Washington decretó este domingo un toque de queda tras nuevas manifestaciones cerca de la Casa Blanca, anunció la alcaldesa de la capital de Estados Unidos, Muriel Bowser, horas después de una noche de disturbios en varias ciudades del país.
El toque de queda estará en vigor entre las 23 horas locales del domingo hasta las 6 del lunes, según precisó Bowser en Twitter, donde anunció haber ordenado el despliegue de la Guardia Nacional para apoyar a la policía.
Grandes ciudades de todo el país impusieron toques de queda, incluyendo Atlanta, Chicago, Denver, Los Ángeles, San Francisco y Seattle. Alrededor de 5.000 elementos de la Guardia Nacional se desplegaron en 15 estados y en la capital.
El presidente, Donald Trump, amenazó ya no sólo con apelar a la Guardia Nacional sino a recurrir al ejército si los gobernantes demócratas locales no responden con dureza contra la violencia en las protestas por la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis. «¡No estamos jugando!», disparó el mandatario.
Este domingo, una nueve serie de protestas sacudieron a todo Estados Unidos, incluso cuando aún se estaban limpiando los escombros de los disturbios del día anterior, con algunos hechos de violencia y delincuencia aislados durante manifestaciones pacíficas en gran medida .
Desde Boston hasta San Francisco, volvieron a salir a las calles y surgieron ciertos indicios de problemas en algunas ciudades que cerraron las calles e impuesto toques de queda tras días de agitación. La gente saqueó tiendas a plena luz del día en Filadelfia y Santa Mónica, California, y un camión embistió a una multitud que bloqueó una carretera en Minneapolis.
Policías y manifestantes pacíficos por igual exhortaron a poner fin a la violencia, asegurando que únicamente obstaculiza las exigencias para que se haga justicia y se apliquen reformas.
«Sólo perjudica a la causa», dijo Danielle Outlaw, comisionada del Departamento de Policía de Filadelfia, en donde más de 200 personas fueron arrestadas en medio de incendios y saqueos en distintos puntos de la ciudad.
Tres meses antes del fallecimiento de Floyd, Ahmaud Arbery fue asesinado a tiros mientras trotaba por un vecindario de Georgia. Un padre y su hijo, ambos de raza blanca, enfrentan cargos en ese caso. Un mes antes del homicidio de Arbery, policías antinarcóticos de Louisville, Kentucky le dispararon en ocho ocasiones a la trabajadora de emergencias médicas Breonna Taylor en la puerta de su casa. No se encontraron drogas en su residencia.
A esto se suma la ansiedad de meses de confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus, que ha afectado de manera desproporcionada a las comunidades de color, no sólo en términos de infecciones sino también en cuanto a la pérdida de empleos y problemas económicos.
Las multitudes que se reúnen en protesta y entonando cánticos significan una amenaza de nuevos brotes, un hecho opacado por las tensiones en aumento. «Estamos hartos. Los policías están fuera de control», dijo la manifestante ben Washington, D.C. «Son unos salvajes. Simplemente han muerto demasiados chicos», destacó.
La escala de las protestas, de costa a costa y en una sola noche, rivaliza con las manifestaciones históricas que se registraron en las épocas de la lucha por los derechos civiles y la guerra de Vietnam.
En Minneapolis, policías locales y estatales y miembros de la Guardia Nacional tomaron las calles poco después de que entrara en vigor el toque de queda a las 8 de la noche del sábado para dispersar las manifestaciones.
El despliegue de fuerza se presentó después de tres días en que la policía evitó, en la mayor parte, enfrentamientos con los manifestantes, y después de que el estado ordenara el despliegue de más de 4.000 tropas de la Guardia Nacional en Minneapolis. Las autoridades informaron que la cifra aumentaría a casi 11.000.
Fuente: El Clarín