izquierda. No tienen candidatos serios visibles, o son de peso ligero. En cambio, el GOP tiene a Donald Trump, y si por algo no se dieran las cosas para el neoyorquino, entonces ahí está Ron DeSantis, quien como sea podría ir en firme para 2028. Pero hay que llamar a la unidad, antes que nada. Vamos con Donald o con Ronald, pero sin divisiones.
Un obstáculo a superar es, hay que decirlo, la posibilidad de fraude de carácter electrónico, un tema ampliamente abordado por Bannon en muchos de sus lives. Las izquierdas son mañosas y antidemocráticas en todo Occidente, y creen que su corrección política debe imponerse como sea en el poder, valientes remedos de dictadores bananeros. Como sea, 2024 será republicano: Estados Unidos lo necesita, y a Occidente le urge.